Hoy se juega la final de la Copa Mundial 2022 en Qatar. El país anfitrión, que accedió a la fase de grupos por el hecho de organizar la competición, perdió en todos los encuentros que disputó. Su afición ofreció una imagen poco decorosa al abandonar el estadio en mitad del partido inaugural, hace apenas cuatro semanas. Gestos así resultan extraños al mundo del fútbol, pero es que Qatar no tiene, en efecto, cultura deportiva.
De hecho, para los mundiales de balonmano de 2015 y atletismo de 2019 contrataron a extranjeros como figurantes para apoyar a su selección e incluso a otras que tenían sus bancadas vacías, y todo apunta a que este año han repetido la estrategia. A pocos días del inicio del mundial, la organización publicó una serie de vídeos de supuestos fans de diversas selecciones, entre ellas la española, todos ellos hombres y con rasgos del subcontinente indio. El New York Times desveló que aficionados de distintos países, entre ellos Estados Unidos, estaban siendo agasajados con los gastos cubiertos durante la competición a cambio de apoyar a sus equipos nacionales y reportar a quienes critiquen a Qatar. Así lo reconoció un neerlandés a la radiotelevisión pública NOS, y así lo relató también Carlos Herrera tras viajar al país a cubrir el mundial: "El gobierno de Qatar cogió a los qataríes y a los no qataríes y les dijo: vamos a ver, a ti te ha tocado Ghana o te ha tocado Irán".
En Qatar se difumina la frontera entre lo espontáneo y lo impostado, entre el deporte y la escenificación del deporte. Un aura de sordidez lo impregna todo. El elefante está en la habitación y los hinchas pueden percibirlo, pero no debe ser nombrado.
Qatar es una monarquía que se comporta como absoluta en la práctica, dominada por la dinastía de los Al Thani desde 1850. Se encuentra entre los principales exportadores de gas natural en el mundo y sobre estos cimientos ha erigido en las últimas décadas emblemáticos edificios considerados proezas desde el punto de vista arquitectónico. Con un PIB de 220.000 millones de dólares, cuenta con una población nacional de unas 330.000 personas. No obstante, la población total sobrepasa los 3 millones de habitantes. Según datos recientes, Egipto, Filipinas, Pakistán y Sri Lanka son lugares de procedencia habituales entre los extranjeros en Qatar, aunque no tanto como los bangladeshíes y nepalíes que superan en número a los propios qataríes. Sin embargo, el grupo mayoritario es el procedente de la India, que los duplica con creces: 700.000 personas se encontraban en territorio qatarí en 2019.
ESCLAVISMO DEL SIGLO XXI
Los extranjeros componen entre el 89 y el 95% de la fuerza de trabajo en Qatar. Buena parte de ellos migraron a Qatar cuando el sistema kafala estaba en vigor: para volar debían conseguir un "patrocinador", que les retendría los pasaportes y tendría potestad para retenerlos o expulsarlos del país a voluntad, así como para impedirles cambiar de trabajo hasta el término de sus contratos. Además, el jefe debía proveerles alojamiento y comida. A menudo en el viaje contraían una deuda con el empleador que podían tardar años en saldar. Este sistema esclavista está presente en países como Arabia Saudí, Baréin o los Emiratos Árabes Unidos, aunque otros países con mejor prensa como Singapur funcionan de forma muy similar. Las fuertes críticas y las exigencias de los organismos internacionales lograron que en septiembre de 2018 Qatar reformase la legislación para que los trabajadores pudieran abandonar el país cuando quisieran, y desde septiembre de 2020 pueden cambiar de empleo si lo solicitan al Ministerio de Trabajo.
A menudo en el viaje contraían una deuda con el empleador que podían tardar años en saldar
Al menos sobre el papel, ya que, según HRW, la aplicación de estas reformas nunca ha llegado a hacerse plenamente efectiva y las confiscaciones de pasaporte, entre otros abusos, siguen a la orden del día, llegando según la OIT hasta los castigos físicos. Además, en febrero de 2021 el Consejo Consultativo de Qatar (Shura) se pronunció en desacuerdo con la nueva normativa, lo que hace prever una posible vuelta atrás una vez concluido el mundial.
