"¡Escombros malditos!
¡Semejantes a cada una de nuestras lágrimas,
a cada herida infringida a los corazones!
Quienquiera que os ve teme la guerra
porque de nuevo la tiene ante sus ojos".
'Nada olvidan los escombros' (1952), Papusza, primera poeta gitana que pudo publicar su obra.
¿Sabíais que en este país, en 1986, fueron quemadas las viviendas de 36 familias gitanas? Ocurrió en Jaén, en la localidad de Martos. Todos los gitanos tuvieron que huir de allí.
Por poner contexto, la Constitución Española llevaba la firma de un gitano: Juan de Dios Ramírez Heredia. Hacía más de 10 años de la formación de Lole y Manuel. Los Chichos ya habían sacado 13 álbumes. Los hermanos Rafael y Raimundo Amador ya llevaban 8 años en Pata Negra, lejos de Kiko Veneno. 'Gipsy Rock', el novedoso álbum de Las Grecas, tenía 14 años. 'La Leyenda del Tiempo' de Camarón tenía 7, el 'No me des guerra' de Bambino tenía 15, el primer álbum de Antonio Flores tenía 6.
El arte del pueblo gitano había echado raíces por todas partes: la gente cantaba de memoria sus letras, los veía en televisión, los llevaba sonando en el coche. Pese a todo, las casas de los gitanos ardían a manos de los payos, porque un solo gitano del pueblo había agredido a otro muchacho. Todos los gitanos debían pagar por ello y abandonar para siempre el lugar.
Ha vuelto a ocurrir, también en Jaén (Peal de Becerro), en 2022. Un payo ha sido asesinado a manos de un gitano y las consecuencias las tienen que pagar todos. ¿Por qué no estamos todos atacados de los nervios, si cuando ocurrió hace décadas ya fue una barbaridad anacrónica?
Nada de esto nos sorprende demasiado porque en España todo acto de antigitanismo es el eco del eco de otro eco:
En 2017, un preso gitano muere repentinamente bajo custodia policial. Su cuerpo presenta claros signos de tortura extrema y la familia no recibe ni certificado de defunción ni informe de autpsia. Se llamaba Manuel Fernández Jiménez, ocurrió en la cárcel de Albocàsser (Castellón II).
En un antiguo libro de Juan de la Plata, 'Gitanos de Jerez: historias, dinastías, oficios y tradiciones', utilizado para que los alumnos comprendiesen el arte flamenco en su primera cátedra, uno de los capítulos se llamaba 'Asesinato de un gitano en la cárcel'.
En 2020, en cuarentena, un hombre gitano es asesinado de un disparo en la cabeza delante su hijo por robar un puñado de habas de una finca, para poder comer. 'El Programa de Ana Rosa' se sienta en el banquillo por el profundo antigitanismo con el que informa sobre este hecho, justificando que los gitanos se buscan que les ocurran estas cosas. Nunca sufren mayores consecuencias que las de prestar declaración. Se llamaba Manuel Fernández García y ocurrió en Rociana (Huelva).
En 1986 también un hombre gitano fue asesinado de un disparo por el dueño de la finca donde su hijo robó unos melocotones para comer. Fue unas semanas antes de los incendios de Martos. Se llamaba Juan Camarero Tallón y ocurrió en Santa Fe (Granada).
Cada pequeño crimen contra el pueblo gitano tiene cientos de hilos de los que ir tirando hasta llegar a historias similares, hasta descubrir el eco, la rueda que no deja de girar.
También los incendios y la expulsión de los gitanos de Martos comparten el eco con los linchamientos antigitanos de Torredelcampo, Torredonjimeno o Mancha Real. Aquellas familias huyeron a muchos otros lugares de los que a su vez fueron exiliados al llegar, condenados a vagar en busca del derecho a vivir. Esto nunca ha dejado de ocurrir, en mayor y menor escala, en el país entero.
Cada pequeño crimen contra el pueblo gitano tiene cientos de hilos de los que ir tirando hasta llegar a historias similares, hasta descubrir el eco, la rueda que no deja de girar
¿Podemos los gitanos esperar una condena colectiva a lo que está sucediendo en Peal de Becerro estos días, si jamás la ha habido? En las casas asaltadas aparecen pintadas que dicen "GITANOS FUERA, GITANOS MUERTE". Vecinos del pueblo lamentan en sus redes que los gitanos no estuvieran dentro al arder las casas, mientras niegan que nada de esto haya ocurrido aunque lean testimonios y vean fotografías.
Los vecinos afectados comparten un comunicado señalando qué casas y qué familias han sido atacadas por ese racismo al que los payos llaman justicia. Varias viviendas de la Calle Sol aparecen en la lista, como la 36, la 34 o la 14. También hay casas vandalizadas en las calles Santa María de la Cabeza y Andrés Segovia, así como coches siniestros y furgonetas destrozadas. Nombres, familias, historias.
¿Qué más tiene que pasar para que activistas y políticos más diestros en otras causas sociales hagan gala de la interseccionalidad que tanto predican? ¿Terminan los derechos humanos donde comienzan las diferencias étnicas?
¿Qué más tiene que pasar para que activistas y políticos más diestros en otras causas sociales hagan gala de la interseccionalidad que tanto predican? ¿Terminan los derechos humanos donde comienzan las diferencias étnicas?
¿Que un gitano, tres o siete agredan o asesinen a un payo es suficiente para quemarnos a todos? ¿El silencio de la gente comprometida con el feminismo o el colectivo LGBT es tan doloroso como lo estamos sintiendo nosotros? ¿El pueblo gitano es más digno de ser nombrado para contradecirlo cuando señala la apropiación de la identidad del flamenco que para denunciar que lo están exterminando desde el principio de los tiempos?
¿Vais a decir algo, en algún momento?
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