El Marco Global de Biodiversidad proyecta convertir el 30% de la superficie de la Tierra en Áreas Protegidas para 2030, basándose en un modelo de conservación de la naturaleza que pretende frenar la extinción de especies y pérdida de biodiversidad.
La ONG Survival International sostiene que este objetivo encubre los intereses de una macro industria que opera desde hace décadas en tierras de pueblos indígenas amenazándolos, expulsándolos y violando sus derechos con el fin de explotar recursos naturales y obtener beneficios económicos. “Se trata de un complejo entramado en el cual están implicados gobiernos, grandes empresas y organizaciones conservacionistas”.
Survival International se fundó en 1969 por un grupo de personas conmocionadas por el genocidio de los indígenas amazónicos. Desde entonces luchan por un mundo en el que los pueblos indígenas y tribales sean respetados como sociedades contemporáneas.
Hablamos en profundidad con Fiore Longo, su directora en España, quien nos explica el conservacionismo como modelo y el papel de los pueblos indígenas: "Los Pueblos Indígenas son los mejores conservacionistas, pero sus voces son silenciadas, sus derechos violados y sus vidas están amenazadas por la industria de la conservación"
¿Qué es el conservacionismo?
Como concepto nace a finales del siglo XIX en EE.UU. con la idea de crear parques nacionales para “proteger” la naturaleza supuestamente salvaje, expulsando a los pueblos indígenas de la misma. Pero realmente está enraizado en la revolución industrial. Con esta idea de que desde occidente impulsamos un capitalismo que avanza y destruye sentimos la necesidad de conservar espacios “intactos”. Y no hay que olvidar que es el tiempo del racismo científico: nosotros, los blancos, nos consideramos la civilización superior que entiende cómo proteger esos espacios y la gente que vive en lo que llamamos naturaleza tiene que ser expulsada, hay que “civilizarla”.
También está relacionado con la colonización de África, remontándonos tiempo atrás, con la expansión de los imperios europeos: los colonizadores llegan a África para explotar recursos, y ahí se va generando el mito de esa “África Salvaje” y de esa naturaleza virgen en la que los pueblos indígenas son totalmente invisibilizados, porque está basado en la idea de que no estarían haciendo algo útil para aquella. Así, por ejemplo, los colonizadores británicos prohíben a los indígenas hacer cosas como quemar la tierra para hacerla fértil de nuevo y para eliminar las hojas secas que pueden prender fuego enseguida, y se basan en que es una práctica medieval. Y sin embargo hoy la ciencia nos demuestra que esas pequeñas quemas controladas servían para controlar los grandes incendios. El discurso del conservacionismo se hace en nombre de la ciencia, pero en realidad es racismo científico. Un mito lleno de prejuicios, la última mitología de Occidente.
Lo raro es que hoy en día la conservación presume hablarnos desde el punto de vista técnico, biológico. Se presenta como algo apolítico y científico, cuando no se puede proteger la naturaleza sin hablar de quienes la destruyen. No tiene ningún sentido. Es como hablar de cambio climático sin hablar de justicia climática, como si se tratara de algo natural que ocurre sin más.
Un estudio científico reciente demuestra que la idea de la naturaleza virgen o salvaje es un mito
Entonces los pueblos indígenas son necesarios para la conservación de la naturaleza
Un estudio científico reciente demuestra que la idea de la naturaleza virgen o salvaje es un mito. Buena parte de los pueblos indígenas que viven en sus territorios desde hace generaciones han conformado y gestionado sus entornos naturales y contribuyen de forma activa a la biodiversidad a través de técnicas que el resto ni siquiera vemos, porque nuestra manera de interactuar y entender la naturaleza es distinta. Por ejemplo, la caza que practican no es deportiva u ociosa, si no que con ella buscan una reciprocidad: “Damos y recibimos”. Conciben modos de vida sostenibles, porque así sus hijos y los hijos de sus hijos se garantizarán alimento y prosperidad. Si no fuera por los pueblos indígenas quedarían pocas regiones ricas en biodiversidad. La ciencia nos demuestra que las tasas de deforestación son mucho menores en las tierras indígenas. Sus territorios condensan el 80 % de la biodiversidad, así como enormes reservas de carbono. Los datos son contundentes: el reconocimiento de los territorios indígenas es mucho más eficaz a la hora de alcanzar los objetivos de conservación de la naturaleza.
