Un olor a clínica bucodental invade el espacio en el que predominan paredes blancas y un ambiente poco familiar. Recepcionistas impolutas y sonrientes reciben a las que son o serán las "portadoras de la felicidad": mujeres de pocos recursos que alquilan su vientre a parejas que estén dispuestas a pagar el precio para tener un hijo con su propio ADN.
La primera clínica que visitamos, Parens Fertility, está situada en Leópolis, la ciudad más importante del oeste del país. Las instalaciones tienen una apariencia impecable, con tonalidades liliáceas y el logo de la empresa estampado en cada rincón, simulando la silueta de una madre meciendo a un bebé entre sus brazos. El espacio es grande, pero no descomunal: una recepción, un baño, la habitación de reuniones y 4 salas más, donde las camillas ginecológicas ocupan el espacio central junto con otros aparatos, como fetoscopios o ecógrafos, y distinto material sanitario. Un hombre cruza el umbral de la puerta, le recibe otro vestido con una bata blanca, intercambian un par de palabras y le entrega una muestra de esperma para analizar. Parece un gesto rutinario. Tras 15 minutos de espera nos atiende en la sala de reuniones una mujer de rostro perlado y ojos azabache. Iryna Shlapak, jefa del departamento internacional, procede a detallarnos los procesos que aquí llevan a término.
La segunda parada es otra clínica en diferente ubicación: Kiev, pero con la misma finalidad. Igor Petrovich, director BioTexCom, es un hombre alto, robusto y de semblante serio. Tiene una mirada cristalina y gélida. Es extremadamente correcto y educado -se ofrece a acompañarnos en su coche para regresar a nuestro alojamiento- y agradece la visita. Igor es reservado, pero muestra una seguridad asombrosa en sus declaraciones. Se nota que no es la primera vez que trata con periodistas. A su lado, Alina, una ucraniana hispanoparlante que lleva 15 años trabajando como intérprete para la clínica, dice sentirse satisfecha por contribuir a ofrecer a las parejas "lo que han estado buscando toda su vida".
UCRANIA, EL CENTRO EUROPEO DE LA INDUSTRIA DE LA GESTACIÓN SUBROGADA
Desde el 2002, Ucrania es uno de los 7 países europeos -junto a Rusia, Bielorrusia, Georgia, Grecia, Reino Unido y Portugal- donde la gestación subrogada está reglamentada por ley. De hecho, ha sido durante años uno de los destinos más asequibles en comparación con otros que duplican sus precios, como EE.UU (desde 120.000 €) o Canadá (50.000 €- 90.000 €). Sólo las parejas heterosexuales que no pueden quedarse embarazadas por razones médicas son susceptibles de acceder al "servicio". Las personas homosexuales y las solteras están vetadas, aunque la falta de supervisión y la corrupción tan presentas en Ucrania diluyen habitualmente la legalidad.
Ucrania ha sido durante años uno de los destinos más asequibles en comparación con otros que duplican sus precios, como EE.UU (desde 120.000 €) o Canadá (50.000 €- 90.000 €)
Las parejas extranjeras pueden llevarse al recién nacido tras apenas un mes de estancia en el país e incluso menos, ahora que existe un contexto excepcional debido a la guerra. "Las tarifas oscilan entre los 39.000 € y los 50.000 €, dependiendo del tipo de tratamiento que requiera la pareja", relata el director de BioTexCom. De esta cantidad, las madres gestantes reciben menos de la mitad. "Obtienen entre 15.000 € y 25.000 €", explica el doctor Petrovich, que tras unos segundos de duda, puntualiza que el montante económico oscila según las condiciones particulares de la mujer que alquila su vientre. "Recibirá más dinero si tiene que dejar su trabajo para hacer reposo que si puede seguir desempañando sus laborales" aunque los clientes suelen preferir la primera opción y negocian una remuneración extra para que abandonen su actividad laboral. El historial médico también influye a la hora de tasar la transacción, dependiendo de si la mujer ha tenido niños con anterioridad o de si mantiene hábitos de vida saludables. Como si de una mercancía se tratase, la valoración pecuniaria del cuerpo de las mujeres está sometida a multitud de variables. ¿Cuál es la razón de este margen tan elevado de dinero entre lo que cobra la empresa y lo que recibe la gestante? Iryna Shlapak no quiere hacer declaraciones sobre el beneficio que percibe la clínica por cada "programa", pero incide en que los costes sanitarios y de monotorización son elevados.
