Trece años han transcurrido del operativo policial que arrestó en Lugo un 16 de octubre a una veintena de personas relacionadas con una retahíla de hechos de enorme gravedad cuyo epicentro se situaba en una serie de establecimientos en los que clase, género y colonialismo estrechan sus manos: los prostíbulos. Sería el tercer elemento el que bautizaría a la investigación como caso Carioca, puesto que la mayoría de los cientos de mujeres explotadas sexualmente en los clubs investigados procedía de Brasil.
A medida que se tiraba del hilo, fueron incrementándose los imputados en la causa hasta rozar los 90 y conociéndose nuevos episodios de un extenso e intrincado entramado en el que los policías locales, policías nacionales y guardias civiles encargados de perseguir esta clase de delitos actuaban como cooperadores necesarios, cuando no directamente como proxenetas. Tanto era así que la jueza Pilar de Lara hubo de recurrir a agentes de la brigada de Asuntos Internos de la Guardia Civil procedentes de Madrid para llevar a cabo con la mayor de las discreciones la instrucción previa a la operación.
Los policías locales, policías nacionales y guardias civiles encargados de perseguir esta clase de delitos actuaban como cooperadores necesarios, cuando no directamente como proxenetas
La magistrada había dado en la tecla de algo muy gordo, y no tardaron en hacérselo saber desde los foros policiales: "La venganza es un plato que se sirve en frío". Durante los primeros años tuvo que cambiar sus hábitos y llevar escolta para protegerse ella y a su hija, mientras que los agentes encargados de la instrucción denunciaban haber recibido amenazas de muerte y ataques a sus vehículos en un contexto de guerra de una parte de la Guardia Civil contra los investigadores.
Las amenazas y presiones no fueron las únicas zancadillas que atravesó la causa, cuyos hallazgos ponían en jaque la confianza que la ciudadanía pudiera depositar en un pilar tan importante del Estado como lo pueden ser sus fuerzas y cuerpos de seguridad. Es por eso que no faltó quien pusiera todo su empeño en reducir el caso Carioca a un puñado de terribles proxenetas y, a lo sumo, un par de manzanas podridas entre las autoridades policiales sobre las que debería recaer toda la mala prensa para preservar la imagen del resto. A esta tesis apuntó en una entrevista para El Progreso el, hasta hace unos meses, jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Lugo poco antes de su reciente ascenso a Madrid: "Yo creo que aquello estaba sobredimensionado. Era mucho menos de lo que aparentaba".
LOS REYES DEL MAMBO
Una visión diferente ofrecen los testimonios de las mujeres prostituidas, empezando por aquella que interpuso en diciembre de 2008 la denuncia que da origen a la macrocausa. Según su relato, el cabo de la Guardia Civil responsable del Equipo da Muller e o Menor, Armando, llevaba años acosándola para mantener relaciones sexuales después de que en el 2006 acudiera junto a dos compañeros al club en que ejercía a realizar una inspección haciéndose pasar por Jefe de Extranjería. De aquella inspección no quedó registro, pero sí los datos personales y las fotografías de las prostitutas que les llamaban la atención en una carpeta llamada "pilinguis fotos", hallada en las dependencias del Equipo de Personas, responsabilidad de Baquero, superior jerárquico de Armando.
Armando se presentaría en el piso de la denunciante, posaría su pistola sobre la mesa del salón y la forzaría a mantener relaciones sexuales a cambio de un permiso de residencia por tres meses. La denuncia se produce cuando, ante la negativa a volver a tener relaciones, Armando comienza a acosarla y el inspector jefe de la Brigada de Extranjería de la Policía Nacional, Evaristo, el subinspector Eduardo -a quien ella conocía de acudir al club como cliente- y otro agente de la brigada la expedientan con una orden de expulsión que no tardarían en ejecutar entre insultos y vejaciones. "Ahora la información ya está cortada".