¿Qué son las Áreas Protegidas?
Las Áreas Protegidas son el instrumento principal del modelo de conservación más común en África y Asia, la “conservación de fortaleza”. Se denomina así porque se basa en la violencia y exclusión de la población indígena y local de sus tierras, que luego son destinadas específicamente a proyectos de preservación de la “naturaleza”. Estas áreas son las formas apolíticas de presentarnos la protección de la naturaleza, lo que ahora denominan Soluciones basadas en la Naturaleza, que vienen a decirnos que no tenemos que cambiar nuestro modo de vida para luchar contra el cambio climático, si no que basta con crear Áreas Protegidas y hacer otras cosas como plantar árboles en masa que pueden absorber las emisiones y compensarlas, en lugar de reducirlas. Por eso se habla de Net 0, y se nos intenta hacer creer que viene a mitigar el problema. Hay que partir de que para el público occidental la naturaleza son árboles. Se supone que se planta monocultivo con la pretensión de compensar, pero en realidad no compensa nada porque primero los árboles tienen que crecer y durar, y estos árboles no cumplen esa función porque son de crecimiento rápido, van a talarlos para el comercio y matan la biodiversidad. ¿Para qué sirven estas plantaciones, pues? ¿Qué hacen con el bambú, el cacao o con el eucalipto, por ejemplo? Pues claramente se siembra para producir biocombustible, para la gran industria, para la producción de muebles… Y esto ni se cuestiona, porque son grandes compañías como Shell o Eni las que lo llevan a cabo.
Tampoco se cuestiona dónde se van a plantar esos árboles, ni a quién pertenecen esas tierras, y se piensa que cualquier tipo de planta es naturaleza y es válida para ser plantada en cualquier lugar. A menudo se piensa en reforestar lugares que la sociedad industrializada concibe como "vacíos", por ejemplo, en las grandes llanuras, pero lo que hay que preguntarse es ¿por qué plantar árboles donde no había bosques? ¿Acaso estos entornos no desempeñan también un rol importante con sus ecosistemas en la mitigación del cambio climático? No se pueden plantar árboles u otras plantas y fomentar los monocultivos en cualquier lugar bajo el argumento de mitigar el dióxido de carbono como solución basada en la “naturaleza”.
¿Qué tipos de Áreas Protegidas hay y dónde se encuentran?
En la actualidad existen dos tipos de Áreas Protegidas. Un Área Protegida en Kenia es muy diferente de otra en Francia. En Europa, por ejemplo, no se podría crear ningún parque nacional sin tener en cuenta las necesidades de la población local, habitualmente por medio de amplias consultas y procedimientos políticos, y con derecho a reparaciones y compensaciones legales cuando surgen problemas. Hay muy pocas restricciones para acceder a estas Áreas Protegidas o vivir en ellas. Normalmente, su gobernanza y gestión implican el respeto de los intereses de la comunidad a nivel estratégico.
En África y Asia, sin embargo, casi ningún parque se ha creado consultando debidamente a las comunidades afectadas (así se concibieron por primera vez los parques nacionales en EE.UU.). Las Áreas Protegidas de este tipo las administran normalmente organismos gubernamentales y ONG de conservación occidentales. Las comunidades locales rara vez desempeñan algún rol en su gobernanza. Los parques suelen operar bajo el modelo de "conservación de fortaleza": un modelo racista y colonial donde la población indígena y local enfrenta abusos sistemáticos, y es perseguida y expulsada por la fuerza, la coerción o el soborno.