En septiembre de 2020, Qatar introdujo un salario mínimo para todos los trabajadores, fijado en 1.000 riales mensuales -267 euros-, si bien muchos obreros cobran por debajo del salario mínimo o, lo que es peor, no cobran. Un empleado de la organización del mundial fue condenado a prisión por un montaje policial por negarse a desvincular en 2019 una huelga de 5.000 trabajadores por impagos de salarios con los preparativos del evento deportivo. Un informe de 2011 de la Confederación Sindical Internacional recoge que en Qatar solo existía un sindicato legal para los nacionales. Para los extranjeros, las huelgas y los sindicatos están prohibidos. Hace apenas cuatro meses, las autoridades detuvieron a 60 trabajadores de entre 300 que protestaban porque llevaban siete meses sin cobrar.
Organizaciones como Amnistía Internacional y HRW han documentado las condiciones extenuantes de trabajo a las que se ven sometidos: jornadas de 12 horas, a más de 40 ºC, bajo presión y vigilancia constantes para que no paren a descansar ni un minuto, y con alojamientos insalubres donde se aglomeran los obreros. Trabajadores vinculados al mundial entrevistados por Amnistía en abril de 2022 declararon llevar años trabajando sin un día de descanso. Reuters reveló que miles de trabajadores fueron expulsados de sus alojamientos en Doha a pocas semanas del comienzo de un mundial que habían levantado con sus propias manos, viéndose sin más opción que dormir al raso. A uno de los edificios, que albergaba a 1.200 trabajadores, el aviso les llegó con dos horas de antelación, de manera que quienes se encontraban trabajando ni siquiera pudieron recoger sus pertenencias.
Miles de trabajadores fueron expulsados de sus alojamientos en Doha a pocas semanas del comienzo de un mundial que habían levantado con sus propias manos, viéndose sin más opción que dormir al raso
La normativa qatarí estipulaba hasta 2020 que los trabajadores debían descansar durante una franja horaria de tan solo 2 horas y media centrales del día entre los meses de junio y agosto, en la que suelen superarse los 50 ºC. Una publicación de The Guardian demostró que se estaban produciendo muertes por parada cardiorrespiratoria debido al trabajo a altas temperaturas y, según un estudio publicado en la revista científica Cardiology, el 35% de muertes por motivos cardiovasculares podrían haberse evitado protegiéndose del calor. Desde 2020 la franja en la que se prohíbe el trabajo se amplió a 4 horas y media aunque, de nuevo, no siempre se cumpla. Aun así, según datos recabados por la OIT, el número de personas atendidas por complicaciones cardiovasculares de dividió casi por 5 entre el verano de 2020 y el de 2022.
Se han documentado numerosas muertes relacionadas con el megaevento. No obstante, no es posible determinar cuántas vidas ha podido cobrarse. En los estadios trabajaron unos 36.000 obreros de los 2 millones y medio de extranjeros empleados en Qatar. Sin embargo, es difícil discernir qué obras se hubieran producido sin mundial y cuáles no, o si hubieran sido sustituidas por otras: con la mirada puesta en el mundial y en poder acoger a 1,2 millones de aficionados según las estimaciones -casi 4 veces la población nacional-, Qatar también ha construido un nuevo aeropuerto, un sistema de metro, numerosas carreteras, un centenar de hoteles e incluso una nueva ciudad al completo: Lusail. Allí se encuentra el estadio que albergará la final.