El Equipo de Personas de la Guardia Civil, con Armando y Baquero como máximos responsables, era el encargado de perseguir los delitos relacionados con tráfico de personas y explotación sexual, mientras que a la Brigada de Extranjería de la Policía Nacional, con Evaristo y Eduardo al mando, le correspondían las competencias relacionadas con los permisos de residencia y órdenes de expulsión. Ambos cuerpos actuaban coordinadamente en los prostíbulos, pero no actuaban en todos por igual: beneficiaban a aquellos afines que accedían a pagar una cuota a Armando cuando pasaba el cazo, y según diversos testigos, también a Eduardo, a la vez que machacaban a la competencia, incluso con declaraciones precocinadas. Y son precisamente estos agentes el nexo común entre más de una decena clubs que otorga al caso Carioca el carácter de red. En una ocasión llegó a enterrarse una guerra entre Armando y un burdel de Ribadeo, que había recurrido a sus propios contactos en la Guardia Civil, mediante un pacto entre agentes para evitar acabar siendo todos perjudicados.
El Equipo de Personas de la Guardia Civil y la Brigada de Extranjería de la Policía Nacional actuaban coordinadamente en los prostíbulos, pero no actuaban en todos por igual: beneficiaban a aquellos afines que accedían a pagar una cuota
No son pocos los proxenetas que, cuando no accedían a sus exigencias, dan cuenta de las tropelías que Armando cometía en los prostíbulos en los que ellos mismos explotaban sexualmente a mujeres. Es el caso de José Crego, que acabó sucumbiendo a las amenazas de Armando tras un incendio provocado en el club Tritón (O Corgo). O el de Antonio, responsable del club El Romance (Vilalba) que denunció haber sufrido amenazas de Armando, un tiroteo procedente de un vehículo que lo perseguía mientras conducía y el secuestro y violación de dos mujeres que ejercían en su club por parte de sicarios armados, además de haber sido encarcelado por órdenes de Armando. En los pocos casos en los que la proxeneta era una mujer, Armando o Baquero la acosaban y amenazaban con actuar contra sus burdeles si no accedían a tener relaciones con ellos.
Otro ejemplo es el de 'el Alemán', propietario de varios prostíbulos de Sarria y Becerreá que en 2001 convocó una rueda de prensa que sería emitida por la emisora gallega de TVE y TeleLugo en la que señaló a Armando como responsable de un montaje policial en su contra, fundamentado en declaraciones de las mujeres que él prostituía en el club Satélite y obtenidas bajo amenazas de expulsión y maltrato psicológico y físico. La operación no proliferaría al apreciar la jueza instructora que las denuncias eran falsas, pero Armando, que había extorsionado sin éxito a 'el Alemán' para que le pagase a cambio de protección, denunció al proxeneta por las "calumnias" vertidas en televisión y consiguió que acabara encarcelado y condenado a pagarle 6.000 € de indemnización.
A las mujeres explotadas en los clubs adversarios la Brigada de Extranjería a menudo les incoaba expedientes de expulsión. Otras, aquellas que podían ser más rentables, eran enviadas a los pisos de acogida que el propio Armando gestionaba bajo la condición de mujeres que habían salido de una situación de explotación sexual, para a continuación ser derivadas a los prostíbulos afines. Esta práctica fue denunciada en reiteradas ocasiones y por diferentes vías en 2005 por dos agentes subordinadas sin que nadie, ni los máximos responsables de la Guardia Civil en Lugo ni el subdelegado del Gobierno (PSOE), hubiera tomado cartas en el asunto.