La mayoría de Áreas Protegidas de este modelo colonial están en África y en ellas están prohibidas “determinadas” actividades humanas: expulsan a los pueblos indígenas que habitaban y cuidaban de esas tierras, pero sin embargo dan la bienvenida al turismo de masas. Imaginemos por un momento que echaran a la población autóctona de los parques naturales en Europa: sería un escándalo. Hay dos libros que profundizan en este tema y recomendamos: “L’invention du colonialisme vert”, del historiador Guillaume Blanc, y “The big conservation lie”, escrito por Mordecai Ogada, un conservacionista de Kenia.
El valiente paso que debería haberse dado en la COP15 para proteger realmente la naturaleza habría consistido en reconocer que los pueblos indígenas son los mejores conservacionistas
¿En qué se basa el plan del 30 por ciento como estrategia sobre biodiversidad para 2030?
El pasado 19 de diciembre de 2022, en la COP 15 de Montreal, fue finalmente adoptado el Marco Global de Biodiversidad que establece como plan de acción para la “protección de la naturaleza” convertir el 30% de la superficie de la Tierra en Áreas Protegidas para 2030. Pero este plan carece de base científica e ignora por completo los derechos de los pueblos indígenas y de otras comunidades locales.
La pregunta es “¿de dónde vamos a sacar esta tierra?''. Si se aplica como hasta ahora la creación de Áreas Protegidas, supondrá el mayor robo de tierras de la historia y arrasará la vida y los medios de subsistencia de quienes menos responsabilidad tienen en la destrucción medioambiental.
El valiente paso que debería haberse dado en la COP15 para proteger realmente la naturaleza habría consistido en reconocer que los pueblos indígenas son los mejores conservacionistas y que la mejor forma de conservar la biodiversidad consiste en proteger sus derechos territoriales.
Háblanos un poco de los intereses de las grandes corporaciones en estas Áreas Protegidas
Frente a la crisis climática y ambiental, las corporaciones ya no pueden negar más lo innegable. Empezaron a promover falsas soluciones y a afirmar que ellas también hacen algo por la naturaleza, pues "compensan" el carbono. Lo que no dicen es que lo hacen para blanquear su imagen tanto como sea posible. El resultado es que mucho dinero se canaliza hacia áreas de conservación que ignoran todos los controles sobre la defensa de los derechos humanos de las comunidades indígenas, que allí se violan habitualmente. Lo justifican diciendo que quieren conservar esos entornos “salvajes”, pero en realidad están detrás de sus recursos, para lucrarse con el turismo, la tala, las plantaciones, la “compensación de carbono” e incluso la minería.
La mayoría de estos proyectos los desarrollan e implementan ONG occidentales. Se asocian con industrias madereras y extractivas, con la caza de trofeos y las concesiones turísticas. Las ONG conservacionistas están, al menos en parte, interrelacionadas con directivos o ex miembros de empresas que forman parte de sus juntas directivas, se asocian con ellas y las financian, así que ¿por qué íbamos a esperar algo distinto?
No existiría este tipo de conservación si no existiera la destrucción producida por este sistema económico, porque vienen a ser las distintas caras de una misma moneda
Antes has mencionado compañías como Shell o Eni. ¿Nos puedes hablar un poco más de su gestión y la de otras empresas involucradas?
Hicimos un informe sobre WWF y empresas madereras, y en el libro “Panda Leaks” también aparecen otras entidades implicadas. Por lo general estas empresas no operan dentro de las Áreas Protegidas, sino en zonas colindantes. Por ejemplo, en El Congo se ve muy claro: WWF tenía o tiene acuerdos con empresas especializadas en la comercialización de madera, como Rougier. Estas empresas deforestan los territorios de los pueblos indígenas, pero WWF no dice nada. Es como si se repartieran África entre conservacionistas y empresas madereras para sacar tajada.