La falta de transparencia por parte de Qatar llevó a algunos medios a apoyarse en los datos de las embajadas para estimar la mortalidad asociada al mundial: desde su adjudicación en el 2010 y hasta 2020, 824 pakistaníes fallecieron por cualquier circunstancia, y entre 2011 y 2020 corrieron el mismo destino 5.927 trabajadores de India, Bangladesh, Nepal y Sri Lanka. Estas cifras, reveladas por The Guardian, llevaron a la popularización de que más de 6.500 trabajadores habían fallecido en las obras del mundial de Qatar, si bien la cifra por una parte no abarca a todos los inmigrantes y por la otra incluye muertes no vinculadas al mundial o por causas no laborales.
No obstante, recientemente Qatar ha comenzado a proporcionar información oficial. Las autoridades estiman que pueden haberse producido 400 muertes relacionadas con los preparativos del mundial y reconocen 37 fallecidos en la construcción de los siete estadios, aunque solo tres por causas laborales. En realidad, el emirato no realiza autopsias ni investigación al respecto de "causas naturales" como infartos, golpes de calor y similares. Según los datos oficiales de Qatar 15.799 extranjeros han fallecido en el país entre 2011 y 2020, lo que resulta compatible con los datos ofrecidos por las embajadas. Según descubrieron The Guardian y Amnistía Internacional, alrededor del 70% de los fallecimientos de extranjeros -al menos de India, Nepal y Bangladesh- están justificados como debidos a causas naturales o parada cardíaca, o lo que es lo mismo a ojos de Amnistía, no han sido explicados.
Según descubrieron The Guardian y Amnistía Internacional, alrededor del 70% de los fallecimientos de extranjeros -al menos de India, Nepal y Bangladesh- están justificados como debidos a causas naturales o parada cardíaca, o lo que es lo mismo a ojos de Amnistía, no han sido explicados
Qatar argumenta que la tasa de mortalidad es la esperada para el tamaño de población inmigrante del país y, de hecho, la tasa de mortalidad de los ciudadanos qataríes es mayor que la de los extranjeros, pero el argumento encierra una importante trampa: las autoridades del emirato están comparando a una población sin sesgo etario con una de personas que van a trabajar, mayoritariamente jóvenes -de hecho, el 60% de extranjeros fallecidos no llegan a los 55 años de edad- y que antes de volar deben someterse a un chequeo médico que confirme que acuden en buen estado físico y no padecen SIDA, hepatitis, sífilis o tuberculosis. Además, la Sanidad de Qatar ofrece una cobertura muy escasa, y si los trabajadores se enferman son incapaces de costearse la atención médica sin retornar a sus países, de manera que muchas defunciones no computan en los datos del país del Golfo. Los trabajadores en Qatar denuncian que les dan agua sucia para beber y, casualmente, en Nepal se están disparando los casos de enfermedades renales en jóvenes que regresan de Oriente Próximo.
UN MUNDIAL EN EL QUE NO CABEN TODOS
Si bien es cierto que los trabajos más exigentes físicamente los ejercen fundamentalmente hombres, de acuerdo con Amnistía Internacional las mujeres son generalmente las encargadas del trabajo doméstico que 173.000 migrantes desempeñan en Qatar en condiciones de mayor vulnerabilidad y falta de control. De entre 105 mujeres entrevistadas en el 2020, después de las reformas introducidas, 90 declararon trabajar habitualmente más de 14 horas diarias, 89 trabajar los siete días de la semana y 87 tener el pasaporte confiscado por sus empleadores. 15 de ellas declararon haber recibido agresiones físicas o palizas a manos de sus jefes, incluyendo agarrones del pelo y escupitajos, y 5 declararon haber sido violadas, aunque por lo general no denuncian: de acuerdo con Human Rights Watch, las mujeres que lo hagan pueden enfrentarse a una acusación por sexo extramarital, que según el Código Penal de Qatar supone hasta 7 años de prisión y flagelación para las solteras, y la pena de muerte para las casadas. Un informe de la ONU recogía en 2012 que esta clase de violaciones eran "numerosas" en el país.
