"Pero, si a ustedes les parece mal servir al Señor, elijan ustedes mismos a quiénes van a servir: a los dioses que sirvieron sus antepasados al otro lado del río Éufrates, o a los dioses de los amorreos, en cuya tierra ustedes ahora habitan. Por mi parte, mi familia y yo serviremos al Señor" Josué 24:15.
Cada vez que leo "El cristianismo empezó como un movimiento social revolucionario que promulgaba la igualdad entre todas las personas" me da un ataque de risa. No hay nada más falso que esa afirmación y, si observas con un poco de detenimiento, lo ves cristalino.
Analiza en qué momento histórico se da la promoción de los valores cristianos. Por un lado, tienes a una Roma exhausta que arrasa, conquista y trata de unificar sus territorios infructuosamente, con enemigos y sublevaciones hasta debajo de las piedras. La propia sociedad romana, además, se encuentra en plena crisis de valores: las mujeres tienen cada vez más notoriedad en la esfera pública, emergen corrientes de pensamiento que ponen el esclavismo en tela de juicio y los Dioses y Diosas del Olimpo que impulsan guerras y buena fortuna han acabado convertidos en meras caricaturas. ¿Y ahora qué? Porque, o vuelven todas y todos al redil o aquí no hay quien se salve de la anarquía: el mayor temor de los poderes facticos, también el mayor temor social infundado hasta nuestros días. Entonces, ¿crees en serio que para librarnos de la anarquía emerge una corriente social que promulga la igualdad entre todas las personas? ¡Por supuesto que no!
Los valores de toda sociedad o corriente social empiezan en el individuo, que es la célula de la sociedad. Luego se extienden a la familia, que es el tejido de la sociedad y luego vienen órganos como las distintas instituciones públicas y privadas, así como órganos de gobierno. Para que nos entendamos, todo se extiende desde lo indivisible hasta lo múltiple, con moldes y proyecciones adaptados a cada estadio del proceso.
¿Cuántas mujeres anónimas, fuertes y amantes de la igualdad y la libertad, cayeron lapidadas o quemadas con la difusión de los valores cristianos?
Gracias a estos moldes y proyecciones, una persona limitada, con facilidad para obedecer ciegamente, crea una familia con graves carencias que, a su vez, contribuye a perpetuar y fortalecer una larga cadena de alienación individual y colectiva. Finalmente, y por los siglos de los siglos, obtenemos como resultado una obediencia social mantenida hacia quienes practican el poder, aunque esta práctica no tenga el mayor sentido comunitario.
Aquí, respecto al individuo en retroalimentación con la familia, la sociedad y los valores judeocristianos, tenemos, por orden de superioridad y subordinación: Dios, Hombre, Mujer, Niños y Niñas. Y se plantea con este modelo indiscutible: Dios, que es superior, crea al hombre adulto que le sirve y le obedece ciegamente. Del hombre adulto sale la hembra, cuya misión es servirle y obedecerle ciegamente. Luego vienen los niños y las niñas, de cuya fortuna ya hablamos en el artículo anterior. A partir de aquí, ¿se supone que esta estructura piramidal favorece la igualdad? ¿Me explicas cómo? ¿Te enseñan desde pequeña que hay entidades y personas que de por sí son superiores o inferiores y luego se supone que por arte de magia te pones a creer en la igualdad? La manera en la que nos socializan y nos educan es masa base para todo, hasta para los mayores actos de crueldad y de egoísmo que se te puedan ocurrir, por eso: la familia es la clave.