Casi todas las empresas petroleras y energéticas cuentan con proyectos aparentemente destinados a combatir el cambio climático, sin embargo, su plan de acción se reduce prácticamente a plantar monocultivos. Si investigas quién sostiene soluciones como el 30 % encuentras alianzas como CAPITALS COALITION, en cuya página web se encuentran las empresas más contaminantes del mundo, asociadas con organizaciones supuestamente ecológicas.
Lo que trasciende es que este modelo de conservación permite la destrucción que generan estas empresas. Y esto se explica porque muchos directivos de las conservacionistas tienen un pasado en dichas multinacionales. Todo forma parte del mismo modelo, y esta es la parte más complicada de explicar: no existiría este tipo de conservación si no existiera la destrucción producida por este sistema económico, porque vienen a ser las distintas caras de una misma moneda.
Buzzfeed desarrolló una investigación periodística que expuso las atrocidades cometidas por guardaparques financiados por WWF
Desde Survival International sostenéis que organizaciones reconocidas, como WWF (el Fondo Mundial para la Naturaleza), WCS, SEO/BirdLife o African Parks están al tanto desde hace años de las violaciones de los derechos humanos, pero “siguen financiando y apoyando la conservación colonial a través de equipamiento y formación directamente a quienes perpetran los actos de violencia; y algunas de estas ONG han ocultado informes sobre abusos”. ¿Qué pruebas tenéis de esto?
Es importante destacar que las “acusaciones” hechas a raíz de nuestras investigaciones, y sobre las que hay amplia información en nuestra página web (www.survival.es), también han sido corroboradas por otras organizaciones e investigaciones independientes.
Por ejemplo, en 2019 la plataforma de noticias Buzzfeed desarrolló una investigación periodística que expuso las atrocidades cometidas por guardaparques financiados por WWF.
Después de que Survival International presentara una queja formal en 2018, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) inició una investigación sobre el controvertido plan para convertir la zona de Messok Dja, en el Congo, en un parque nacional. El periódico The Guardian obtuvo una copia de las conclusiones preliminares de la investigación.
La Unión Europea suspendió la financiación de ese controvertido proyecto de WWF que pretendía crear una zona protegida en la cuenca del Congo, después de que varias investigaciones confirmaran un patrón persistente de abusos contra los "pigmeos" bakas que viven allí.
En 2021, una audiencia sin precedentes del Comité de Recursos Naturales de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos ha visto cómo representantes de ambos partidos y expertos independientes destrozaban la reputación de WWF y denunciaban el modelo de "conservación fortaleza" que conduce a atrocidades contra los derechos humanos. La organización fue objeto de un ataque sin precedentes por su implicación en violaciones de los derechos humanos y su negativa a asumir responsabilidades por ellas.
También aseguráis que un buen número de ambientalistas conocen todo esto pero sus voces son silenciadas por las preocupaciones sobre daños profesionales o acciones legales.
Me dijeron que en los últimos años hubo una revuelta interna en Greenpeace, porque mucha gente sabe esto y se opone. Sin ir más lejos, Jennifer Morgan, que fue directora de Greenpeace, había sido antes ex de WWF. Gente de la UICN (Unión Internacional de la Conservación de la Naturaleza) nos ha contactado, al igual que personas que trabajan para WWF y que renunciaron a contar la verdad porque no volverían a encontrar un trabajo.
Necesitamos un nuevo modelo de conservación en el que los derechos de los pueblos indígenas y la gestión de sus tierras estén en el centro
¿Cómo se posicionan otras organizaciones ecologistas al respecto?
Depende de la organización: algunas directamente son culpables de la violencia que enfrentan las personas indígenas y locales en nombre de la conservación, otras no tienen una posición clara, pero continúan trabajando con las primeras reproduciendo la conservación colonial. La mayoría habla de derechos de los pueblos indígenas, de convivencia y proyectos liderados por las comunidades, pero esto no tiene aplicación real.
