En la niñez se esconde la potencialidad de la humanidad, la esperanza de la búsqueda del caramelo, aún en la huida, el éxodo, escapando de las bombas, como escribió la novelista saharaui Mahyouba Mohamed.
Tras el colonialismo español, el fallido proceso de descolonización. El 16 de octubre de 1975, el rey Hassan II anunció, mediante un discurso emitido por la radio y televisión marroquíes que, debido a que el Tribunal Internacional de Justicia había confirmado la existencia de vínculos históricos de vasallaje entre el Sáhara y Marruecos, era el momento de que el Reino recuperara aquello que consideraba suyo. De este modo arrancó la preparación de la Marcha Verde, que más tarde se revelaría consensuada con Estados Unidos.
Civiles marroquíes se movilizaron de forma pacífica hacia la región en un acto simbólico. Los datos del Majzen hablan de 350.000 personas, pero el historiador Alberto Maestre, Doctor en el Sáhara, afirma rotundamente que "la cifra es exagerada y carente de cualquier fundamento. Fue un acto de propaganda y de presión hacia España para que cediera, al margen de la legalidad internacional, el Sáhara Occidental".
De forma simultánea se preparó un despliegue militar, al que se uniría Mauritania, y que se materializó en los bombardeos de febrero de 1976 en Umm Draiga, Tifariti, Guelta y Amgla. Miles de saharauis fueron evacuados por el Frente Polisario hacia Tinduf, al sur de Argelia. El avance de las tropas marroquíes resultó fulgurante, ocupando los puestos que iban abandonando los Legionarios españoles.
No obstante, fue destacada y reseñable la resistencia, y el 27 de febrero de 1976 se proclamó en Bir Lehlú la República Árabe Saharaui Democrática (RASD). Estallaba así una guerra que sigue latente en la actualidad tras la ruptura del alto el fuego en 1991.
"Llovió mucho desde aquella fecha en la que el Sáhara Occidental pasó de ser una parte histórica y geográfica española a convertirse en un asunto espinoso y difícil de digerir para la clase política, militar y empresarial de este país. Sin embargo, las huellas españolas en el desierto aún persisten. Ni el abandono ni la descolonización inconclusa ni el olvido ni la inclemencia del tiempo han podido borrar esa presencia, pero sobre todo, ese vínculo ha perdurado gracias a las relaciones humanas; a las personas ajenas a las decisiones políticas y militares que se firmaron hace ahora 46 años", resume Salamu Hamudi Bachri, periodista saharaui. "Durante los años más difíciles, algunos saharauis recibían, a través de periodistas o comisiones médicas, cartas de sus excompañeros del Tercio; o del Colegio de La Paz de El Aaiún; o de exnovias. Hubo quienes se esforzaron en no romper esa amistad. Y gracias a ese empeño y perseverancia, nació uno de los proyectos de solidaridad más bellos y humanos: 'Vacaciones en Paz', un programa donde los hijos y nietos de aquellos, pudieron continuar ese hilo amical entre dos pueblos", añade.
Las huellas españolas en el desierto aún persisten. Ni el abandono ni la descolonización inconclusa ni el olvido ni la inclemencia del tiempo han podido borrar esa presencia
1979, los inicios de 'Vacaciones en Paz'
Como atestiguan los archivos históricos y recuerdan a ambos lados del mediterráneo, con la guerra incesante, se ponía en marcha en el año 1979 el proyecto que desembocaría en lo que terminó por conocerse como 'Vacaciones en Paz'. "La idea - recuerda Miguel Castro, militante del PCE y activista por la causa saharaui en Sevilla- se irradió a partir de Marcos Ana, quien al salir de la cárcel franquista se exilió en Francia, donde empezó a llevar a niños de represaliados políticos españoles de veraneo. Cuando pudo volver a España y tras viajar a los campamentos del Tindouf, se comprometió a empezar a traer niños saharauis, para enseñar y concienciar a los hijos de aquellos represaliados del franquismo".
