Antes de hacer esta entrevista le pido a un feligrés de las teorías de la conspiración que le eche un ojo al libro. Apenas le bastan un par de minutos para detectar el olor a podrido. "Trabajó en la MTV", afirma rotundo. La cadena de televisión entrega anualmente los premios Video Music Awards y la gala del 2017 es para los conspiranoicos la prueba tangible de la existencia de un nuevo orden mundial que domina el mundo desde las sombras tenebrosas del estado profundo. "Yo era freelance, no visité las oficinas de la MTV". Noel Ceballos (Madrid, 1985) asegura que nunca vio reptiles de inteligencia superior durante su paso por el canal estadounidense.
En ‘El pensamiento conspiranoico’ (Arpa, 2021) disección los orígenes de las teorías que pretenden explicar el mundo más allá de la razón, pero lo hace desde una posición didáctica y aséptica, alejada de los mensajes paternalistas irradiados de burlas e imposición. "El pensamiento conspiranoico es muy dogmático. Hay que intentar que se hagan preguntas, que se cuestionen sus convicciones a través de la empatía y el diálogo".
Hablamos por teléfono y enseguida percibo la fascinación compartida de aquella generación que creció imbuida por la desaparición de la hermana del agente Mulder y los mensajes cifrados del fumador. Ceballos navega entre la comprensión y el escepticismo de Dana Scully, pero advierte que tras los discursos aparentemente inocuos de la conspiranoia se esconde la estrategia de la antipolítica que la extrema derecha está instrumentalizando en estos tiempos de zozobra donde ya no existen las verdades universales. "Con el asalto al Capitolio se constató que el pensamiento conspiranoico puede tener consecuencias fatales para la democracia".
¿Por qué este libro?
Me fascinan las teorías de la conspiración. Dicen mucho sobre los miedos y las ansiedades de la sociedad en cada época. Es muy interesante desde un punto de vista sociológico y antropológico.
¿Qué es el pensamiento conspiranoico?
Son unas gafas para ver el mundo y una vez que te las pones todo tu experiencia de realidad va a estar tamizada por la conspiranoia. Básicamente consiste en la certeza de que unas élites minoritarias tienen un plan específico para controlar nuestras vidas.
Parece una religión.
Se parece mucho a una secta, pero no creo que las religiones sean conspiranoicas. La conspiranoia, como las sectas, son malévolas por definición, aunque es cierto que en los últimos años ha surgido la teoría de la conspiración benévola. Los seguidores de Trump, por ejemplo, creen firmemente que el expresidente estaba luchando contra el estado profundo para salvar al país.
Algunas de las primeras sociedades secretas se crearon para combatir las religiones.
Más que para combatirlas, para ocupar su poder. Pero aquellas sociedades secretas desaparecieron hace mucho, aunque el pensamiento conspiranoico las recuperara de vez en cuando.
¿Se puede dibujar un perfil del conspiranoico?
Antes de la pandemia se podía hacer un retrato robot, pero la COVID ha sido un acelerador sin precedentes de la conspiranoia que ha difuminado cualquier límite. Ahora hay conspiranoicos de todo tipo, algunos tienen formación universitaria y buenos trabajos y otros, sin embargo, carecen de nivel cultural.
El antisemitismo parece ser un rasgo común.
Está presente en muchas teorías de la conspiración, aunque en las actuales de una forma mucho más velada. Ahora tienen a figuras como George Soros, el supervillano que mueve los hilos del mundo. Ahora llaman "globalistas" a lo que antes era "el judío internacional". La única diferencia con ‘Los protocolos de los sabios del Sion’ es que en la actualidad ese antisemitismo no es tan transparente.
El antisemitismo está presente en muchas teorías de la conspiración. Ahora llaman "globalistas" a lo que antes era "el judío internacional"
¿Hay intereses políticos o económicos en las teorías de la conspiración?