15 de ellas declararon haber recibido agresiones físicas o palizas a manos de sus jefes, incluyendo agarrones del pelo y escupitajos, y 5 declararon haber sido violadas, aunque por lo general no denuncian
El caso más mediático lo sufrió Paola Schietekat, una mexicana que fue agredida sexualmente en junio de 2021 mientras trabajaba como economista conductual para la organización del mundial de Qatar. Se dirigió a la Policía a interponer la correspondiente denuncia y salió como acusada en un proceso en el que desconocía los delitos que se le imputaban y sin derecho a traductor. Fue condenada en primera instancia a 7 años de cárcel y 100 latigazos, si bien la intercesión del comité organizador del mundial y la presión de organismos internacionales lograron que el Ministerio de Interior qatarí le permitiese abandonar el país. Finalmente, y gracias a la intervención de la cancillería mexicana, que le facilitó un abogado, logró que se revisara su caso y se le anulara la condena, una suerte que no corren la mayoría de trabajadoras sin recursos en Qatar.
Además, el emirato somete a las mujeres a la tutela masculina, lo que implica entre otras cosas que deben solicitar permiso de un hombre para viajar -excepto solteras de más de 25 años-, y no pueden negarse a tener sexo con su marido sin una razón "legítima". Por otro lado, la homosexualidad entre hombres se condena con hasta 7 años de prisión, y las penas por "instigar" a la homosexualidad alcanzan los 3 años de cárcel. Qatar, que presume de ser un país "hospitalario", lleva advirtiendo desde 2021 de que los homosexuales que vayan al mundial no deben exhibir muestras de afecto con otros hombres en público y tildó a la homosexualidad de "desviación mental" a escasos días de dar inicio al torneo. El portavoz de la competición llegó a alertar de que portar la bandera LGBT podría suponer hasta 11 años de cárcel, si bien acabarían ofreciendo informaciones contradictorias al respecto.
El emirato somete a las mujeres a la tutela masculina, lo que implica entre otras cosas que deben solicitar permiso de un hombre para viajar -excepto solteras de más de 25 años-, y no pueden negarse a tener sexo con su marido sin una razón "legítima"
El periodista deportivo estadounidense Grant Wahl hizo la prueba: intentó acceder a un partido con una bandera LGBT en la camiseta y fue retenido por las autoridades qataríes, que le registraron el teléfono móvil y le exigieron quitarse la camiseta. El Ministerio de Exteriores de España recomendó a las turistas evitar el activismo LGBT y las faldas demasiado cortas a pocos días de empezar el mundial. La FIFA también impidió a los capitanes de las selecciones exhibir la bandera en sus brazaletes bajo amenaza de sanción -puestos a prohibir, ni siquiera permitió a Dinamarca entrenar con una camiseta con el lema "derechos humanos para todos" en honor a los trabajadores-.
La Copa Mundial 2022 ha supuesto la paralización del calendario de fútbol durante cuatro semanas y su reacomodación. Es la primera vez que se interrumpe el ritmo de las competiciones nacionales y continentales por el mundial, lo que supone un parón para la mayoría de los jugadores. A más de 40 ºC se pueden levantar estadios, pero jugar al fútbol no. ¿Cómo se gesta la adjudicación por parte de la FIFA de la organización del mundial a un país semiesclavista, con unas temperaturas extremas, con una legislación que excluye a una parte de la afición y sin tradición futbolística alguna?
ALMAS GEMELAS
Lo primero que debemos conocer es cómo funciona la FIFA, entidad fundada en 1904 encargada desde 1930 de organizar los mundiales. La llegada de João Havelange a la presidencia del organismo en 1974, con Sepp Blatter como segundo de abordo, representaría la transformación de su modelo mediante la colaboración con empresas privadas y la conformación de un sistema de corrupción que implicaba la concesión de pagos o favores a ciertos ejecutivos, o bien a las federaciones deportivas que representaban, a cambio de apoyo para decantar el éxito de las candidaturas tanto a presidir la FIFA como, por parte de los distintos países, a acoger el mundial.