En Ucrania, el debate en torno a los vientres de alquiler no es tan fervoroso como en otros países. Ilona, madre gestante por segunda vez, asegura que en su trabajo no ha tenido ningún problema. "Mi jefe me conoce desde hace muchos años y lo entiende"; cuenta la joven, sentada en una butaca mientras aguanta su vientre de casi 7 meses. "La gente que no lo comprende está desinformada, piensan que estoy vendiendo un bebé, pero lo que hago es ayudar a una familia a cumplir su sueño". Con la voz temblorosa desgrana los detalles de su primer parto para otra pareja y se emociona al recordar la "cara de felicidad" de esos extraños a los que había entregado al bebé: "La mujer me había contado su terrible historia. Yo sentía mucha pena por ella, pero cuando vi a la niña en sus brazos supe que estaría bien y feliz". Sin embargo, el relato adolece de cualquier rasgo de emotividad cuando IIona reconoce que ha prestado su vientre en 2 ocasiones por pura necesidad.
PAREJAS EXTRANJERAS, CASADAS Y HETEROSEXUALES
La procedencia de los clientes es asunto reservado para las clínicas. Se justifican esgrimiendo que es "cuestión de protección de datos y de confidencialidad", aunque el director de BioTexCom reconoce que son "mayoritariamente extranjeros". Además del capital necesario para afrontar los costes, los demandantes deben cumplir 2 condiciones acordes a la legislación ucraniana: ser heterosexuales y estar casados desde al menos 3 años antes del inicio de la solicitud. La mujer que alquila el vientre solo es "la casa del embrión", cuenta Iryna Shlapak en tono fabulativo. No está permitido que tenga ningún vínculo biológico con el bebé, es decir, no puede ser gestante y donante de óvulos al mismo tiempo. Los clientes ojean las fichas de diferentes mujeres, a modo de catálogo de tienda de accesorios, charlan con ellas y eligen a su favorita. De la misma forma, la gestante puede aceptar o denegar a los interesados.
La normativa ucraniana estipula que desde el instante exacto del nacimiento, el bebé para a ser propiedad de los "padres de intención". Shlapak especifica la obligatoriedad de la firma de un convenio entre ambas partes "según el cual ese niño o niña no pertenece a la madre gestante y ella no puede reclamar ningún derecho parental". Además, en el contexto del escenario bélico que atraviesa el país "si las mujeres son enviadas fuera por motivos de seguridad, deben volver a partir del séptimo mes, ya que puede ser un problema que el bebé nazca en otro estado donde la gestación subrogada no esté regulada". Como en cualquier contrato comercial también existen las clausulas de desistimiento, que legitiman a los clientes a solicitar un aborto si se detectan enfermedades o malformaciones en el feto, o a renunciar a la paternidad si el neonato tiene algún problema de salud. En tal caso, el niño o la niña quedará bajo tutela del estado ucraniano, en un orfanato hasta que cumpla los 16 años. "Son casos poco probables, ya que sometemos a las mujeres gestantes a exámenes médicos, tanto físicos como psicológicos, para evitar problemas", puntualiza Shlapak.
Si el neonato tiene algún problema de salud, los clientes pueden renunciar a la paternidad. En tal caso, el niño o la niña quedará bajo tutela del estado ucraniano
En España, la gestación subrogada no está permitida, pero en cumplimiento de los acuerdos pactados en la Convención sobre los Derechos del Niño de Naciones Unidas que prioriza el "interés superior del menor", se establece una filiación en favor de los "padres de destino" y su inscripción en el registro civil. Una vez cumplimentado este primer paso, se genera una solicitud de adopción donde la gestante asiente sobre los nuevos padres y les otorga todos los derechos y obligaciones del recién nacido.
Desde el inicio hasta el final, la gestación subrogada es un proceso farragoso, así que las clínicas cuentan con personal especializado para solventar los impedimentos que vayan surgiendo. Alina ejerce la figura de intermediaria para "evitar que los futuros padres agobien a la gestante o que la gestante haga demandas a los padres, como más cantidades de dinero por las molestias del embarazo". Ella está presente en la "entrega" del bebé y en la charla posterior que los clientes y la mujer que presta el vientre pueden tener si así lo desean. Otro papel importante es el de los psicólogos, que efectúan un "acompañamiento" a la mujer que resulta algo inquietante. Enfatizan en 2 aspectos primordiales: la "no pertenencia" sobre el neonato que está gestando y la "gran labor" que realiza al satisfacer los deseos de la pareja que renta su capacidad reproductiva. "No existe ningún lazo entre ella y el bebé", insisten. Una afirmación, cuanto menos controvertida, y rebatida por otros especialistas del ramo. "Hay un vínculo físico que empieza en el cordón umbilical y la placenta". Blanca Inés Santa María también es psicóloga, pero tiene una opinión diametralmente opuesta a la de sus colegas ucranianos: "El niño escucha la voz de esa mujer, su latido, siente su estado de ánimo y sus emociones durante 9 meses". Santa María explica la importancia de la relación prenatal en el desarrollo cognitivo del futuro bebé, así como el contacto piel con piel que se realiza tras el parto. Iryna Shlapak interrumpe para aclarar que no se coloca al recién nacido sobre la gestante: "Esto ayuda para que no se confunda".