A las mujeres que aceptaban las exigencias sexuales o de otro tipo de Armando a menudo se les concedía la condición de testigo protegido que les garantizaba la permanencia en España. Otras veces les organizaba matrimonios de conveniencia o contratos fraudulentos. O recurría a sus contactos en la Administración para regularizarles la situación, nada menos que Alberto Linares, el Jefe de la Oficina de Extranjeros, y Germán Pumares, que por las mañanas trabajaba como funcionario adscrito a la Brigada de Extranjería y por las tardes de abogado en un despacho al que en ocasiones acudían los mismos clientes a los que Germán les había facilitado la tarjeta de contacto por la mañana y sobre los que Germán como funcionario debía aceptar o rechazar su defensa. Germán era muy dado a echar una mano y por eso, de acuerdo con el encargado del club Eros (Lugo), era quien les gestionaba "los papeles" del club.
En los clubs afines Armando, Baquero y Eduardo tenían barra libre de sexo y consumiciones. Eran los "Reyes del Mambo", o así se les conocía en el club Liverpool (O Corgo). Armando se permitía, incluso, invitar a servicios de prostitución gratuitos a sus amigos más cercanos a los que lo unían los negocios, entre ellos Enrique Calvente cuando era alcalde por el PP de una entidad menor local segoviana. Otro alcalde del PP, Jesús Novo, conocido por las fiestas con prostitución que organizaba en la Mariña lucense, mantenía una estrecha relación con Armando, con quien acudió a una cacería en Toledo, y le hizo algún favor relacionado con la regularización de una mujer. Se sabe que en la Mariña Armando se llevaba a las mujeres de algún prostíbulo para encuentros de ese estilo.
Armando se permitía, incluso, invitar a servicios de prostitución gratuitos a sus amigos más cercanos
Pero no solo ellos tenían barra libre. Por ejemplo, Luis Ferreiro, policía encargado de la custodia de los detenidos en los calabozos, era invitado a servicios de prostitución en el club Tara (Guntín). Una de las intervenciones telefónicas del caso Carioca interceptó cómo una mujer explotada en el club Queens, donde Luis también era un invitado asiduo, atiende la llamada de Pulleiro, encargado del club, pese a encontrarse detenida. Ella dice que "aquí están todos los policías que van por ahí", el encargado le pregunta si está Luis Ferreiro y la mujer se mueve con naturalidad por la comisaría hasta el piso de arriba para pasarle con él, que le permitiría abandonar las dependencias.
EL POLICÍA PROXENETA
Si alguien había forjado buenas relaciones con los cuerpos policiales, ese era Adán, dueño de los clubs Queens (Lugo) y La Colina (Outeiro de Rei) y patrocinador del equipo de fútbol sala de la comisaría de Lugo.
Adán se crio en un ambiente violento. No había cumplido los 25 años cuando su padre entró en prisión por haber estrangulado a su madre y quemado su cadáver. Para entonces Adán ya había sido denunciado por varias mujeres prostituidas por agredirlas en el club Scorpio, en el que estaba como encargado. Ese club vería nacer la amistad entre Adán y Ramón, inspector de la Policía Local al mando de la Brigada Nocturna. Varios testigos apuntan a que sería este el agente responsable de la desaparición del puñal y la ropa ensangrentada que impediría demostrar que Adán hubiera apuñalado a un cliente en el club O Pazo en el año 2000. Otros testimonios atribuyen a Adán tiroteos, persecuciones rifle en mano y haber encañonado a clientes.
Ramón estuvo encausado junto a casi un centenar de compañeros -de los 125 que conformaban la Policía Local- en la trama de la retirada de propuestas de multa. El juez sobreseyó el caso en el 2019 ante la falta de normativa y registro de qué agentes podían modificarlas, pero en la instrucción se evidenció que Ramón ofrecía la retirada de sanciones a cambio de que los multados asegurasen su vehículo en la correduría de seguros de la que él mismo era propietario. Además, también beneficiaba con frecuencia a Adán.