Sepp Blatter relevaría a Havelange al frente de la FIFA en 1998, tras tener conocimiento de que su antecesor había recibido sobornos y pactar con él una salida que no provocase mucho escándalo. Según refleja la serie documental 'Los entresijos de la FIFA', para lograr ser elegido debió buscar apoyo en Michel Platini, toda una autoridad en el fútbol que se situaría al frente de la UEFA -confederación de ámbito europeo-, así como en la confederación africana COSAFA, a cambio de un mundial en Sudáfrica. A pesar de ello, Sudáfrica conseguiría varios apoyos a su candidatura mediante el pago de importantes cantidades de dinero a varios ejecutivos para el desarrollo de proyectos futbolísticos o bien para proyectos sociales destinados a la comunidad afrodescendiente en el Caribe, en el caso de los $10 millones destinados a Jack Warner, presidente de la confederación norteamericana, centroamericana y caribeña -CONCACAF-. De esos 10 millones nunca más se supo.
Este esquema era bien conocido por el presidente de la Confederación Asiática de Fútbol, el qatarí Mohamed Bin Hammam, cuando se celebró la doble votación en diciembre de 2010 de los países anfitriones de los mundiales de 2018 y 2022. El plan de Blatter era, aparentemente, adjudicar el primero a Rusia y el segundo a los Estados Unidos, representando un equilibrio entre dos polos geopolíticos y que el fútbol une y se sobrepone a cualquier antagonismo. Pero su estrategia acabaría frustrándose.
Hassan Al Thawadi, director de la candidatura de Qatar, no se andaba con rodeos: "La Copa Mundial de la FIFA en Qatar facilitará oportunidades comerciales inigualables". Las autoridades qataríes emprendieron una activa campaña de acuerdos para lograr el éxito de su candidatura. Aunque en muchos casos no es posible demostrar la vinculación entre estos pactos y el mundial, The Telegraph desveló a partir de documentos filtrados que Bin Hammam había intervenido en un acuerdo gasístico con Tailandia a cambio de apoyo para el mundial.
En el plano de los favores individuales, The Sunday Times desveló que el directivo de la FIFA Mario Lefkaritis había vendido unos terrenos a Qatar por 32 millones de euros. El mismo medio entrevistó a una traductora de Al Thawadi, a la que las autoridades qataríes amenazaron para que callase tras presenciar cómo el director de la candidatura de la Qatar había ofrecido $1,5 millones por cabeza para el desarrollo de proyectos futbolísticos a otros tres ejecutivos de la FIFA que aceptaron la oferta. La traductora acabaría sufriendo amenazas, hasta hacerla firmar una declaración jurada conforme había mentido en la entrevista. En Sudamérica, Julio Grondona, Nicolás Leoz y Ricardo Teixeira también fueron señalados por cobrar sobornos a cambio de apoyar a Qatar -en el último caso habría intermediado Sandro Rosell-. En una entrevista para Financial Times, Sepp Blatter también señaló a Ángel María Villar, presidente de la Federación Española de Fútbol, por coaligarse con los sudamericanos para intercambiar votos con Qatar. Jack Warner, presidente de la CONCACAF, que tenía por secretario general al estadounidense Chuck Blazer, traicionó a su propia confederación y en vez de barrer para casa votó a Qatar a cambio de importantes sumas de dinero.