La crónica de Mundo Obrero recogió las palabras del poeta: "Esta iniciativa no es meramente humanitaria, sino que nosotros la valoramos en su aspecto político. No se trata solo de que estos cien niños conozcan nuestros paisajes y descansen con nuestros hijos. Se trata de que sean un testimonio vivo, emocional, de la lucha que un pueblo mantiene por su libertad. Son algo más que unos invitados. Son un símbolo político".
Un histórico en los círculos de la solidaridad con el pueblo saharaui, Pepe Taboada, también alude a la "impresionante personalidad" de Marcos Ana y a su importante papel al respecto de la causa saharaui, junto al de otros figuras de igual relevancia, como Santiago Carrillo o Marcelino Camacho. Taboada aporta un dato crucial y es que el Partido Comunista de España había adquirido, a través de los años, la experiencia de los niños de la guerra española que eran enviados a la Unión Soviética: "Se dieron cuenta de que servía para sensibilizar y explicar la situación a la ciudadanía".
El proyecto se recibió con entusiasmo en el seno del movimiento comunista español. Dolores Ibárruri, 'La Pasionaria', escribió de su puño y letra para un pasquín informativo que publicaría el PSUC en Cataluña: "Me parece maravillosa la iniciativa de invitar a niños saharauis a pasar las vacaciones en España. Me imagino la alegría de estos niños del desierto al conocer las playas y sierras de nuestro país, rodeados de la admiración y el afecto de nuestros hijos. En estos niños, que son el futuro del Sáhara, rendimos el mejor homenaje a sus padres, que luchan por su derecho a tener una patria libre e independiente. Abrid vuestros brazos a esta bella idea. Estoy convencida de que entre todos contribuiremos generosamente en convertir este sueño en una bonita realidad".
El primer verano llegaron 100 niños que se hospedaron en Cataluña, la Comunidad Valenciana, Madrid y Andalucía. Bachir Hadad era miembro del Consejo de Dirección de la Escuela Nacional del ciclo de primaria '9 de Junio' y fue elegido como responsable de la expedición. "El Ministerio de Educación y la UJSARIO (la organización juvenil del Frente Polisario) hicieron la selección de niños y monitores. La mayoría de los niños eran menores de 12 años, pero también los había de hasta 15", explica Hadad.
"Recuerdo con respeto, consideración y admiración el afanoso trabajo que hicieron los y las militantes del PCE en Valencia, Madrid y Sevilla, así como los y las compañeras del PSUC de Cataluña, que acogieron a un grupo de casi 40 niños en la hospitalaria ciudad de Arenys de Mar. Me quedé con el nombre de una gran mujer del PSUC que coordinaba y revisaba todas las actividades destinadas a los niños saharauis, Palmira se llamaba. Si aún vive le deseo larga vida y con salud, como ella en su día deseó a nuestros niños, con los que tuvo un tacto especial. Y si ya no está, que en paz descanse".
Las reminiscencias, una vez desvelado el más puro sentir, dejan de tener filtro. Hadad rememora la despreocupada y feliz experiencia que supuso la invitación por parte de TVE al programa de Barrio Sésamo: "Fue todo un acontecimiento para ellos".
Hadad rememora la despreocupada y feliz experiencia que supuso la invitación por parte de TVE al programa de Barrio Sésamo: "Fue todo un acontecimiento para ellos".
En la experiencia primigenia, Miguel Castro pone énfasis en las actividades que se llevaron a cabo, que recuerda con una magnificencia que logra atraparlo hasta la actualidad : "Los niños estuvieron visitando prácticamente todas las capitales andaluzas, especialmente la parte de la costa. Yo estuve con ellos en Sevilla, en los pueblos de la Algaba y Rinconada, pues ahí había mucha sensibilidad política y nos acogieron a los chiquillos muy bien. Pernoctaron en el hogar de San Fernando, que era un antiguo colegio interno que había por la parte de la Macarena, a la espalda de lo que hoy es el Parlamento. Yo trabajaba en la antigua fábrica de cajas de cambio que tenía Renault en San Jerónimo y les hicimos una visita. Allí éramos cerca de 1.000 y pico de trabajadores y en un turno había más de 600… Así que se hizo una asamblea con ellos. Luego fueron a Córdoba, recibidos por Julio Anguita, que entonces era alcalde, y desde ahí regresaron a Madrid, a la fiesta del PCE, que se organiza anualmente, y ya después volaron de vuelta a Argelia".