MOTIVOS Y REQUISITOS PARA SER MADRE DE ALQUILER
"Muchas mujeres repiten el programa. El límite de embarazos depende de la edad y del estado de salud”, explica Igor Petrovich, satisfecho con su tarea en la clínica que describe como el "noble trabajo de traer felicidad a las parejas y vida al mundo". En BioTexCom nacen unos 500 niños al año, casi todos ellos destinados a vivir fuera de Ucrania con parejas extranjeras. La mujer que alquila su vientre debe tener entre 18 y 35 años y haber sido madre al menos una vez, "para garantizar que todo vaya lo mejor posible". Por lo general, las gestantes tienen pocos recursos económicos y utilizan el dinero para hacer reformas en casa, atender a sus hijos o simplemente salir adelante.
Ilona, la mujer que nos atiende en la clínica, reposa las uñas pintadas y de manicura francesa sobre su barriga de 27 semanas cubierta por una blusa negra. Acaba de cumplir los 30, es madre de 2 hijos, de 11 y 13 años, y es la segunda vez que gesta para una pareja. El descubrimiento de este negocio llegó por casualidad cuando más necesitaba el dinero, porque su exmarido no se hacía cargo de la manutención de los críos. "Un día decidí que no quería depender de nadie, pero necesitaba comprarme un apartamento para estar tranquila con mis 2 hijos", explica. "No me alcanzaba con trabajar, así que vi un anuncio y llamé. Me sometí a todas las pruebas y me aceptaron". Unos meses después dio a luz a Eliza, una niña para una pareja inglesa con la que a día de hoy sigue en contacto. "Conozco las historias de las parejas, me mandan vitaminas y se preocupan por mi estado. Sé lo muy deseado que son los bebés". Por Eliza cobró 10.000 euros, "pero no tenía suficiente para pagar el piso, así que repetí el proceso." Esta vez ganará 16.000 euros por un niño para una pareja brasileña. "Me siento cerca de esa mujer que no puede ser madre. Mi responsabilidad es cuidarme para darle al bebe". Le pregunto por la opinión de sus hijos: "En el primer embarazo eran muy pequeños y estaban confundidos. Les he explicado que estoy ayudando a otras personas a ser papás y ahora me cuidan como si de un hermano se tratase".
LA QUERENCIA POR UN DESCENDIENTE BIOLÓGICO, UN NEGOCIO A PRUEBA DE BOMBAS
De acuerdo con los datos publicados por la socióloga Ana Trejo, entre 2010 y 2020, los consulados españoles recibieron 2.856 solicitudes de inscripción de menores nacidos mediante gestación subrogada. De ellas, más de 2.500 fueron aceptadas, lo que representa casi el 88% del total.
La predilección por un hijo biológico es el sustento de este negocio, admiten Iryna Shlapack e Igor Petrovich, quienes describen la alternativa de la adopción como "jugar a la ruleta rusa" porque "no conocen cuál es el estado de salud del niño". Una queja habitual de los padres que visitan las clínicas de gestación subrogada es la lentitud del proceso de adopción, que en España, si se trata de un niño nacional, puede prolongarse hasta 9 años.
En 2020, las clínicas de vientres de alquiler sufrieron su primer obstáculo debido a la pandemia global de la COVID-19. Durante el mes de mayo de ese mismo año, una imagen publicada por la BBC conmocionó al mundo: decenas de recién nacidos esperaban la llegada de sus padres en habitaciones de hotel. 3 años después, la industria de la gestación subrogada en Ucrania debe hacer frente a una nueva coyuntura. La guerra ha añadido más inseguridad para las mujeres y los bebés, pero el negocio ha demostrado ser impermeable al ruido de las balas. Las clínicas disponen de refugios antibomba para las gestantes y el escenario de un país devastado es el sustrato idóneo para un negocio que depende de la necesidad económica de las mujeres: cuanta más, mejor.
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