"La exigencia de renunciar a las ilusiones sobre su condición es la exigencia de renunciar a una condición que necesita de ilusiones. Exigir la renuncia a las ilusiones correspondientes a su estado presente es exigir la renuncia a una situación que necesita de ilusiones". Escribía Marx en su 'Crítica de la filosofía del derecho de Hegel', publicado en 1844.
Y es que dando un paseo por las calles de diferentes barrios de cualquier ciudad es difícil no tropezarse con al menos un par de establecimientos dedicados a vender piedras con poderes que vienen con manual de instrucciones, velas milagrosas que prometen atraer abundancia, o bien ofrecen predecirte el futuro, componer tu carta astral o alinearte los chakras.
En los últimos años, además de locales de apuestas y casas de empeño, los barrios obreros han experimentado la proliferación de tiendas esotéricas. El sociólogo Julio Embid en su libro 'Hijos del hormigón' se refiere a este suceso como "negocios basados en la economía de la miseria ajena; fenómenos que sólo se dan por la situación de crisis y empobrecimiento de la sociedad". Una población sometida a estados límite es fácil que se aferre a creencias mágico-religiosas, simbologías con significados ocultos que han de ser revelados y todo tipo de rituales espirituales completamente acientíficos como búsqueda permanente de ese algo que nos sacará del pozo de desgracia o nos acercará al ansiado halo de luz que no puede hallarse en lo terrenal; la salvación a la desesperación como fin último.
Una población sometida a estados límite es fácil que se aferre a creencias mágico-religiosas, simbologías con significados ocultos que han de ser revelados y todo tipo de rituales espirituales completamente acientíficos
Pero esto no ha sido siempre así: hay constancia de que en España se llevan echando las cartas desde el s. XIV, siendo durante siglos un pasatiempo basado en la adivinación casi exclusivo de la corte y que servía de distracción a la nobleza. En los años 80 una encuesta francesa revelaba que temas como la astrología contaba con más seguidores entre personas con estudios medios o superiores que entre quienes tenían apenas el graduado escolar; quizá la explicación se deba a que estas técnicas preternaturales no interpelan a ancianos, pobres, enfermos crónicos ni minorías oprimidas, y no porque éstas no las consuman, sino porque las mismas también operan dentro del propio marco de producción capitalista: el usuario debe identificarse con personas jóvenes sanas de clase media-alta, con capacidad de aprovechar las oportunidades de un destino ya escrito, es decir: una forma más de someternos a la aspiración, al ascenso en la escala social, a convertirnos en eso que nos dicen que aún no somos, pero seremos si nos esforzamos lo suficiente. No es de extrañar que el barrio de Salamanca de Madrid, conocido por acoger las tiendas más exclusivas o los restaurantes más selectos de la capital, sea también foco del esoterismo new age.
Conviene saber que estos usuarios ya vienen predispuestos por los manuales de autoayuda, desde donde se les exige que persigan su realización personal por encima de todo; que sepan gestionar su vida y convertirse en su mejor versión. En definitiva, que para tener más autonomía se vuelvan "expertos en sí mismos", conociendo bien sus puntos fuertes para alcanzar los objetivos. No obstante, en la práctica, la exaltada independencia se traduce en una nueva dependencia: la subordinación al oportunismo de empresarios privados que "enseñan a autogestionarse" a cambio de precios desorbitados. Quien no pueda contratar sus servicios de coaching deberá apañarse con los horóscopos y demás rituales en donde en nombre de la mecánica celeste alcanzan a ofrecer todo tipo de consejos banales adoptando el papel de consultor sentimental, entrenador personal, psicólogo o asesor financiero según corresponda y a demanda de cada cliente.
"La meta de la profecía nunca es tener razón sobre el futuro, sino operar sobre el presente: imponer aquí y ahora la espera, la pasividad y la sumisión». De la revista sobre filosofía fundada en 1999, 'Tiqqun'.
En los años 50, el filósofo Theodor Adorno estudió laboriosamente los horóscopos publicados en 'Los Angeles Times' y concluyó que a través de éstos, el malestar causado por el entorno es sistemáticamente reconducido al lector: para los problemas sociales se prescriben soluciones individuales. El también filósofo Roland Barthes observó que "la astrología prepara para un mundo competitivo donde lo único que cuenta es el éxito". Visto lo visto, las conclusiones de los astros se parecen sospechosamente a los mandatos que la sociedad neoliberal nos dicta continuamente.
En los años 50, el filósofo Theodor Adorno estudió laboriosamente los horóscopos publicados en 'Los Angeles Times' y concluyó que a través de éstos, el malestar causado por el entorno es sistemáticamente reconducido al lector: para los problemas sociales se prescriben soluciones individuales
En psicología profesar creencias sobre astrología, adivinación, numerología etc. lleva el nombre de "efecto forer" o "falacia de validación personal", y, según expertos, existen dos vías para verse seducido por el pensamiento mágico o esotérico. La vertiente de la clase media-alta parte del privilegio: el desarrollo personal, el crecimiento interior, la elevación del espíritu... Cultura del Yo a fin de cuentas. Mientras que la otra vertiente es la de la ansiedad y la angustia: personas de rentas bajas que buscan o demandan servicios de tipo mágico o de videncia para tratar de resolver problemas vitales que normalmente abarcan los campos del dinero y la salud. Esto puede llegar a convertirse en en una patología que conduce a gastar dinero de manera obsesiva en el intento desesperado de tener una sensación de control sobre lo que es rotundamente incontrolable. Las personas que caen en estas redes acaban endeudadas y distanciadas de su familia y amigos.
¿Entonces la gente no puede tener una cosmovisión particular del mundo y lo relativo a él? Por supuesto que sí; el pensamiento mágico, las supersticiones y las religiones siempre han existido sorteando la evidencia científica; el problema se manifiesta cuando a estas líneas de pensamiento se les da tanto pábulo que se materializan creando a su alrededor un fulgor de veracidad con consecuencias sociales desastrosas. Espacios en prime time para personajes como el Maestro Joao o Esperanza Gracia, sin especificar que, por mucho que nos fascinen sus ocurrencias, igual que nos pueden fascinar el cine, el teatro o la literatura, continúan siendo ficción.
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