"Me dijeron, y me creí, que mi vida después de la remisión iba a ser como antes, con unos años más y algunos conocimientos médicos adicionales, pero no", relata Yaiza Cumelles. Después de padecer un linfoma y sus múltiples secuelas -osteoporosis, artrosis, problemas de respiración, cansancio, dolor crónico o rechazo ocular, entre "otra serie de cosas que una chica aparentemente sana de 30 años no debería tener"- trató de retomar su vida con normalidad, pero se vio sacudida por las consecuencias latentes de su enfermedad. "Tener cáncer a nivel social te saca de la vida, te zarandea, te propina unos puñetazos brutales y luego te vuelve a escupir hecha mierda y tienes que vivir y conseguir las mismas metas que los demás: un trabajo, un piso, una pareja, un nivel moral y social correcto, pero con unas condiciones muchísimo peores", explica la joven.
En su cuenta de Instagram pretende combatir la desinformación sobre el cáncer y dar visibilidad a la enfermedad y sus secuelas físicas, emocionales e institucionales que, según ella, no son pocas. "Estamos todos jugando al mismo juego de la vida, pero con unas cartas mucho peores; no hay nada que nos ampare". Así resume Yaiza la situación de los más de 1,6 millones de exenfermos de cáncer que hay en España, según el Grupo Español de Pacientes con cáncer (GEPAC). Y es que, hablando en términos legales, por el momento Yaiza está en lo cierto. El pasado mes de mayo, Pedro Sánchez se comprometió a implantar "de inmediato" el derecho al olvido oncológico para personas que han padecido cáncer con el fin de evitar la discriminación que pueden sufrir a la hora de contratar ciertos productos, como los seguros o hipotecas. Una medida que se empezaría a aplicar a partir de junio, pero ahora, con el adelanto de las próximas elecciones generales, ha quedado paralizada. El Gobierno iba a impulsar varios cambios legislativos, como la modificación del Real Decreto Legislativo 1/2007, de 16 de noviembre, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios y otras leyes complementarias, y de la Ley del Contrato del Seguro. Esta promesa del gobierno central cobraba especial sentido para personas como Yaiza Cumelles o Alfonso Dacasa, que piden no tener que sufrir la angustia adicional de ser tratados como ciudadanos de segunda.
El pasado mes de mayo, Pedro Sánchez se comprometió a implantar "de inmediato" el derecho al olvido oncológico [...] Una medida que se empezaría a aplicar a partir de junio, pero ahora, con el adelanto de las próximas elecciones generales, ha quedado paralizada
El 8 de mayo Alfonso cumplió 10 años en remisión completa del linfoma no Hodgkin. Lo cuenta feliz y orgulloso en el bar de la calle Pelayo de Barcelona donde hemos quedado. Una década después recuerda cómo el cáncer le truncó los planes de futuro dos veces: a los 21 años, cuando fue diagnosticado, y a los 29, cuando recayó. Habiendo pasado por dos trasplantes y sus secuelas -inmunodepresión, chemo brain, rechazo ocular, dificultad en la movilidad de las extremidades inferiores, intensos dolores musculares, trombocitopenia e infrapeso, entre otras-, Alfonso manifiesta que, una vez fuera del hospital, "la batalla para los expacientes no ha hecho más que empezar".
Yaiza tenía 22 años y se encontraba hospitalizada en tratamiento por linfoma cuando la llamaron de una aseguradora de vida. "Me preguntaron cuál era mi situación laboral y le dije que ninguna porque tenía cáncer. La respuesta fue: "Ah, vale, bueno, buenas tardes y gracias“, y me colgó al instante", relata la joven. "Me quedé en shock, llorando". Desde ese momento ni siquiera se plantea pedir un seguro de vida o de coche, menos una hipoteca. Además, la joven, que siempre ha sido residente en el centro de Barcelona, ha tenido que alquilar una habitación en el extrarradio tras ser despedida por "coger una baja". Ahora solo cuenta con una pensión de 500 euros al mes con la que tiene que sufragarse, entre otras cosas, su medicación.