Pero el jefe de la Brigada Nocturna no se limitó a beneficiarlo, sino que fue su socio en el club Queens que montaron juntos en el 2001 en una parcela de la que los anteriores propietarios se deshicieron tras ser fritos a multas por la Policía Local. Para tal fin, Ramón fundó una inmobiliaria cuya única actividad fue arrendar el local y subarrendárselo por el mismo precio a Adán sin percibir -la empresa- un solo euro. Ramón gestionó la licencia del local, el suministro eléctrico, las obras de reforma, la pintura de la fachada y la instalación de rejas, persianas y ventanas. Fue incluso el encargado de ponerle las luces de neón. A diferencia del club Volvoreta (Lugo), que regentaba un guardia civil ya jubilado, en este caso se trataba de un policía en activo.
A diferencia del club Volvoreta (Lugo), que regentaba un guardia civil ya jubilado, en este caso se trataba de un policía en activo.
Una vez inaugurado el Queens, él entraba por la puerta de acceso de las mujeres y no de los clientes, se reunía con Adán en el despacho y le recriminaba a las mujeres que allí se "jodiera poco". No solo estaba invitado a sexo y bebidas, sino que distintos testigos vieron cómo Adán pagaba a Ramón importantes cantidades de dinero. Ramón "probaba" a las mujeres que llegaban nuevas al club y en algún caso se desplazó a recogerlas al aeropuerto. Acudía al club uniformado, armado y en el vehículo oficial, y usaba su condición de policía para forzarlas a tener relaciones gratis con él incluso fuera del local y sin preservativo.
Una de las mujeres que se vio forzada a prostituirse para sacar a sus pequeños adelante declaró que con quien habló para empezar a ejercer en el Queens fue con Ramón, y no con Adán. En el 2004 denunció ante la Policía Nacional a Adán y Ramón aportando datos concretos, así como una fiesta con prostitutas organizada en la vivienda de un guardia civil. Sobre la denuncia no se practicó diligencia alguna. Sin embargo, ella salió de la comisaría con la apertura de un expediente de expulsión en su contra y fue enviada, embarazada, a un centro de religiosas donde la pusieron a hacer limpieza "todo el día". Acabaría dando a su hijo en adopción por falta de recursos -si bien el centro estuvo investigado en un caso de retiradas irregulares de bebés-. Según se publicó en El País, hoy vive con una discapacidad del 99% tras tirarse de un sexto piso con la intención de suicidarse.
ESCLAVITUD SEXUAL CON COMPLICIDAD POLICIAL
Las mujeres prostituidas en el Queens y La Colina, del que Adán se haría cargo desde el 2004, eran captadas mayoritariamente en Brasil, y debían prostituirse para saldar una deuda que no paraba de acrecentarse contraída con el pretexto del billete de avión. Una de las rutas de entrada consistía en pasar por la cabina 16 del Aeropuerto de Barajas. En la taquilla del agente de la Policía Nacional destinado en aquel puesto fueron localizados los nombres de varias de las mujeres que debía dejar pasar. Paco, como lo llamaba Adán en las 61 conversaciones telefónicas intervenidas, era yerno de uno de los camareros del Queens.
El Queens llegó a generar cerca de 200.000 euros mensuales, según La Voz de Galicia. Las mujeres que ejercían en él, hacían jornadas de hasta 12 o 14 horas en un ambiente de "sometimiento, miedo, intimidación y terror", de acuerdo con los autos judiciales. Si alguna se encontraba enferma Adán le exigía volver: "Y si no lo haces te voy a buscar. Como si tengo que pagar 500 euros para que te rompan las piernas". El Queens fue el escenario de insultos, vejaciones y palizas que Adán propinaba. Unas relataron haber sido arrastradas de los pelos, otra que Adán le lanzó un cuchillo a 4 cm de la cara, otra haber sido encañonada bajo amenazas mientras él se reía al ver cómo le temblaban las piernas… Esta misma mujer recibió de su marido, amigo de Adán, una paliza que la dejó cojeando. Al llegar al club, Adán la llamó ante la mirada impasible del policía José para propinarle otra en el baño. Delante de él y de otro compañero al que llamaban Félix, Adán diría "ahí tenéis a mis vacas, solo saben comer, beber y pacer".
