El 17 de abril se confirmó el descenso de un histórico del fútbol femenino español, el Rayo Vallecano. Atrás quedó la gloria de los primeros años de este deporte en nuestro país. En las últimas temporadas, la ruina de su imagen con un único culpable: Martín Presa.
Siempre se le dilatan las pupilas a una cuando se tropieza un cartel de Wanted en sepia, con la tinta negra bien marcada y una foto que, de estar ahí, sin duda, lo merece. Nadie cuelga un cartel con la cara de un hombre y una recompensa vivo o muerto porque sí. En 'Sin perdón', William Munny entra en Big Whiskey y lo deja claro: "El que quiera vivir, que salga". Después, le pega un tiro al tabernero y, cuando empiezan los lloros y los reproches por matar a un hombre desarmado, igual que mató a mujeres y niños por dinero, Munny les calla rápido: "Que se hubiera armado el día que decidió decorar su taberna con el cadáver de mi amigo". Presa cuelga el cadáver del Rayo Femenino esta temporada y, como cada temporada de las últimas, su afición y la afición entera del fútbol femenino entran al Big Whiskey escopeta en mano.
Los años dorados.
El Rayo femenino nació hace 20 años, cuando Teresa Rivero entró en contacto con una escuela de fútbol femenino formada en La Chopera. De aquella escuela de casi 100 niñas surgió el equipo Buen Retiro, campeón de la territorial madrileña. El interés del Rayo y su presidenta por tener un equipo femenino, la presentación de un modesto presupuesto de gastos para llevarlo a cabo, y un equipo que había conseguido buenos resultados en sus dos primeras temporadas fueron la conjunción perfecta para dar viabilidad a la creación de la sección. Y ahí, en 2001, nació un histórico.
Aquel equipo, en el que ya jugaba una joven referente como Natalia Pablos, ascendió la siguiente temporada a Nacional. En 2003 ya estaba en Superliga, la máxima categoría del fútbol femenino español, donde estaría hasta el 17 de abril pasado. 19 años en la élite. Se dice pronto, pero son eternos. A las espaldas, tres ligas consecutivas, de 2009 a 2011, tres participaciones en la Copa de la UEFA y una Copa de la Reina en 2008. La caprichosa narrativa hace que esa Copa que marcó el inicio de la era dorada del Rayo se la ganara al Levante. El mismo Levante que este año 2022 las envía al infierno de la Segunda División.
Aquel equipo, sólido, arropado por afición y peñas, había pasado de equipo de barrio a revelación, y de ahí a líder. Líder en un movimiento social que empezaba a situar al fútbol femenino español en el mapa. Líder en atracción de jugadoras, en soporte mediático. ¿Recuerdan a Millene Domingues? Presentada con aquel tufillo que hoy reconocemos como machista, la Ronaldinha -por ser la mujer de Ronaldo Nazario- y que supuso una revolución no solo por la presencia de mujeres futbolistas en medios e incluso anuncios, sino también por el cambio de normativa para permitir la participacion de extranjeras en nuestra liga. Ella llegó en 2004, cuando el Rayo ya apuntaba maneras. Después, grandes nombres de nuestra historia vistieron la franja.
Aquel equipo, sólido, arropado por afición y peñas, había pasado de equipo de barrio a revelación, y de ahí a líder. Líder en un movimiento social que empezaba a situar al fútbol femenino español en el mapa
Para Lalu Albarrán, fotógrafa y fundadora del medio especializado Futfem que lleva cubriendo el fútbol femenino tantos años como el Rayo llevaba en Primera, "cuando hablamos de grandes nombres que han pasado por la historia del Rayo Vallecano Femenino no solo hablamos de jugadoras, también de nombres como el de Pedro Martinez Losa, actual seleccionador de Escocia, que fue el entrenador de aquella primera Copa o Blanca Romero, que fue la primera preparadora física de un club semiprofesional y ahora está en la Selección Española. Jenni Hermoso, Natalia Pablos, Ana Romero, Vane Gimbert, Alicia Gómez… Lo que llevaba a estas jugadoras a Vallecas era una buena apuesta económica del club en aquel momento, unas cantidades a las que no llegaba ningún club entonces. Muchas se fueron del Rayo a clubes como el Espanyol que igualaban o superaban aquellas condiciones".