Existe una enorme falta de conocimiento y consideración humanista y de los derechos humanos en el ecologismo, sin los que no es posible hablar de verdadera lucha contra la pérdida de biodiversidad y el cambio climático. Por supuesto, también una desconsideración y falta de escucha sistemáticas hacia las comunidades. Las personas y la naturaleza estamos íntimamente imbricadas. Como también lo están la conservación, el racismo y la explotación colonial.
En un momento como este en el que los pueblos indígenas son los principales custodios de las zonas más biodiversas del planeta, y las empresas, gobiernos y ONG conservacionistas están esperando cualquier oportunidad para desterrarlos y explotar esos últimos recursos en sus tierras, no basta con pretender secundar la lucha de estos pueblos. Necesitamos un nuevo modelo de conservación en el que los derechos de los pueblos indígenas y la gestión de sus tierras estén en el centro.
¿Se ha llevado a los tribunales a WWF o a alguna ONG conservacionista?
No. Y eso es lo más escandaloso. Cuando la UE y la ONU demandaron investigaciones para entender lo que pasaba con el controvertido proyecto de WWF para crear el parque de Messok Dja en la Cuenca del Congo comprobaron que todo lo que decíamos era verdad. Que se producían abusos sistemáticos, que la tierra de los indígenas había sido robada. ¿Y qué ocurrió? Que el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) canceló el proyecto y suspendió los fondos porque ellos mismos reconocen que violaba los derechos de los indígenas bakas. Lo suspendieron, pero siguieron trabajando con WWF.
Lo lógico es que si tú descubres que una organización está violando los derechos humanos no sigas trabajando con ella. Es por esto que para mí no hay justicia hoy en día en el tema de la conservación. Porque sí se reconoció en numerosas ocasiones que WWF violó los derechos de los pueblos indígenas y dicha organización hizo una investigación interna con gente como el ex relator especial de la ONU John H Knox, y en dicho informe dice claramente “en estos parques hay violaciones de los derechos humanos”.
Sí, suspendieron la financiación, se los castigó, pero sigue sin haber justicia para estos pueblos. Una de las razones es que no hay controles en los proyectos de conservación.
Parte de nuestros logros recientes como organización, que conseguimos en los EE.UU. y más recientemente con el acuerdo alcanzado en la pasada COP15 de Montreal de convertir el 30 % de la Tierra en Áreas Protegidas, es incluir garantías y controles en estos proyectos. Porque antes se consideraba que la conservación de la naturaleza no tenía que ver con los derechos humanos, que no era una actividad de alto riesgo.
Nuestro primer objetivo ha sido conseguir que los gobiernos reconozcan que sí es una actividad de alto riesgo, que hay gente viviendo en estos espacios y tiene que haber leyes que los protejan, porque si no, no podemos llevar a nadie ante la justicia si estas leyes se violan.
Y es muy difícil llevar ante la justicia a WWF, porque se escudan en que la responsabilidad es de los gobiernos, como el del Congo o Camerún.
El único mecanismo que encontramos desde Survival fue presentar una queja formal contra WWF en virtud de las directrices de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), en relación con su implicación en abusos de los derechos humanos, algo que hasta la fecha solo se había utilizado para empresas multinacionales. Fue la primera vez que una organización sin ánimo de lucro era examinada de esta manera: la admisión de la queja indica que la OCDE mantendría con WWF los mismos estándares en materia de derechos humanos que aplica a corporaciones con fines lucrativos (porque WWF es una ONG, y el derecho internacional no está hecho para las compañías, es para los estados). Ahí fuimos a mediación, WWF dijo que no podían garantizar la obtención del consentimiento de los pueblos indígenas en sus proyectos y, tras meses de silencio y puertas cerradas, no nos quedó otra opción más que retirarnos de la mediación.