Para que la familia sea fuente de sometimiento social y genere individuos "naturalmente propensos" a la sumisión, debe fortalecer entre sus redes de comunicación, relación y conducta, la desigualdad sistemática —papá es el cabeza de familia que ha tomado a mamá como esposa. Las niñas y niños obedecen ciegamente a papá y, a falta de papá, a mamá, a la que domina papá, que es el hombre de la casa. Lo que dicen mamá y papá no debe discutirse jamás, "va a misa". Aquí la expresión tampoco es casual—. Espero que llegadas a este punto no te estés preguntando en qué parte de la Biblia y/o de las doctrinas cristianas está reflejado este modelo familiar porque ni soy amante de fregar sobre mojado, ni tampoco me sobra el tiempo. Siendo así, te animo a buscar en qué parte de la Biblia y/o doctrinas judeocristianas encontramos algo así como: todos los miembros de la familia tienen los mismos derechos, obligaciones y responsabilidades que, en el caso de niñas y niños, se irán aprendiendo poco a poco; tu misión como madre o padre es promover la autonomía y el pensamiento propio; enseña a tu hija y a tu hijo a pensar por sí mismas y a cambiar lo que no les parece justo, empezando por ti, que debes ser ejemplo y no autoridad; mamá y papá son iguales en derechos y obligaciones, ninguna es superior a la otra ni debe estar condicionada por roles sociales limitantes.
Pues no, resulta que a las reflexiones anteriores hemos llegado con los siglos y los siglos, a duras penas, pese al cristianismo, al judaísmo, al islamismo y a todas las religiones abrahámicas que jamás vinieron para promulgar igualdad entre personas, sino para todo lo contrario.
Cada vez que pienso en el modelo de familia judeocristiano, pienso en la madre, que es quien pare y quien está piel con piel con niñas y niños, desde que nacen hasta que pueden moverse de manera autónoma. En una sociedad cooperativa que promulgara la igualdad entre las personas y fomentara el máximo desarrollo de los potenciales individuales y colectivos, la madre pariría sistemáticamente por decisión propia, jamás por obligación; la madre, lejos de aceptar que la ciudad no está adaptada ni a su embarazo ni a las bebés, lucharía activamente porque esa adaptación se produjera —de hecho, una sociedad cooperativa no se empeñaría en joderle la existencia a las madres y a las bebés y luego justificar las trabas cediéndoles asientos. ¿No te has fijado en eso? Ya en el siglo XXI, más de 2000 años después de que el supuesto promotor de la igualdad naciera, estamos adaptando las ciudades a personas con diversidad funcional, pero las mamás y las bebés que se sigan jodiendo, que los embarazos y las infancias son estados transitorios, como las enfermedades—; la madre trasmitiría a las bebes en su piel con piel seguridad, valor, empeño y no miedo, ni frustración, ni "impedimento" por ser madre, que es lo que chupamos desde pequeñas las niñas y niños en esta sociedad.
Cada vez que pienso en el modelo de familia judeocristiano, pienso en María y pienso en Boudica. En vísperas del nacimiento de Jesús, el supuesto promotor de la igualdad, Boudica se enfrentaba al imperio Romano. Supongo que conoces su historia: los romanos, para amedrentarla y tratar de dominar a su pueblo, la azotaron, y violaron brutalmente a sus hijas. Ella, lejos de rezar por su salvación, ni nada similar, se pilló un considerable rebote y armó varios ejércitos contra los romanos. ¿Qué hacía María en aquellos momentos? Pues María, después de aceptar abnegadamente la inseminación artificial del Espíritu Santo, andaba rezando y llorando por las esquinas porque a su hijo, tarde o temprano, lo iban a matar. ¿Te imaginas a Boudica rezando frente a las violaciones de sus hijas como hizo María frente a su hijo en la cruz? ¿Quién es el modelo de madre que promueve la igualdad entre las personas según las tradiciones cristianas? ¿Boudica o María?
Si Boudica no hubiera muerto en batalla, la habrían lapidado los cristianos, como lapidaron a Hipatia de Alejandría. ¿Y a cuántas más lapidaron o quemaron? ¿Cuántas mujeres anónimas, fuertes y amantes de la igualdad y la libertad —potenciales madres de familias fuertes y amantes de la igualdad y la libertad— cayeron lapidadas o quemadas con la difusión de los valores cristianos?
El modelo de vida judeocristiano no es la igualdad, ni la libertad, como no lo es su modelo de familia ni, por ende, su modelo de madre. ¿Qué facilidades, qué libertades, qué independencia y fortaleza les da a las madres el modelo social judeocristiano? Ninguna.
Domina a las madres y dominarás a la familia. Domina a la familia y dominarás al individuo. Domina al individuo y dominarás el mundo.
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