Pero si un caso fue sonado, fue el de Michel Platini, mano derecha de Sepp Blatter que se había manifestado a favor de llevar el mundial a los Estados Unidos. Bajo el título de QatarGate, la revista francesa France Football, la misma que se encarga de otorgar el Balón de Oro, publicó en 2013 un reportaje de 20 páginas sobre el encuentro que a diez días de la votación tuvo Michel Platini en el Palacio del Elíseo con el entonces Presidente de Francia, Nicolas Sarkozy; el en aquel momento príncipe heredero de Qatar y actual emir, Tamim Bin Hamad Al Thani y Sébastien Bazin, entonces propietario del PSG. En la reunión se habló de las ventajas que tendría para Francia el voto de Platini a Qatar, que se comprometía a aumentar su participación en el conglomerado Lagardère, a crear en Francia un canal de beIN Sport -filial de Al Jazeera- que arrebatase los derechos televisivos futbolísticos a Canal+ -crítico con el gobierno-, y a comprar el PSG, que se encontraba al borde de la bancarrota y de bajar a segunda división, y Sarkozy estaba interesado en reflotarlo. Esta operación se efectuaría en junio de 2011 y hoy el equipo parisino cuenta con estrellas como Mbappé, Neymar o Messi.
Qatar aumentaba así su presencia en Europa: el presidente del PSG, preside al mismo tiempo el fondo Qatar Sports Investments, que controla beIN Sport, así como la Asociación de Clubs Europeos -que representa a todos los clubs del continente- y como tal es miembro del Comité Ejecutivo de la UEFA. Pocos años después, los Al Thani ficharían al hijo mayor de Platini, Laurent Platini, como directivo de Burrda, dependiente de Qatar Sports Investments.
Qatar aumentaba así su presencia en Europa: el presidente del PSG, preside al mismo tiempo el fondo Qatar Sports Investments, que controla beIN Sport, así como la Asociación de Clubs Europeos -que representa a todos los clubs del continente- y como tal es miembro del Comité Ejecutivo de la UEFA
De los 24 delegados que conformaban el Comité Ejecutivo encargado de las votaciones en aquel momento -posteriormente sería sustituido por un Consejo con una representación más amplia-, dos no llegaron a la elección por, supuestamente, vender su voto a empresarios estadounidenses. El resultado: 14 votos a favor de Qatar, 8 a favor de los Estados Unidos, y, según reportó The Washington Post, un espejo roto de un puñetazo en casa de los Clinton, que habían ayudado a impulsar la candidatura de su país.
Ciertamente, la FIFA había pisado un callo importante, y su integridad quedó pendiente de un hilo que solo necesitó un último tirón para romperse: en el 2011, el presidente de Confederación Asiática de Fútbol Bin Hammam se presentó contra Sepp Blatter, que había apoyado a los Estados Unidos, para presidir la FIFA. Sepp Blatter excluyó al qatarí de un congreso en el que hizo campaña a favor de su continuidad. Bin Hammam se alió con Jack Warner para responder con la misma moneda, quien le organizó un congreso en Trinidad y Tobago a espaldas de Chuck Blazer. En aquel congreso se obsequió a las federaciones con sobres de $40.000, y la información llegó a oídos de Blazer, lo que supuso la ruptura definitiva con Warner. Si bien Sepp Blatter y Bin Hammam pactarían a tres días de la elección que Bin Hammam retirase su candidatura a cambio de no agitar las aguas, Chuck Blazer conseguiría la suspensión de Bin Hammam y Jack Warner por corrupción, tras lo que Warner declararía que se acercaba un tsunami a la FIFA.
Efectivamente, se descubrió que Chuck Blazer se había enriquecido a expensas de la CONCACAF, que atesoraba decenas de millones de dólares en paraísos fiscales, que nunca había pagado impuestos en 15 años y que había cobrado sobornos y comisiones en numerosas ocasiones, como los mundiales de Francia y de Sudáfrica. Sin embargo, el FBI le ofreció ventajas en su proceso a cambio de actuar de infiltrado -llegando a acudir con micrófono a las reuniones- para investigar a la FIFA más a fondo, lo que conduciría a una macrorredada en 2015 que se saldaría con 14 arrestados. Las denuncias e investigaciones por corrupción se fueron acumulando. Actualmente hay procesos de envergadura que continúan abiertos, pero ya hay condenados como Valcke, secretario general de la FIFA entre 2007 y 2015.