Cuando hablamos del Rayo en la actualidad, es inevitable compararlo con esta época dorada. Para Lalu, "el Rayo se fue diluyendo. No tengo la consideración de que Presa no quiera al equipo femenino, simplemente creo que no está capacitado para dirigirlo. La marcha del director económico lo condicionó todo. Se quedaron desamparadas. Al irse ese director financiero, que era quien llevaba los alquileres de las casas, los contratos de las jugadoras, etc, empiezan los problemas reales".
La llegada de Presa.
Puede ser una rocambolesca casualidad, pero el fin de la era de oro del Rayo Vallecano Femenino coincide con la llegada de Martín Presa, el 5 de mayo de 2011. La familia Ruiz Mateos le vende el 97,82% de las acciones del club por 961,66 euros más los 40 millones de deuda. Lo hace siendo el único candidato que se compromete a pagar a los jugadores y a asumir esos cuarenta millones a futuro, con -según el propio Martín Presa en rueda de prensa de presentación- un plan de saneamiento a corto y medio plazo. En ese plan, desde el principio, se miraba con recelo a la sección femenina.
En los éxitos deportivos del club no hay palmarés alguno para el masculino. Sin embargo, el femenino es la sección más laureada no hasta 2011, hasta la fecha. Los desprecios se han repetido desde su llegada. El Rayo Vallecano, por ejemplo, es el club que más se opuso a la firma de un convenio colectivo que asegurara un salario mínimo (el interprofesional al 75%) para las jugadoras, así como una serie de derechos fundamentales del trabajador que se han vulnerado repetidamente en las últimas temporadas.
En los éxitos deportivos del club no hay palmarés alguno para el masculino. Sin embargo, el femenino es la sección más laureada no hasta 2011, hasta la fecha
La excusa es la de siempre, que no genera lo que se pide, aun estando el Rayo en la Asociación de Clubes de Fútbol Femenino, y por tanto recibiendo dinero de Mediapro por la emisión de sus partidos, suponiendo un porcentaje ínfimo del presupuesto general del club (que, además, tiene un superávit de 20 millones de euros declarado en 2018), o recibiendo subvenciones de la Comunidad de Madrid para el desarrollo del fútbol femenino.
2014: la amenaza de la desaparición.
La temporada 2013/14, Martín Presa tomó la decisión de que su equipo femenino saldría a competir con una inversión presupuestaria de 0 euros, puesto que no tenía por qué invertir en una sección deficitaria. Poco después, a través de su director deportivo Juan Pedro Navarro, se lima la situación hasta pactar un presupuesto mínimo. Es entonces cuando la afición toma el paso de buscar una forma de financiar los servicios básicos de las jugadoras.
Alberto Leva fue uno de los impulsores de aquella iniciativa: "La afición se empezó a mover con un carnet de simpatizante a cinco euros. Era una ayuda simbólica que en realidad no daba derecho a nada, pero con la que se volcó muchísima gente. Se vendieron más de mil carnets. Incluso Pep Guardiola, que entonces entrenaba al Bayern de Munich, se hizo una foto con su carnet para difundir la iniciativa. Salvamos el Match-ball, se demostró que la afición quería a la sección".
Y es que en 2014, sin la presencia de un convenio y con el fútbol femenino español en pañales, el presupuesto de un equipo femenino era irrisorio comparado con el volumen económico de un club de liga profesional. A día de hoy aún lo es. Estamos hablando de que hoy, en una liga profesional, un equipo como el FC Barcelona tiene un presupuesto de cinco millones para su sección femenina, y estamos hablando de -hoy por hoy- el mejor club de Europa. Por debajo de él encontramos al Real Madrid o al Atlético de Madrid. Real Sociedad y Athletic Club se mueven entorno a los dos millones de euros y en el último escalón estarían los clubes que no dependen de un masculino (como el Sporting de Huelva, el Madrid CFF o el UDG Tenerife)... y al Rayo Vallecano. Siempre el Rayo Vallecano en último lugar. El club que menos dinero destina al presupuesto de su sección femenina, sufragado casi en su totalidad por el aporte televisivo y varias subvenciones.
El sándwich de la vergüenza.