José y Félix eran dos de tantos policías nacionales que acudían gratis al club, y es que el Queens era el lugar de recreo de las fuerzas de seguridad. De la Benemérita fueron reconocidos como clientes diversos agentes más allá de Armando y Baquero, en particular del Equipo de Delincuencia Organizada y Antidroga (EDOA). Charly Varela, guardia civil identificado como cliente, competía en campeonatos de motociclismo con una Kawasaki que lucía entre las pegatinas de sus patrocinadores las del Queens y La Colina. Según publicó El País, una mujer que ejerció en el Scorpio y el Queens apuntó alto al señalar a García-Lora, jefe de la Comandancia de Lugo hasta su ascenso de 2009, como el cliente ocasional del Queens que la trasladó desde Madrid a Lugo en vehículo oficial con su chófer al volante. Su chófer era a su vez un guardia civil en la reserva muy bien relacionado con los proxenetas del Queens y el Eros que terminaría por contraer matrimonio con aquella mujer.
Una mujer que ejerció en el Scorpio y el Queens apuntó alto al señalar a García-Lora, jefe de la Comandancia de Lugo hasta su ascenso de 2009, como el cliente ocasional del Queens que la trasladó desde Madrid a Lugo en vehículo oficial
Algún policía nacional, como aquel al que llamaban Melendi, "iba todos los días". El agente de la Policía Local conocido como 'el coletas' fue señalado por varios testigos como uno de los suministradores de munición a Adán, que luego descargaba contra una furgoneta vieja situada en el patio trasero del local. Al policía nacional Manolo lo vieron comparando sobre el mostrador del Queens quién de los dos, Adán o él, tenía la pistola más grande, a pesar de que Adán no tenía licencia para portar armas. Según las prostitutas del Queens, Manolo "follaba por la cara, y si te negabas, amenazaba con deportar". Al igual que Félix, era de los imprescindibles en las orgías que Adán organizaba con mujeres del Queens en las que corría la cocaína y otras drogas. De acuerdo con las testigos, en uno de estos encuentros en el que estaban Manolo y otros cuatro policías, uno de ellos se dispuso a hacer una raya con la cocaína que él mismo llevaba y Adán, buen amigo de Óscar Charlín, del clan de los Charlines, se la tiró al suelo espetándole: "Eso no vale nada, la buena es la que traigo yo".
Adán distribuía cocaína entre los clientes de confianza -alguno llegó a gastar 4.000€ en una noche-, y también la ofrecía a las prostitutas, que recurrían a ella para soportar sus extenuantes jornadas. Esto a su vez prolongaba su deuda y la adicción las fidelizaba para que no abandonaran el club. Por otro lado, la presencia de policías en el establecimiento, a menudo uniformados y muchos de ellos invitados a sexo y consumiciones gratuitas, generaba en las mujeres prostituidas la tranquilidad de que allí las redadas eran improbables y en tal caso habría chivatazo, como ocurrió en múltiples ocasiones, pero al mismo tiempo blindaba a los proxenetas y desincentivaba cualquier tentación de denunciar que las mujeres pudieran tener.
COMBUSTIBLE PARA UN INFIERNO
En todo este desolador paisaje todavía falta un crucial elemento: el cliente. Él es el combustible del lucrativo negocio de la explotación sexual. Muchos de ellos drogados y desenfrenados, es de suponer que no solo provocaran repugnancia a mujeres prostituidas en contra de su voluntad, sino también temor por lo que pudieran hacerles. Llegó a publicarse en El Mundo que, de acuerdo con la declaración de su hermana, una prostituta falleció desangrada tras introducírsele una bola de billar en una orgía en la que fue violada por varios hombres. Algunos exigían hacerlo sin preservativo, y cuando se trataba de amigos de Adán ellas debían acceder.