En vista de lo relatado -y de los sueldos, en algunos casos millonarios, que cobran los directivos- resulta paradójico que la FIFA esté registrada como una organización sin ánimo de lucro. O quizás, más que paradójico, estratégico. Una estrategia que también une a la FIFA a Qatar: la de fiscalidad, ya que la FIFA se beneficia de su estatus para pagar tan solo un 12% de impuestos sobre sus beneficios en su sede en Zúrich. Además, este año abrió oficinas en Francia tras llegar a un acuerdo con Macron. Según publicó Le Monde, la FIFA en Francia no está pagando impuestos. El modelo de negocio de la FIFA se apoya fundamentalmente en los derechos televisivos, mientras transfiere a los países anfitriones del mundial los gastos relativos a los preparativos. A estos países, según reveló el gobierno neerlandés, se les exigen exenciones fiscales para la FIFA, las confederaciones afiliadas o los proveedores de servicios a la FIFA. Así ocurrió en Brasil en 2014: la FIFA y sus socios evitaron el pago de 1.100 millones de reales gracias a exenciones fiscales excepcionales que Lula da Silva se comprometió en 2007 a concederles. Por lo tanto, ¿qué mejor país para celebrar un mundial que Qatar, el paraíso fiscal que vive de las rentas de los hidrocarburos con una de las tasas impositivas más bajas del planeta?
Conforme prosperaron las investigaciones fueron desmoronándose los antiguos cargos de la FIFA, a la vez que las reformas introducidas para combatir la corrupción en la institución iban quedando en entredicho a medida que se sucedían los escándalos. Por ejemplo, la FIFA creó una Comisión de Ética para investigar la adjudicación del mundial a Qatar, pero el reputado ex fiscal general estadounidense Michael García, encargado de elaborar el "informe García" para la Comisión de Ética en 2014, dimitió al negarse la FIFA de Blatter a publicarlo íntegro en aquel momento —solo lo hizo en 2017 una vez que llegó a manos del diario alemán Bild—. Si algo deja en evidencia la serie documental de La Media Inglesa titulada 'Qatar: El mundial a sus pies¡ es que la FIFA actual, presidida desde 2016 por Gianni Infantino no ha dejado de reproducir los mismos esquemas. De hecho, Infantino se ha mudado a vivir en Qatar en octubre de 2021.
La FIFA creó una Comisión de Ética para investigar la adjudicación del mundial a Qatar, pero el reputado ex fiscal general estadounidense Michael García, encargado de elaborar el "informe García" para la Comisión de Ética en 2014, dimitió al negarse la FIFA de Blatter a publicarlo íntegro en aquel momento
Por otro lado, la compra de voluntades y posicionamientos favorables a golpe de tocateja constituye una pauta a seguir para Qatar también fuera de la FIFA. Qatar consiguió que leyendas del fútbol como Xavi Hernández, Pep Guardiola, Zinedine Zidane o David Beckham le hicieran campaña a cambio de cuantiosos contratos como embajadores del país -en el caso de Beckham, 17,5 millones de euros anuales durante 10 años, es decir, 5.500 sueldos mínimos qataríes-. El streamer Ibai también apuntó a una posible contratación encubierta de influencers durante el mundial. Y es que en Qatar, todo es de plástico.
Recientemente, cuando comenzaba a disputarse mundial, el Parlamento Europeo votó una resolución sobre las condiciones en las que se desarrollaron los preparativos del mundial de Qatar, a propuesta del grupo político de izquierda The Left y tras un año de obstaculizaciones. La eurodeputada griega del S&D (socialdemócratas) Eva Kaili presentó a Qatar en el debate como un país "a la vanguardia de los derechos laborales" en el mundo árabe y añadió que lo que se estaba pidiendo con esa votación era "discriminarlos". Fue precisamente su grupo el encargado de redactar la resolución votada, y lo hizo en un sentido contrario a lo que se esperaría de un texto de condena, elogiando los avances de la monarquía del Golfo. Esto, sumado a los intentos de la Embajada de Qatar por reunirse con el grupo The Left, que su presidenta Manon Aubry declinó, levantó las sospechas. Manon Aubry publicó un comunicado en forma de vídeo preguntándose si Qatar se había infiltrado en las negociaciones. No tardaría en tener respuesta a su pregunta.