La liebre definitiva saltó en 2020, con la publicación en redes sociales de la "cena" que se había repartido a las futbolistas tras un encuentro de liga frente a la Real Sociedad. Esa misma temporada fue la de la convulsión mediática definitiva. El Rayo había empezado la competición tres jornadas por detrás del resto. Martín Presa -del que su propio médico había dicho que debería estar inhabilitado por su obsesión con el COVID tras perder a su padre- se negaba a que las futbolistas compitieran, en base a la necesidad de proteger su salud. No así con el equipo masculino. Ese fue el primer anuncio de las jugadoras: 180 días sin pisar el verde. Negándoseles el acceso al campo o al gimnasio, tocar un balón, realizar una pretemporada digna para el reto de la permanencia. Todo apuntaba a que el objetivo, el mismo de las temporadas anteriores, era buscar un descenso que justificara la desaparición de una sección que, además, empezaba a tener presencia en medios nacionales denunciando su situación.
Todo apuntaba a que el objetivo, el mismo de las temporadas anteriores, era buscar un descenso que justificara la desaparición de una sección que, además, empezaba a tener presencia en medios nacionales denunciando su situación
Volvamos a la "cena". Un sándwich de pavo rancio y una manzana o un plátano. La imagen de la vergüenza puso al Rayo en el ojo del huracán. Presa salió al paso de la humillación con un informe de un nutricionista que avalaba que aquella cena suponía el índice calórico necesario para recuperarse de un partido y un viaje en el día. La misma cena se repitió en el siguiente desplazamiento, y en él, varias jugadoras aprovecharon una parada para comprar comida, llevándose una sanción del club por "romper la burbuja del protocolo sanitario". La guerra entre Presa, sindicatos y aficionados había saltado al vestuario. Un vestuario al que él señalaba culpable de los problemas, sin admitir su presencia en ellos.
A lo que Presa no sabía que se enfrentaba esta vez era a la presión de todo el mundillo del fútbol femenino. El Rayo se quiere. La franja se respeta dentro y fuera de Vallecas. Y las jugadoras respondieron en el campo, pese a todo, manteniendo la categoría y compitiendo una vez más en Primera División en la temporada 21/22, la temporada que el equipo arrancó sin un médico.
A.L.A, el médico invisible.
La pretemporada arrancó sin contratos para el cuerpo técnico y varias jugadoras del primer equipo. No solo eso: las doce que tenían la suerte de estar en las cinco viviendas propiciadas por el club para el desempeño de su trabajo por ser extranjeras o de otra región sufrieron cortes de luz por la falta de pago del suministro, e incluso problemas con sus caseros por el abono del alquiler. "En los contratos no está contemplado que las jugadoras tengan derecho a vivir en pisos alquilados a cuenta del club. Era una situación que se venía dando anteriormente y que el club ha decidido parar. Está en su derecho", comunicó el entorno de Martín Presa. Algo inconcebible que, según el sindicato AFE, además sería ilegal: "La documentación del alquiler de los cinco pisos fue firmada por personal del Rayo Vallecano, con el sello del club y con dinero del club. Por tanto, la responsabilidad es del Rayo". Por si fuera poco, en aquel momento se estaban produciendo retrasos en el abono de las nóminas -que deben ser pagadas en los cinco primeros días del mes- por lo que las jugadoras tampoco podían hacer frente a los pagos que, de hecho, no les correpondían.
Martín Presa ordenó entonces una investigación al anterior director financiero de la entidad, al que acusó de crear una trama interna que desviaba dinero del club y falseaba documentos, como el contrato de una jugadora, pactado a 30.000, pero del que la propia jugadora tenía una copia firmada por Martín Presa en el que la cantidad estipulada era de 35.000, según recogió en su dia el periódico El Español.
Fruto de todo el retraso en la gestión de pagos y contratos de cuerpo técnico llega el problema del médico. No se contrata a ninguno y la noticia llega tras un choque de Camila Sáez en el encuentro frente al Athletic Club. La jugadora cae al suelo inconsciente, con una brecha en la cabeza, y es atendida por los servicios médicos del club vasco. Se la traslada a un hospital en ambulancia y ningún directivo del Rayo Vallecano se interesa por su estado de salud. En la denuncia mediática de la plantilla del Rayo, Pilar García decía: "Al final todo se quedó en una brecha y estaba el médico del Athletic para atenderla rápidamente, pero podría haber sido algo mucho más grave. Podría haber sido un paro cardiaco durante un entrenamiento".
