Septiembre fue el mes de los jubilados en Argentina. Cada miércoles a las 3 pm diferentes organizaciones de jubilados se dan cita en las fuerzas del Anexo del Congreso de la Nación. Se disponen a marchar. A veces dan la vuelta al Congreso, otras veces la caminata se desarrolla hasta la Plaza de Mayo, hasta la reja de la Casa Rosada. Siempre bajo la mira represiva de las fuerzas policiales, alta e innecesariamente armadas.
"Qué feo, qué feo, que feo debe ser, pegar a un jubilado para poder comer", cantan.
Los jubilados no le tienen miedo a las macanas, los gases o las balas de goma, bendecidas por el nuevo protocolo represivo de la Ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. Hay mucho, demasiado, por lo que marchar. El gobierno del ultraderechista Javier Milei le ha declarado la guerra a las personas de la tercera edad. Ellos piden un haber mínimo de 950 mil pesos (689 €) para cubrir la canasta básica de los adultos mayores. Se habla de falta de medicamentos y mucha hambre.
Hoy en día en la Argentina, el 35,7% de los jubilados son pobres. Si bien el aumento en la pobreza en ese sector poblacional se produjo de forma constante durante los últimos gobiernos, hubo un salto enorme durante la gestión de Milei. Esto se debe a que el recorte en las jubilaciones forma parte de la estrategia de "déficit cero" del líder de La Libertad Avanza.
Septiembre inició con un bono a las Fuerzas Armadas y a la Policía y el veto de Milei a la Ley de Movilidad Jubilatoria. La norma disponía elevar el haber mínimo y fijaba una nueva fórmula de cálculo de los ingresos de los jubilados. Eran 17 mil pesos (12 €), para una jubilación mínima de 230 mil (167 €). No más, no menos. El veto fue confirmado por el Congreso el 11 de septiembre, irónicamente, una semana previa a la celebración del Día del Jubilado en el país.
El 20 de septiembre en Argentina se celebra el Día del Jubilado. Este año se celebró con el despliegue de gas pimienta y lacrimógeno cuyo coste equivalen a una jubilación mínima. "En vez de pagar la justicia social, pagaron el gas", dijo a raíz de los hechos el mismísimo papa Francisco.
Septiembre se lleva consigo, la sangre de las heridas de los jubilados por el impacto de las macanas; sus lágrimas por el gas pimienta, pero también su grito de rebeldía al mejor estilo Norma Plá. La concentración a las afueras del Congreso, no es nueva. Es más, nunca dejó de hacerse desde 1992. Pero este septiembre, carga con algo distinto … Una realidad que ni los medios más oficialistas pudieron tapar o justificar, y que ha dejado al desnudo la pasividad de los partidos más tradicionales.
Cada miércoles es una cita nueva con los jubilados. Los fotorreporteros nos mimetizamos entre los cientos de carteles que desmantelan la imagen de Milei, las caminadoras y los bastones —acompañantes defensivos— y las banderas y pañuelos. Se crea una conexión entre ellos y nosotros. No faltan abrazos y besos, porque las caras ya son conocidas. Se escuchan preguntas sobre el estado de los nietos, las historias de revoluciones pasadas y aspiraciones que nunca llegaron a completarse. Y tras cada represión, un chequeo cuerpo a cuerpo.
Si algo nos han enseñado los jubilados a la Argentina este septiembre, es que la lucha de ellos es la lucha de todos. Y sí. Todos vamos a ser jubilados, es solo cuestión de tiempo.
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