El 9 de diciembre la Policía de Bélgica detuvo a Eva Kaili y a otros tres implicados por recibir sobornos de Qatar a cambio de favores al emirato, entre ellos otro ex eurodiputado de S&D, el italiano Pier Antonio Panzeri, director de la organización Fight Impunity. Al día siguiente se sumaría la detención —sin imputación hasta el momento— del padre de Eva, sorprendido mientras huía con bolsas de dinero. Sumado al dinero en efectivo hallado en los registros policiales en los domicilios de Panzeri y Eva Kaili, los agentes han hallado 1,5 millones de euros que podrían estar vinculados a sobornos de Qatar, y en el caso de Panzeri también de Marruecos.
El 9 de diciembre la Policía de Bélgica detuvo a Eva Kaili y a otros tres implicados por recibir sobornos de Qatar a cambio de favores al emirato, entre ellos otro ex eurodiputado de S&D, el italiano Pier Antonio Panzeri, director de la organización Fight Impunity
Qatar tiene participaciones en el grupo PRISA, en El Corte Inglés, en Iberdrola, en la energética francesa Engie, en la constructora francesa Vinci, en Volkswagen, está comprando la Villa Olímpica de Londres, tiene los derechos televisivos de la liga inglesa, ha prometido hace apenas seis meses una inversión de casi 5.000 millones de euros en España y, lo más importante, tiene mucho gas: fue el primer suministrador a la UE en 2021.
Quizás esto guarde alguna relación con que la misma FIFA que expulsó a Rusia de este mundial por la guerra en Ucrania sostenga que hay que separar fútbol y política cuando se trata de Qatar o Arabia Saudí, y no se haya planteado ninguna sanción a pesar de la guerra de Yemen iniciada en 2015, a la que la ONU vincula alrededor de 400.000 muertes, de las que Arabia Saudí es la principal responsable, y a las que también contribuyeron 1.000 tropas de Qatar.
O quizás guarde relación con que la misma Europa que sanciona a Rusia haya mirado hacia otro lado cuando se descubrió que Qatar apoyaba en Siria a grupos como Al Nusra, afiliado a Al Qaeda. O con que no se armase mucho escándalo cuando Qatar detuvo a periodistas noruegos, o a periodistas de la BBC por investigar las condiciones laborales en el emirato, que prohíbe bajo penas de hasta 5 años de prisión la difusión de “noticias falsas” en Internet o la publicación de contenidos que violen los principios del país.
¿Y AHORA QUÉ?
Atletismo, balonmano, ciclismo, MotoGP… La hoja de ruta de Qatar, el deporte como forma de poder blando y lavado de imagen, la sigue muy de cerca Arabia Saudí. Este año ambos países han albergado competiciones de pádel y golf. En su momento, los dos se disputaron la adjudicación de la Supercopa de España, que desde 2020 se celebra en Arabia Saudí, donde el sistema kafala sigue en vigor. Este mismo mes, se anunció que Cristiano Ronaldo jugará en Arabia Saudí a partir de 2023 por 200 millones anuales. Los saudís tienen la vista puesta en la Copa Mundial 2030, para la que presentaron una candidatura conjunta con Grecia y Egipto que se votará en 2024. La FIFA podría reincidir a pesar del revuelo de este campeonato.
Hoy se juega la final de la Copa Mundial 2022 en Qatar. No cabe duda de que la ilusión por ver cuál será la selección que se declarará vencedora moverá a muchos aficionados, pero de fondo resonará un eco insalvable: la certeza de que los trabajadores explotados hasta la muerte ya han perdido.
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