Mencionar la palabra cáncer es cómo generar una especie de alarma para cualquier entidad bancaria. Alfonso lo supo cuando, al intentar pedir un seguro por Internet a la vez que su mujer, a él no se lo concedían y a ella sí. El agente que le gestionaba la hipoteca le explicó que para aprobarla debía contratar un seguro de vida. "Una enfermera me interrogó, porque eso no era un cuestionario, era un interrogatorio, y cometí el error de mencionar la palabra cáncer. En ese momento se bloqueó el sistema. "¿Has sufrido cáncer?", le espetó la enfermera. "Sí, pero está en remisión completa…". Luego me llamaron del banco y me comunicaron que el préstamo había sido denegado. "El comité de riesgo no lo ve factible". Y se escudaron en evasivas de que no me podían dar más información por qué se trataba de una cuestión interna", relata Alfonso con resignación.
UN SISTEMA QUE NO PERMITE OLVIDAR A LOS EXENFERMOS
El derecho al olvido oncológico es el derecho de aquellas personas supervivientes de cáncer a que las entidades financieras no tengan en cuenta su historial médico para contratar productos financieros. Este derecho se introdujo en el debate público en España hace poco más de un año, de la mano de la Fundación Josep Carreras. A partir del estudio "Jóvenes y Leucemia", que la entidad presentó en noviembre de 2022, en el que encuestaron a 400 personas de entre 18 y 35 años que habían sufrido o sufrían leucemias agudas y linfomas agresivos, se descubrió la punta del iceberg de un escenario de marginación. Se indagaba sobre cómo había sido la experiencia con el cáncer en todo lo que no es médico: estudios universitarios, trabajo o acceso a seguros y productos financieros. "Cuál no fue nuestra sorpresa al saber que un 83% había tenido dificultades para tramitar un seguro de vida, el 47% un préstamo y el 70% un seguro de decesos", explica Alexandra Carpentier, responsable de Experiencia del Paciente de la Fundación Josep Carreras. Según Urtzi González, abogado especialista en seguros del bufete Toro Pujol Abogados, este es un hecho bastante habitual. Para aprobar una hipoteca o un préstamo, los bancos suelen pedir que el demandante contrate un seguro de vida, para el que debe someterse a un cuestionario con preguntas sobre la salud. "En el momento de informar que tienes o has tenido cáncer pueden suceder dos cosas: que te denieguen el seguro, complicando muchísimo la posibilidad de obtener la hipoteca o préstamo solicitados, o que la prima que debías pagar te suba de, por ejemplo, 500 euros a 1.200 €. Lo más habitual es que ni te aseguren porque, como el cáncer muchas veces tiene probabilidades de reaparecer, las aseguradoras prefieren no arriesgarse", asegura el letrado.
En el momento de informar que tienes o has tenido cáncer pueden suceder dos cosas: que te denieguen el seguro, complicando muchísimo la posibilidad de obtener la hipoteca o préstamo solicitados, o que la prima que debías pagar te suba de, por ejemplo, 500 euros a 1.200 €
UN MARCO LEGAL QUE AMPARA LA EXCLUSIÓN
Urtzi González cuenta que, tal y como denuncian Alfonso y Yaiza, ningún banco puede obligar a un cliente a contratar un seguro de vida o de otro tipo al solicitar una hipoteca, pero la legalidad se diluye cuando es el entidad financiera quien tiene la decisión final.
En cuanto a las aseguradoras, la Ley de Contrato de Seguro contempla que cada compañía es libre de establecer las cláusulas que considere para aceptar o denegar una póliza, aunque podría estar vulnerando el artículo 14 de la ley española, que establece que "los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social". Muchos afectados por cáncer u otras enfermedades como el VIH deciden ocultar su enfermedad, aunque, como bien explica González, "se arriesgan a la nulidad de la póliza o de la cobertura de la hipoteca en caso de deceso si la compañía descubre que mintieron deliberadamente".
Alfonso Dacasa se vio obligado por la coyuntura a mentir a la compañía de seguros. "Mi mujer me maquilló para tapar mi mal aspecto debido al cansancio y las cicatrices", cuenta. Además, decidió emplear múltiples capas de ropa para ocultar su infrapeso: "No podía dejar que vieran que soy un saco de huesos; peso 57 kg y mido 1.80, así que me informé sobre cuál era el peso correcto. Mentí deliberadamente acerca de mi estado de salud, actual y anterior, porque necesitaba el dinero y ni el estado ni la seguridad social están preparados para dotar de los recursos adecuados a los exenfermos y sus familias", prosigue. "El que comete irregularidades eres tú, pero si existiese una ley que nos protegiera, serían las entidades e instituciones las infractoras por actuar sin ética", concluye Alfonso con contundencia.