Fue el caso del constructor Ricardo Lago, al que Adán proporcionaba cocaína. Ricardo, a sus 45 años, solía acostarse con una chica de 18 a la que acabaría dejando embarazada. Ante su decisión de tener al hijo, Ricardo le explica a Ramón que él tiene familia y ese embarazo no puede continuar, tras lo que Adán amenaza a la mujer embarazada con enviarla "en una caja de pino" a su país si no abortaba. El propio Adán la conduciría a una clínica privada insalubre y sin licencia en la que un amigo ginecólogo le practicaría la operación por 600€, sin anestesia y mientras ella se retorcía de dolor. No fue el único aborto forzado que practicó a petición de Adán.
UN MALTRATADOR DENTRO Y FUERA DEL CLUB
Entre las cuatro paredes del Queens pasó sus primeros años de vida la hija que Adán tuvo con la mujer con la que contrajo matrimonio en el 2002. Allí la niña se quedaba a dormir a menudo y jugaba durante el día, como atestiguan los juguetes que quedaron abandonados en el recinto tras la operación Carioca. Ella repetía algunas de las frases que oía pronunciar a su padre: "¡A trabajar, putas!". Entre la documentación intervenida se encontró un dibujo que ella había realizado de una chica enterrada: podría corresponderse con Ana, una de las prostitutas desaparecidas y de la que más evidencias llegaron a recopilarse sobre su probable asesinato.
El caso tuvo que cerrarse al resultar infructuosa la búsqueda de sus restos, pero todo apunta a que, antes de hacerlo desaparecer, su cadáver yació en un agujero encontrado en un alpendre aledaño al Queens al que Adán no permitía acceder desde que lo reformó en 2007. Coincide con la época en que una prostituta oyó a Adán y su socio policía gritar "rabiosos" a una mujer que intentaba pedir auxilio en estado de absoluta desesperación con la boca amordazada. En un momento dado, oye una detonación y a partir de ahí el silencio. Al día siguiente faltaba una brasileña de 19 años en el club. La testigo le manifestó a Adán que abandonaba el club, y Adán reaccionó golpeándola brutalmente hasta que no pudo levantarse, y entonces le pidió a un empleado que le "buscara la 38" para encañonarla diciéndole que la iba a matar. Cuando llegó a la comisaría con el parte de lesiones se encontró a Adán hablando con los policías, que se negaron a recogerle la denuncia. Adán solía decirles a las prostitutas: "¿Quién va a preguntar por vosotras? Os pego un tiro y os llevo a enterrar a una gruta y nadie pregunta".
En un momento dado, oye una detonación y a partir de ahí el silencio. Al día siguiente faltaba una brasileña de 19 años en el club
La mayor condena que pesa sobre los hombros de Adán, que lo mantiene en prisión desde el 2014, no guarda relación con el caso Carioca a pesar del terremoto que supuso en su momento, sino con los malos tratos a su mujer, si bien ella solo se atrevió a romper el silencio una vez que Adán se encontraba en prisión preventiva -que cumplió entre 2009 y 2013-.
"Ojalá te mueras de un cáncer" o "ya sabes lo que vale una colombiana muerta en España" son algunas de las frases que le dedicaba. Adán golpeaba a su esposa delante de su hija, en algún episodio hasta dejarla inconsciente. La mujer llegó a perder parte de su cabello debido a que Adán la arrastraba de los pelos. En una ocasión la encerró en un cuarto sin comida ni bebida y debiendo hacer sus necesidades en el dormitorio, del que logró salir al cabo de tres días -a la carrera, y mientras Adán disparaba al aire- tras desmontar una cama y forzar la puerta con una tabla.