WWF afirma que el 80 % de las “ecorregiones” más ricas del planeta son el hogar de pueblos indígenas y tribales y que esto “muestra la eficacia de los sistemas indígenas de gestión de recursos” ¿Cómo se sostiene la contradicción de esta ONG?
Cuando tuvo lugar la mediación de la OCDE con WWF les pedimos que respetaran su propia política interna y que obtuviesen el consentimiento de los pueblos indígenas antes de empezar con un proyecto de conservación. Y su respuesta fue que su política era inspiracional, como para contentar al público.
Cuando denunciamos su proyecto de crear un parque en el bosque de los bakas, que ellos sostenían que estaba “vacío”, lo primero que hicieron fue poner guardaparques armados, antes de que se estableciera el parque. Cuando visité a los bakas me dijeron que nadie les había preguntado nada sobre si querían un parque o no.
WWF dirige su labor hacia gobiernos que la subvencionan y donantes particulares, y aquí es donde tenemos que ejercer presión. Si quisieran respetar los derechos de los pueblos indígenas no se asociarían con compañías que están devastando las tierras de estos pueblos, ni sostendrían el modelo falaz del 30 % que carece de garantía alguna para los pueblos indígenas. En el acuerdo alcanzado finalmente en la COP15 al menos hemos jugado un papel fundamental a la hora de garantizar que el objetivo del 30 % fuera la parte más controvertida del Marco Global de Biodiversidad, y hemos evidenciado que la “conservación de fortaleza”, con las consiguientes expulsiones de pueblos indígenas de sus tierras y violaciones de derechos humanos en nombre de la conservación de la naturaleza, ya no será tolerada y justificada como daño colateral de la conservación: junto con las organizaciones indígenas hemos ganado esta batalla.
¿Qué partido político o qué líderes se están moviendo por este tema?
Los verdes franceses en el parlamento europeo, con Michèle Rivasi como política destacada, están muy involucrados. Hay también un español, Miguel Urbán Crespo. En Francia el partido de izquierda La France insoumise (Francia Insumisa) y los Ecologistas también están implicados con el tema de la ecología decolonial. Lo más difícil es convencer a los anglosajones. Porque la cultura política del ecologismo de los países del sur - media de Europa (incluida Francia) - está más basada en la justicia social y vincula la naturaleza a cuestiones sociales, mientras que los países del norte de Europa separan estos dos temas. Tratan los temas del clima y el ambiente desde una perspectiva más neoliberal.
Ejercemos presión exponiendo y confrontando las atrocidades cometidas contra las vidas indígenas con fondos públicos y privados, en particular procedentes de gobiernos, empresas y ONG del Norte Global
¿Cómo ejercéis presión a los gobiernos?
Survival es una organización independiente y contamos con más de 50 años de experiencia en el activismo político. Ejercemos presión exponiendo y confrontando las atrocidades cometidas contra las vidas indígenas con fondos públicos y privados, en particular procedentes de gobiernos, empresas y ONG del Norte Global. Movilizamos a la opinión pública y a los poderes políticos. Pero no tenemos una metodología única. Adaptamos la estrategia en función de la campaña y las necesidades específicas.
En lo que se refiere a la campaña para descolonizar la conservación de la naturaleza, nuestro objetivo es detener los abusos contra los derechos humanos cometidos contra los Pueblos Indígenas y las comunidades locales en nombre de la “conservación” ambiental. Los Pueblos Indígenas son los mejores conservacionistas - sus territorios salvaguardan el 80 % de la biodiversidad global - pero sus voces son silenciadas, sus derechos violados y sus vidas están amenazadas por la industria de la conservación. Mientras tanto, las verdaderas causas de la destrucción ambiental son ignoradas: la explotación de los recursos naturales con fines de lucro y el consumo excesivo, impulsados por el Norte Global. Es fundamental descolonizar la conservación: este enfoque significa que los gobiernos, las empresas y las ONG conservacionistas deben respetar, proteger y cumplir los derechos de los Pueblos Indígenas, incluido el reconocimiento de todos los derechos territoriales. Esta es, con diferencia, la forma más eficaz y justa de proteger la biodiversidad.