Desde Madrid las vivencias fueron distintas, pero no así los adjetivos y la gratitud expresada. Taboada aún tiene presente aquellos primeros niños, de quienes sigue teniendo buenas nuevas: "El otro día me contaron que este año había venido el hijo de uno de ellos".
En la capital de España, "los niños se alojaron en un centro juvenil junto a la Casa del Pardo, un lugar rodeado de un jardín muy grande, así que lo pasaron muy bien acompañados de monitores españoles y saharauis. Fue una experiencia bastante positiva, aunque no sean conscientes de su alcance solidario, político y humano".
Las evocaciones, a pesar de la distancia en el tiempo, siguen a flor de piel, como una marca imborrable que se iría trazando con el fulgor infantil a través de los años. Una marca que sigue rezumando dolor, pero con aflicciones compartidas en lazos humanos.
"Con el tiempo -prosigue Taboada- nos dimos cuenta que sería mejor proporcionarles un trato personalizado, para que aprendieran la lengua, vieran nuestras costumbres y nuestra cultura, así que se comenzó a hacer con familias de acogida durante dos meses… Así surgió, con apenas unas cientos, hasta llegar a los 9.500 niños, aunque con la crisis y la pandemia, la cifra ha descendido hasta los 2.350 que han venido este año", explica. "El proyecto sigue teniendo la misma validez y no podemos olvidar su importancia. Se saca a los niños de la guerra, del desierto y sus 50º para hacerles un chequeo médico completo. Van al dentista, al oftalmólogo... se les hace un seguimiento de la anemia generalizada que traen todos y se les marcan unas pautas nutricionales. Les tratamos mejor que a nuestros hijos y aprendemos de ellos y ellos de nosotros. Y lo que queda es una huella imborrable".
Se saca a los niños de la guerra, del desierto y sus 50º para hacerles un chequeo médico completo. Aprendemos de ellos y ellos de nosotros. Y lo que queda es una huella imborrable
'Vacaciones en Paz' con un alto al fuego incipiente
El 29 de abril de 1991, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó el Plan de Paz para el Sáhara Occidental. "El acuerdo preveía, entre otros aspectos, el alto el fuego a partir del 6 de septiembre de 1991, la celebración del referéndum para la autodeterminación del territorio, el intercambio de prisioneros, la elaboración del listado de electores sobre la base del censo español de 1974 y la creación de la MINURSO (Misión de las Naciones Unidas para la celebración del referéndum del Sahara Occidental)", recuerda Alberto Maestre, historiador y Doctor especializado en el tema saharaui.
En este contexto nació, en el año 1994, Lehbib Sidhamed. "Los recuerdos que tengo de mi infancia son felices. Sucio y con la ropa rota, pero daba igual. Jugábamos con un neumático o con la bicicleta que le habían regalado a algún niño en las Vacaciones en Paz", rememora con añoranza. "Yo fui por primera vez en el año 2000. Tenía 6 años y durante los siguientes 5 veranos viajé hasta Alicante para estar con una familia. Volví a salir en las listas por sexto año, aunque no me tocaba, pero la familia de Alicante aceptó acogerme de nuevo. En el aeropuerto comienzan a recoger a todos los niños, menos a mi, hasta que un monitor se acerca para decirme que no iban a venir a buscarme. Empiezo a lllorar y pido que llamen a mi madre, que estaba en Barcelona, hasta que 3 horas después una pareja dice que puedo quedarme con ellos. Yo desconfío, pero prometen comprarme el balón del mundial". Lehbib recobra la inocencia y el brillo en sus ojos: "¡El mundial donde Zidane le dio un cabezazo a Materazzi!".
Su madre se había gastado todos sus ahorros para viajar a la ciudad condal y poder quedarse con su hijo. Lehbib intentó explicar la situación a su nueva familia de agocida, pero desconfiaron del relato. Por entonces, solo los niños con enfermedades graves que requerían de una atención médica exhaustiva podían permanecer de forma indefinida en España. "Ellos debieron pensar que alguien quería secuestrarme. Por suerte, Pilar, una de las enfermeras que atendía a los niños saharauais, pudo ponerse en contacto con mi madre y se hizo responsable de mi situación. Desde entonces ha sido como otra madre para mí".