Cuando por fin encontró a una conocida que las acogiera a ella y a su hija de 4 años en su vivienda, Adán amenazó con volarla con dos bombonas de butano, y logró que volviese al Queens para firmar, con la pistola cargada colocada en la sien, unos papeles que Adán le impidió leer por los que ella renunciaba a su hija. Todavía habría otro episodio más de violencia, en el que Adán cerraría con llave la puerta del piso que habían compartido, le mandaría anotar "todos sus pecados" en una hoja en blanco y le diría que "de aquí sales tú o salgo yo, pero los dos no". La sentencia recoge que Adán la violó brutalmente mientras se metía rayas de cocaína y que ella solo logró salir por la ventana del baño, desnuda de cintura para abajo y sangrando, gracias a que Adán se confió y se fue a la cocina a comerse un flan en medio de aquella situación. "Corre, me cago en Dios, que ya te pillaré".
IMPUNIDAD
Estando Adán en prisión preventiva, todavía tuvo tentáculos como para que durante el primer mes de investigación alguien forzase los cierres del Queens y La Colina y entrase en ellos, presuntamente, para destruir pruebas. Por su parte, el Eros sufrió hasta seis incendios entre julio de 2010 y marzo de 2011, y un intento fallido de reventarlo con una bombona de butano. Al margen de estos clubs, en el caso Carioca fueron investigados el Eclipse, el Volvoreta y el Liverpool, destacando los últimos dos por sus condiciones de insalubridad.
Aparte de Armando y Baquero, se pudo averiguar que al menos dos agentes del Equipo Antidroga acudían invitados al club Liverpool. El dueño de aquel establecimiento los agasajaba en Navidad con cajas de vino Vega Sicilia. Allí, el proxeneta prohibía a las mujeres el uso de preservativo y debían introducirse una esponja para ejercer también los días de menstruación. Alguna mujer declaró llegar a perder 20 kilos debido a las condiciones de explotación, algo que acontecía ante los ojos de los agentes.
Al igual que ocurrió en el Queens, en el Liverpool se prostituían algunas menores, y al menos una de ellas era violada por el proxeneta. En una conversación telefónica a propósito de una que ejerció primero en el Queens y después en el Liverpool, Armando comenta con Evaristo, que había identificado a la menor en una redada sin iniciar ningún tipo de actuación, que era "de dominio público que la menor estaba por ahí". La Fiscalía, no obstante, se negó a acusar ni al proxeneta ni a los agentes y la pieza judicial relativa al Liverpool quedó sobreseída. Orozco, ex alcalde de Lugo por el PSOE, celebraría en Twitter el archivo relativo a los cuatro guardias civiles: "¿Quién les devuelve el tiempo pasado?".
A pesar de la ingente cantidad de delitos apreciados en la investigación del caso Carioca, pocos han llegado a juicio para poder probarse judicialmente más allá de las evidencias obtenidas durante la instrucción. Hasta ahora los únicos que han recibido condenas de prisión han sido los proxenetas Marcos, del club Eros -3 años y 6 meses por delitos relacionados con prostitución y 4 meses por blanqueo de capitales-, Adán -6 años por delitos relacionados con prostitución, 1 año y 5 meses por blanqueo de capitales y 1 año por el aborto forzoso- y su encargado Pulleiro -3 años y 7 meses por delitos relacionados con prostitución y 4 meses por blanqueo de capitales-. Todas ellas son penas de conformidad a la baja acordadas con la Fiscalía entre los años 2020 y 2022. Germán Pumares fue condenado a 18 meses de suspensión de empleo público por compaginar su puesto con el de abogado y el ginecólogo que practicó el aborto forzoso a 3. De las piezas judiciales de peso, solo queda en pie la que atribuye más de 70 delitos a Armando y 7 a Baquero, además de una carga delictiva de menor entidad a 3 proxenetas. A la vista de los antecedentes, está por ver cómo se resuelve.