Hay mucho dinero detrás de las campañas de desinformación y lo estamos viendo con la pandemia en Estados Unidos. La llamada alt right impulsa narrativas contrarias a las vacunas para fidelizar y ensanchar su nicho de seguidores. El pensamiento conspiranoico y la extrema derecha son buenos compañeros de viaje, porque le dice a gente que está desencantada con el sistema que el sistema está amañado.
Pero también existe la conspiración en la izquierda.
La conspiración no tiene ideología, pero la extrema derecha, en el contexto actual, está buceando de forma muy explícita en la estrategia de bulos y desinformación.
¿Las conspiraciones tienen una parte de verdad?
Las conspiraciones que perduran tienen un porcentaje de datos reales, un porcentaje de datos falsos y otro tanto de rumorología. Vivimos en una época donde tenemos a nuestro alcance muchas herramientas para controlar al poder, y por tanto, algunos escándalos que surgieron como una conspiración se demostrarán finalmente ciertos. Para cualquier sociedad es muy saludable mantener una posición crítica, pero que aparezcan casos de corrupción no significa que los gobiernos sean títeres de una élite globalista que actúa desde las sombras.
¿Existe una relación entre el pensamiento conspiranoico y la antipolítica?
La conspiranoia es una de las herramientas más útiles de la antipolítica. Los trumpistas, por ejemplo, intentan convencer a los republicanos de que sus rivales del Partido Demócrata son un grupo de satanistas relacionados con una red de pedofilia internacional. Es muy peligroso para la democracia demonizar de una forma tan brutal al oponente y con el asalto al Capitolio pudimos constatar que puede tener consecuencias para el normal funcionamiento de la instituciones.
La conspiranoia es una de las herramientas más útiles de la antipolítica
Y en el caso de España, ¿fue la dictadura franquista un régimen conspiranoico?
Sí, sin duda. Franco convirtió a sus enemigos personales en los enemigos de la patria y los unificó bajo un mismo paraguas, con la famosa conspiración judeo masónica comunista internacional. Y le resultó muy útil, sobre todo en los primeros años, porque en un contexto de autarquía y aislamiento, la figura del enemigo exterior funciona como un gran pegamento social.
¿Cuándo y cómo surge la figura de Bill Gates como una especie de nuevo doctor Moreau?
Es complicado establecer una fecha exacta, pero los conspiranoicos recurren habitualmente a una charla TED en el año 2015. Bill Gates dijo que la Tercera Guerra Mundial se libraría con virus y esa afirmación es muy golosa para la mente conspiranoica. Están convencidos de que creó la enfermedad para más tarde, a través de su fundación, vendernos una vacuna que en realidad es un microchip de control individual.
¿Qué papel están jugando las corporaciones tecnológicas en la diseminación de este tipo de bulos?
Los grandes plutócratas tecnológicos de Silicon Valley tienen una ideología libertaria. Se han negado a regular las conversaciones en las redes sociales porque creían en la autorregulación de los usuarios. Ahora están empezando a tomar medidas para frenar las campañas de acoso, los insultos y la desinformación, pero llegan tarde, porque el bulo siempre viaja más rápido que el desmentido.
Y con semejante panorama, ¿cómo se puede confrontar a un conspiranoico?
No sirve de nada imponer tu visión porque vivimos en una época donde no existen las verdades comunes. La empatía y el diálogo son buenas herramientas que pueden despertar la duda. El pensamiento conspiranoico es muy dogmático y por experiencia histórica sabemos que la mejor forma de combatir los dogmas es hacer preguntas que fuercen a la reflexión.
¿Qué nos depara el futuro? ¿Se atisba alguna nueva conspiración?
Mientras escribía el libro llegó la borrasca Filomena. Pensaba que lo había visto todo, pero entonces hubo gente que decía que la nieve era de plástico. No sé qué será lo próximo, pero el pensamiento conspiranoico perdurará, más aún ahora, en un tiempo donde los grandes avances tecnológicos precipitan el cambio hacia un nuevo mundo.
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