Para los expertos, esto se traduce en una revictimización de la persona superviviente a la enfermedad, a "reenfermarla" continuamente. Según Antoni Baena, profesor de los Estudios de Ciencias de la Salud de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y director del máster de 'Salud Digital', la respuesta institucional a las personas que han superado un cáncer es muy deficiente: "El sistema ni siquiera responde en el ámbito legislativo, protegiendo con unas leyes que eviten que haber pasado un cáncer te convierta en un ciudadano de segunda".
Yaiza Cumellas lamenta que "haber superado un cáncer te señala como sospechosa a nivel laboral, social y para la administración" y exige un trato igualitario para superar el estigma y evitar que se prolongue el sufrimiento: "Ya lo pasamos mal con la enfermedad, no es justo que además se nos cierren tantas puertas. Lo único que pedimos es tener las mismas oportunidades y que no haya discriminación para solicitar una hipoteca, contratar un seguro o conseguir el carné de conducir". Y es que hasta hace unos meses, el trato diferencial llegaba incluso a las carreteras: los pacientes oncológicos tenían que actualizar su permiso cada 3 años y hacerlo siempre acompañado de un informe médico de su especialista. La homologación con el resto de los conductores llegaba cuando se cumplían los 10 años en remisión completa. Tras una modificación del BOE aprobada en el mes de mayo, los afectados disfrutan de la misma normativa que cualquier otro ciudadano, esto es, renovar el permiso de conducir cada 10 años hasta los 65 y cada 5 después de esa edad.
EL LABERINTO DEL MERCADO LABORAL
"Dejé de publicar contenido en redes porque me daba miedo que la persona que me iba a entrevistar buscara mi nombre en Internet y viera que había estado mala". Al mes de salir del hospital, Yaiza inició varios procesos de selección con idéntico resultado: "Me descartaban en cuanto sabían que había padecido cáncer. Intenté tirar del hecho de que tengo una discapacidad, pero aún así a las empresas no les interesaba. Te preguntan qué has estado haciendo durante 5 años y cuando decía que había estado hospitalizada, la respuesta era: ¿y puedes trabajar?". Finalmente, Yaiza encontró un empleo de teleoperadora, pero al cabo de pocos meses la despidieron por pedir reducción de jornada, ya que su condición física no le permitía cumplir con las 8 horas diarias establecidas. Encontró otro trabajo donde todo parecía ir bien, pero en diciembre del año pasado cogió una baja por estrés y la despidieron con el pretexto de una disminución en las ventas. Cumelles relata la constante presión que se autoimponía porque "pensaba que si se me olvidaba algo me considerarían menos válida porque había tenido cáncer", explica angustiada. "Te dicen que el cáncer es como un paréntesis malo, pero el cáncer te acompaña toda la vida, porque siempre te recuerdan que estuviste enferma y que por ello ya no tienes derecho a nada”.
Al mes de salir del hospital, Yaiza Cumelles inició varios procesos de selección con idéntico resultado: "Me descartaban en cuanto sabían que había padecido cáncer"
CADA VEZ MÁS CASOS
Según el Grupo Español de Pacientes con Cáncer, en España hay 1,6 millones de exenfermos y según la Fundación Josep Carreras, entre 4.000 y 5.000 jóvenes de 15 a 35 años son diagnosticados cada año de una leucemia aguda o un linfoma agresivo. Además, la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) apunta que en 2022 aparecieron más de 290.000 casos nuevos, un incremento de un 1.3% con respecto al año anterior.
Desde AECC aseguran que un superviviente de cáncer tiene, en la mayoría de los casos, las mismas posibilidades de recaer en la enfermedad que una persona que nunca lo ha padecido: "Cada vez habrá más supervivientes y hay que adaptar los productos y la leyes a estas situaciones", afirman desde la entidad. "Un niño que ha tenido cáncer entre los 5 y los 12 años sufrirá discriminación por una enfermedad de la que ni siquiera se acuerda", relata Yaiza. Lamentablemente y hasta nuevo aviso, la malograda promesa de Pedro Sánchez deja a los miles de pacientes y expacientes de cáncer en una coyuntura poco favorable.
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