Martín Presa, como de costumbre, salió al paso de las declaraciones diciendo que no tenía ninguna obligación de contratar servicio médico para el femenino. En realidad, esto es falso. Según el Artículo 104 del Reglamento General de la Real Federación Española de Fútbol, en su apartado F, el club estará en obligación de contratar "los servicios de un medico que, adscrito a su plantilla, tendrá como funciones específicas, además de las que se le pudieran exigir por parte del club, estar presente y de servicio durante el transcurso de los partidos y entrenamientos, y asumir las responsabilidades concernientes al control antidopaje". Para Martín Presa -y solo para Martín Presa- esa norma no aplica en Primera Iberdrola, puesto que es para clubes de Primera, Segunda y Segunda B. En ningún sitio se especifica que de fútbol masculino, al que legalmente se equipara con Segunda B, pero que, además, competía en una competición ya calificada como Profesional para aquel entonces. La excusa definitiva, en el mismo comunicado emitido por el club, es que el Femenino del Rayo Vallecano no necesita un médico, puesto que tiene un informe de una empresa de riesgos laborales que así lo acredita (?).
Pero el colmo de aquel incidente fue negar la versión ofrecida por todos los presentes, incluídas las jugadoras y staff técnico de ambos equipos:
4.- Durante la disputa de dicho encuentro, en el minuto 55 nuestra jugadora Camila Sáez se golpea la cabeza con la jugadora rival Naroa Uriarte , ante lo cual ambas tuvieron que ser atendidas. Si bien las primeras personas que llegaron a la zona del encontronazo fueron los integrantes del banquillo del Athletic por producirse el golpe delante del mismo, la única verdad es que el médico que atendió sobre el campo a la jugadora Camila Sáez fue el Doctor A.L.A., el cual a su vez fue el que decidió y comunicó a la árbitra que nuestra jugadora no podía continuar (pese a que esta situación está mal reflejada en el acta arbitral). Tras ello el Doctor A.L.A. continuó examinando a Camila comprobando que en ningún momento tuvo pérdida de conocimiento ni ninguna focalidad neurológica por lo que pudo seguir presenciando el partido hasta su finalización.
Tras la conclusión del mismo, el Doctor A.L.A. volvió a examinar a la jugadora con la intención de darle los puntos de sutura necesarios para la correcta cicatrización de la herida ante lo cual tomó la decisión de que esos puntos sería mejor darlos en el hospital por lo que decidió enviar a Camila en la ambulancia al Hospital Fremap de Majadahonda, hospital especializado en el tratamiento de accidentes laborales.
Tras indicar el Doctor A.L.A. a la jugadora que tenía que trasladarla para la idónea aplicación de los puntos de sutura le ofreció a un acompañante que fuese con ella en la ambulancia , ofrecimiento que dicho acompañante declinó y prefirió ir con su vehículo detrás de la ambulancia. La ambulancia y el personal sanitario del Rayo dejaron a la jugadora en las buenas manos del personal del Hospital Fremap de Majadahonda.
Nadie vio, ni conoce, ni ha vuelto a saber de la existencia del doctor A.L.A. Sin embargo, Martín Presa sigue sosteniendo que todo es una manipulación del sindicato AFE para hundir su prestigio. Prestigio que se ha encargado él mismo de hundir.
La llegada de Carlos Santiso.
Por primera vez en esta guerra, la situación deportiva empieza a ser preocupante. Miguel Ángel Quejigo no consigue encauzar los resultados y es destituido con el equipo colista, sumando solo cinco puntos en dieciséis partidos. Se abre entonces la búsqueda de un capitán para un barco a la deriva, y, cuando ya estaba todo prácticamente cerrado para la incorporación de otro entrenador, Martín Presa contrata los servicios de Carlos Santiso, que ya había entrenado al femenino del Rayo Vallecano y también había pertenecido al organigrama del fútbol base de la entidad.