Aquel crío asustado, convertido ahora en un joven compremetido, finalmente pudo quedarse en España, y hoy es él quien abre las puertas de su casa a los niños saharauis que durante los meses del estío encuentran al otro lado del Estrecho un refugio para las inclemencias del desierto argelino.
En 2022, tras dos años de paralización de las ‘Vacaciones en paz’ debido a la pandemia mundial del Covid-19, aproximadamente 2.350 niños han regresado a diversos puntos de España, con retraso burocrático y marcados en el contexto del giro de Pedro Sánchez y el PSOE sobre el Sáhara.
El pasado mes de marzo, desde Marruecos se desvelaba una carta enviada por Sánchez al rey Mohamed VI, en la que el jefe del Ejecutivo español le reconocía al país vecino que su propuesta para la creación de un régimen de autonomía para el Sáhara es "la más seria, realista y creíble" para resolver el conflicto. Una muestra, dijo entonces el Frente Polisario, de sumisión "ante la presión y el chantaje" del país magrebí.
Dos de las niñas que han llegado este verano a la península pasan las vacaciones con Lehbib y Clara, su pareja. Para ellos ha supuesto alegría y concienciación. Para ellas, una analítica y un seguimiento médico que necesitaban. Ambas sonríen cuando les pregunto si lo están pasando bien, y mientras una explica que le gusta encontrarse con "perros grandes" en el parque, la otra asegura disfrutar mucho de la comida, aunque uno de los platos estrella de la gastronomía española no acaba de convencerles. "El arroz con bichos", así llaman a la paella, es demasiado exótico para unas niñas que hasta la fecha no habían probado el pescado.
Rabat hurtó al pueblo saharaui del acceso a sus costas, una zona rica en caladeros que la tiranía aluita explota en beneficio propio. Marruecos es el principal exportador de productos marinos a España, con un volumen de negocio superior a los 1.600 millones de eruos al año, de los cuales 1.100 son saqueados de las costas del Sáhara.
Marruecos es el principal exportador de productos marinos a España, con un volumen de negocio superior a los 1.600 millones de eruos al año, de los cuales 1.100 son saqueados de las costas del Sáhara
En un reportaje de 2011, la cadena británica BBC aseguraba que "la pesca se ha convertido en la industria políticamente más sensible en la controversia del Sahara Occidental, sobre todo por el acuerdo pesquero entre Marruecos y la Unión Europea de 2006. El acuerdo, enmarcado en un protocolo renovable anualmente, cuesta casi 47 millones de dólares y da acceso al banco canario-sahariano a más de cien barcos europeos. Sus críticos dicen que ofrece poco a cambio de un precio demasiado alto y que es antiecológico. Además, aseguran que es ilegal porque Naciones Unidas no le reconoce a Marruecos la soberanía del Sahara Occidental, y porque no está claro que beneficie al pueblo saharaui".
La europarlamentaria sueca del Partido Verde, Isabela Loevin, denuncia que "Marruecos sólo quiere mantener los acuerdos pesqueros con Europa por una razón: legitimar la ocupación ilegal del Sahara Occidental haciendo a la Unión Europea su cómplice en un comportamiento criminal". De la misma opinión son sus colegas españoles de Unidas Podemos, Miguel Urbán y Estefanía Torres, quienes enfatizan que los pactos comerciales son "una flagrante vulneración de las resoluciones de Naciones Unidas y de las sentencias del Tribunal de Justicia de la Unión Europea".
Lehbib juega con las niñas en el parque del Laberint d’Horta de Barcelona. Se muestra muy crítico con el futuro del proyecto de las 'Vacaciones en Paz' y lamenta que se haya perdido el contenido político tan presente en los primeros años para suplantarlo por una mera obra de caridad. A él le ha servido para cerrar un círculo vital que ha marcado produndamente su existencia, pero se pregunta, entre las risas y carantoñas que le regalan las niñas, si algún día la lucha del pueblo saharuai dejará de ser un elemento ajeno para este lado del mundo.
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