La precariedad de recursos en el juzgado de instrucción acreditada por un informe del CGPJ, la negativa de la Fiscalía a acompañar la investigación y a acusar a la práctica totalidad de agentes implicados y la del ayuntamiento de Lugo (PSOE) y la Xunta de Galicia (PP) a personarse como acusación popular fueron los principales aliados para aislar a Pilar de Lara entre más de cien mil folios de sumario divididos en 47 piezas judiciales cuyo resultado mayoritario bien podría sintetizarse en una sola palabra: impunidad.
Las mujeres prostituidas solo podían personarse en las piezas que investigaban a los proxenetas y tan solo unas pocas lo hicieron, por cierto, desestimándose parte de sus solicitudes. La aplastante mayoría carecía de recursos, debió buscarse la vida en otros paraderos o regresó a su país, por ejemplo, cuando los proxenetas estaban cercanos a cumplir el máximo legal en preventiva y todavía no se preveía un juicio próximo. Es posible que no tuviesen fuerza para enfrentar el duelo, o que no depositasen confianza en la Justicia, o que percibiesen que lo que les tocó vivir era lo que había y no entrase en sus esquemas que hubiera algo por lo que luchar.
De nada servía la diligencia de la magistrada en presentar una carga indiciaria abrumadora que no dejara lugar a dudas de la comisión de una serie de delitos por parte de los agentes si no había nadie que la correspondiera desde el lado de la parte acusadora. Las piruetas argumentales para exculpar a los investigados que uno puede encontrarse en los autos firmados por la Fiscalía son más propios de un -desesperado y pésimo- escrito de defensa que de las funciones asignadas al Ministerio Público.
De nada servía la diligencia de la magistrada en presentar una carga indiciaria abrumadora que no dejara lugar a dudas de la comisión de una serie de delitos por parte de los agentes si no había nadie que la correspondiera desde el lado de la parte acusadora
Desde la llegada de Pilar de Lara, el juzgado de instrucción nº 1 de Lugo fue acumulando diversas macrocausas: Carioca, buena parte de la Pokémon -cuya raíz se encuentra en la Carioca-, Cóndor, Cebra, Garañón, Pulpo y una rama de la Campeón son las más destacables. Sin los funcionarios de refuerzo que el CGPJ estimaba necesarios, sin escáner para digitalizar informes policiales de miles de folios que debían notificarse a las partes y en ocasiones sin cubrirse las bajas laborales, la magistrada llegó a encadenar jornadas de hasta 16 horas de trabajo y a redactar autos judiciales durante sus vacaciones para promover sus instrucciones, que en ocasiones implicaban a cargos políticos del mismo partido que gestionaba la Xunta de Galicia, de la cual dependen las asignaciones del juzgado tanto presupuestarias como de plantilla.
Su metodología de trabajo no está exenta de críticas, pero para muchos juristas resulta incomprensible la medida de carácter excepcional aplicada a Pilar de Lara, que hoy no continúa al frente del juzgado tras ser apartada por el CGPJ, que actuó de oficio para aplicarle una sanción en 2019 por desatención de la actividad instructora. Según la versión de la magistrada, de los 89 atrasos que se le imputaron solo uno se debía a trámites que fueran de su responsabilidad. Ni Concello, ni Xunta, ni Fiscalía: hasta el momento la única parte sancionada ha sido la magistrada mientras policías proxenetas como Ramón han acabado indemnes.
Quizás por todos los fenómenos de poder que encierra la prostitución, en Lugo investigarla significó destapar enormes carencias sobre las que cimentamos nuestra sociedad. Es la realidad de cientos de miles de mujeres migrantes en España. Ocurre a nuestro lado, a las afueras de cada ciudad, ante la indiferencia de la mayoría. Son nuestras vecinas, pero desconocemos su voz, su relato. Puede que haya intereses creados en hacernos incomprensible la realidad de los márgenes para desconectarnos de las miserias de quienes ocupan la centralidad. Porque sí, las mujeres con nombre y apellidos del caso Carioca han sufrido toda clase de abusos pero, total, ya se sabe, siempre han sido "las otras".
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