Algunas de las principales organizaciones ecologistas se oponen a una norma que la UE quiere acelerar para desplegar las energías renovables, basándose en ‘el peligro de enfrentar renovables y biodiversidad al suponer un impacto para los ecosistemas’, pues afirman que desregula las directivas ambientales de protección de la naturaleza. ¿Cómo os posicionáis al respecto?
En términos transnacionales, no existe una energía capaz de alimentar nuestro modo de vida ultraconsumista y que sea limpia. No existe ni a efectos medioambientales ni, en absoluto, a efectos de derechos humanos y violencia. Para que cualquier proyecto energético extensivo exista, se necesita mucho territorio y muchos recursos. Esos territorios y recursos no los van a sacar de los países del Norte Global (o no solo): el robo de tierras a pueblos indígenas y otras comunidades locales para producir energía es una realidad innegable.
Que a los proyectos se les llame de energía renovable o no es, en muchos casos, casi anecdótico, una excusa para continuar explotando la tierra.
Como ocurre con la conservación de fortaleza, muchos de los proyectos de energías renovables y los energéticos de los países del Norte en general están basados en la reproducción de los intereses de esos países a costa de la explotación de los derechos, las vidas, el bienestar y el territorio de pueblos indígenas y otras comunidades locales.
Existen infinidad de casos: en Latinoamérica, desde el corredor eólico en el Istmo de Tehuantepec como ejemplo de renovables, o las presas de ACS de Florentino Pérez en los ríos robados a pueblos indígenas en Guatemala, las minas del “Cerrejón”, la más grande del mundo en territorio del Pueblo Wayuu, o “El descanso” en territorio ancestral Yukpa; por poner algunos ejemplos.
En Survival abogamos por un modelo nuevo que tenga en su centro los derechos humanos y la diversidad humana. Un modelo dispuesto a plantar cara a los principales responsables de la pérdida de diversidad y el cambio climático: el consumo excesivo y la explotación de recursos a fines de lucro liderados por el Norte Global y sus corporaciones. De lo contrario, solo estaremos reproduciendo las causas de estas crisis y permitiendo que gobiernos, empresas y grandes ONG conservacionistas continúen con la explotación colonial de las vidas indígenas.
Nos consta que el gobierno de Tanzania ha intentado robar las tierras ancestrales de los Masáis - pueblo indígena - durante años. En junio fueron víctimas de una fuerte represión policial cuando se manifestaban para no ser expulsados de sus tierras. ¿Cuál es su situación ahora?
Como bien apuntas, el Pueblo Masái lleva siendo perseguido y expulsado de sus tierras ancestrales desde hace décadas.
En el caso de Loliondo, la comunidad se estaba manifestando el pasado junio contra el robo de 1.500 km2 de su territorio para convertirlo en reserva de caza y conservación. La policía tanzana disparó contra los manifestantes masáis. La violencia continuó hasta semanas después: 2 personas murieron, hubo más de 30 heridos y miles fueron forzados a huir al bosque y hacia la frontera keniana. Esta represión policial se llevó a cabo sin respaldo legal. El objetivo era instalar balizas para delimitar el área. Tras la coacción, simplemente volvieron con la ambición de colocar las balizas e impedir el acceso de los masáis.
El Gobierno tanzano desarrolló toda esta estratagema con el fin de transformar la tierra de las aldeas masáis legalmente registradas en reserva de caza para así poder robarlas. Es una trampa jurídica que va en contra de los derechos del Pueblo Masái. Les sirvió para justificar posteriores operaciones para expulsarlos a ellos y su ganado.