Santiso había sido destituido meses antes de la Selección Sub-12 de la Federación Madrileña, que dio la noticia a través de un escueto tweet. Sin embargo, la práctica totalidad de la prensa especializada y gran parte de la afición sabía el motivo:
Horas antes de aquel tweet, se habían filtrado varios audios de Santiso a su cuerpo técnico. En uno de ellos, el más polémico, se expresaba del siguiente modo: "Este staff es increíble, pero nos faltan cosas. Nos falta, sigo diciéndolo, hacer como los de la Arandina. Nos falta que cojamos a una, pero que sea mayor de edad para no meternos en 'jaris', y cargárnosla todos juntos. Eso es lo que une a un staff y a un equipo. Mira los de la Arandina, que iban directos al ascenso". "Los de la Arandina" eran los jugadores condenados por abusos a una menor que, intoxicada, sufrió la violación de dos de ellos.
Los audios no se hicieron públicos entonces por la falta de pruebas de la autoría de Santiso, aunque su voz era reconocible. Al no haber comunicado de la Federación Madrileña al respecto que le señalara como autor material de los mismos, aquello se enterró en un cajón… hasta la contratación del técnico por parte de Martín Presa. Fue ahí donde las redes sociales hirvieron en protesta. Las jugadoras mantenían silencio.
Santiso habló entonces con Cadena SER, admitió el audio en cuestión y se refirió a él como "una broma de mal gusto propia de una charla informal entre amigos"
Santiso habló entonces con Cadena SER, admitió el audio en cuestión y se refirió a él como "una broma de mal gusto propia de una charla informal entre amigos". Poco después, emitió un comunicado en el que agradecía al club y a Martín Presa la confianza depositada, confianza que fue clave, según él, para no venirse abajo. El Presidente fue cuestionado por la contratación en una entrevista con Juanma Castaño en el programa El Partidazo de Cope, aprovechando un partido de la Copa del Rey, y escurrió el bulto hacia las jugadoras y, una vez más, contra el sindicato AFE: "Las jugadoras, y si alguna dice lo contrario te estarán mintiendo, están muy a gusto. Todas a las que he preguntado me han dicho que sería un error prescindir de este entrenador. Esta es la única verdad". Sin embargo, las jugadoras tenían complicado dar explicaciones, puesto que el club les había prohibido emitir cualquier tipo de comunicado, a prensa o en redes sociales, sobre el tema.
Martín Presa llegó incluso a bajar al vestuario en uno de los siguientes partidos a mostrar el apoyo al equipo, la confianza en la permanencia y solicitar de forma implícita que elaboraran algún tipo de declaración que respaldara al técnico, algo que consiguió, por otra parte, días después a través de una entrevista postpartido a Paula Fernández en la que dijo: "Nos ha dado un plus, el equipo compite y ahora mentalmente estamos mejor. Es un plus desde la banda, a ver si juntos conseguimos la salvación". Sin embargo, este año no pudo ser, ni con Santiso ni sin él. El Rayo femenino quedó matemáticamente descendido a tres jornadas del final, con la tristeza que flota en todo el fútbol femenino al ver a un equipo histórico, que pudo ser más histórico aún si no se hubiera cortado su progresión, y que ha sido tan maltratado institucionalmente en los últimos años. Sus jugadoras, que han honrado siempre la franja, de la primera a la última, ponen punto y a parte en esta historia, que confiamos en que se siga escribiendo, aunque tememos que quede inevitablemente interrumpida.
Atrás queda el braserito de gloria de las ligas, de ser el mejor club español hace apenas una década. Algún día los carteles de Wanted pasarán los muros de Vallecas. Algún día, la afición, harta de que se pisotee la franja, acabará encontrando un William Munny al que no le tiemble el dedo en el gatillo a la hora de sacar a Presa del fútbol. No del fútbol femenino, del fútbol. Les pasó a otros ya. Es la historia de muchos contada esta vez en un barrio humilde que defiende a su equipo porque es suyo, no de ningún tabernero que exponga siempre el cadáver de sus equipos como decoración de su bar. Por encima de los nombres, el escudo. Por encima del escudo, la gloria. Así debería ser siempre. Y el que no lo defienda, que salga de aquí si quiere salvar su vida. Sin perdón.
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