Ahora el Pueblo Masái, no solo de Loliondo, también de Ngorongoro, continúa denunciando esta estrategia de acoso del Gobierno. En Ngorongoro les imposibilitan el acceso a las fuentes de agua y a los servicios mínimos. Los fuerzan a la pobreza extrema. Así logran expulsarlos y consiguen hacer lo que quieren con sus tierras.
Por eso es tan importante que la atención pública no decaiga. Pero es difícil lograr que se mantenga puesto que las mismas estrategias se repiten en todo el mundo. En el panorama actual, si miramos con atención, tras estos abusos siempre encontramos la excusa de la conservación de la naturaleza o Soluciones Basadas en la Naturaleza.
¿A qué organismos o corporaciones está sirviendo el gobierno tanzano y por qué?
La violencia vivida por los masáis en junio 2023 es tan solo el último episodio del largo intento de las autoridades tanzanas por expulsarlos de sus tierras en Loliondo para dejar vía libre al turismo de safaris y a la caza de trofeos. Al parecer, será la empresa Otterlo Business Company (OBC), con sede en los Emiratos Árabes Unidos (EAU), que organiza excursiones de caza para la familia real del país y sus invitados, la que controlará la caza comercial en la zona.
También Alemania es uno de los principales financiadores de proyectos de conservación de la naturaleza en Tanzania, y está muy implicada en la elaboración de políticas conservacionistas en el país, que han provocado la expulsión de miles de indígenas de sus tierras. La Sociedad Zoológica de Frankfurt financia a guardaparques y funcionarios, algunos de los cuales, según los masáis, han participado en las últimas expulsiones.
Según vuestras informaciones, el Gobierno indio está despojando ilegalmente a los adivasis - pueblos indígenas - de las tierras en las que siempre han vivido y siempre han protegido, para dar paso a reservas de tigres donde los turistas son bienvenidos. Y esto sucede a pesar de que la legislación india protege específicamente el derecho de los adivasis a permanecer en sus territorios ancestrales. ¿Cómo un gobierno puede actuar en contra de su legislación?
Algunos de los pueblos adivasis de la India están siendo expulsados ilegalmente de sus tierras ancestrales en nombre de la conservación de tigres. Todo esto es ilegal: la ley dice que pueden permanecer en su tierra, pero con frecuencia los guardas forestales los arrestan, multan, golpean e intimidan hasta que se marchan.
La Ley de Derechos Forestales de la India reconoce los derechos de las comunidades tribales a permanecer en su tierra y a cosechar sus recursos, incluso cuando se ha convertido en una zona de conservación. Estos derechos se violan continuamente y muchos indígenas ni siquiera saben de su existencia.
Ocurre por la misma razón que ocurre en otras zonas del mundo: por el racismo y la conservación colonial. Prima la falsa narrativa de que los pueblos indígenas no pueden continuar viviendo en sus tierras ancestrales cuando las sociedades mayoritarias y en particular las grandes ONG conservacionistas deciden que son zonas que interesa conservar. Es absurdo. Son biodiversas precisamente por cómo estas comunidades han vivido en ellas y las han nutrido y protegido.
Si de verdad se quisiera proteger la biodiversidad, bastaría con garantizar los derechos de los pueblos indígenas, los mejores guardianes del mundo natural. De nuevo, está claro que bajo esa excusa se esconde el interés por explotar sus territorios ancestrales en nombre de la conservación y el turismo.
Ayúdanos a resistir
Millones de personas en todo el mundo están condenadas a sobrevivir en los márgenes del relato, silenciados por los grandes medios de comunicación que están al servicio de las oligarquías financieras. ‘Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadie con salir de pobres’, decía Eduardo Galenao. En Kamchatka queremos ser altavoz de aquellos que han sido hurtados de la voz y la palabra. Suscríbete desde 5 euros al mes y ayúdanos a contar su historia.
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