Que la prostitución haya llegado a considerarse un oficio es la gran falacia de los últimos tiempos, y que buena parte de la sociedad se la haya tragado a la flamenca da buena cuenta de los sutiles mecanismos que usa el patriarcado a través de su establishment socioeconómico y cultural para inculcar sus mensajes de la forma más hábil y subliminal hasta conseguir que calen en la población. Solo quienes se dedican a leer e investigar, así como las mentes más despiertas pueden burlar este discurso trampa fabricado por las élites neoliberales.
La prostitución no es un trabajo, nunca lo fue. Es una institución patriarcal, que en el último tercio del siglo XX ha sido transformado en un sector económico pujante en el que millones de mujeres han sido convertidas en mercancías y en el que los dueños del entramado económico de la industria del sexo son varones. Y es patriarcal porque se ha invisibilizado la figura del varón demandante, como si no tuviesen responsabilidad en la violencia que produce la prostitución y en la existencia de una industria que cosifica, explota y subordina a millones de mujeres en todo el mundo.
Françoise Héritier, la antropóloga francesa que falleció el pasado 15 de noviembre y que sucedió a Claude Lévi-Strauss - el padre del estructuralismo - en el Colegio de Francia, además de demostrar que la violencia machista no respondía a ninguna lógica natural, sino a un exceso de cultura patriarcal, entre otros hallazgos, se pronunció con respecto a la prostitución en los siguientes términos: “decir que las mujeres tienen derecho a venderse es ocultar que los hombres tienen derecho a comprarlas”.
Por su parte, Richard Poulin, profesor emérito de la Universidad de Ottawa y uno de los mayores expertos mundiales sobre prostitución, afirma, desde la base de sus conocimientos y sus principios, que “los hombres no quieren ver qué hay detrás de la prostitución”, y denuncia su responsabilidad absoluta sobre la subsistencia de este negocio, porque si los hombres no pagaran por estos servicios, se acabaría con la prostitución; así de sencillo.
"Los hombres no quieren ver qué hay detrás de la prostitución" es una máxima que se puede interpretar como un mensaje a dos bandas: una, la que aglutina a aquellos hombres que, ante la duda o miedo a perder privilegios, prefieren confundir a la opinión pública manipulando el asunto y contraatacan con argumentos liberales. Y, otra, la que corresponde a ese grupo ignorante y cómodo, que prefiere fumarse todo lo que le impongan desde el olimpo mediático a tomar conciencia de la verdadera realidad de la prostitución y actuar en consecuencia.
El reconocido investigador explica que la industria del sexo revela las tendencias actuales en la agenda de la globalización neoliberal, pues nos “permite entender mejor la mercantilización de la vida y de los seres humanos, la discriminación étnica, la opresión sexual y la sumisión de mujeres y niñas al síndrome del placer masculino, y añade que la mercantilización de los cuerpos y los sexos afecta sobre todo a las más vulnerables de la sociedad, pues tiene un carácter marcadamente clasista y/o étnico".
El sociólogo canadiense hizo unas declaraciones significativas acerca de lo que pudo constatar mediante su trabajo de investigación, después de entrevistar en dos fases diferentes a varias strippers en Canadá. Le revelaron que al iniciarse en su actividad, se sentían empoderadas frente a los hombres, en el sentido de que no pudieran tocarlas, lo consideraban como una especie de venganza por los abusos que habían sufrido anteriormente; pero después de pasar unos meses bailando desnudas cambiaban completamente el discurso y reconocían que los hombres no iban a verlas a ellas, sino a ver culos, que es lo mismo que visionar una mercancía. Ya por entonces habían dejado de sentir ese poder.
Poulin confirmó que al escudriñar en el mundo de la prostitución se encontró con exactamente lo mismo: “Al principio hay mujeres que creen que ejercen un poder sobre los hombres, pero luego acaban dándose cuenta de que son los hombres los que tienen poder sobre ellas”. El académico confesó que para él, como sociólogo, era más interesante entrevistar a mujeres que habían sobrevivido a la prostitución que a las que la ejercen, porque las que están activas en la industria del sexo trabajan alienadas y normalmente tratan de legitimar su actividad, con lo cual su relato carece de verosimilitud.
Esto es justo lo que ocurre en España. Los medios de este país solo visibilizan a la víctima y entrevistan, en una gran parte, a las prostitutas que están activas y que lastran su consiguiente estigma a fuego vivo, con lo cual usan esos testimonios para justificar que hay que regularizar el sector y proteger los derechos laborales de las “profesionales”. Se trata de una manipulación mediática en toda regla, amparada por uno de los lobbies más poderosos del mundo, que les sirve para legitimar la prostitución de cara a la sociedad y así poder promocionar las bondades de esta actividad.
Según Rosa Cobo, “se oculta intencionadamente la asociación entre demandante y dominio masculino para así enmascarar las relaciones de poder que están en la base de la prostitución. De ahí la necesidad de mostrar el vínculo entre demandantes y dominio masculino, así como de resignificar el imaginario de la prostitución y de redefinir a los demandantes como prostituidores. Las investigaciones que se han realizado sobre la prostitución se centran fundamentalmente en la figura de la mujer prostituida. Se ha ido configurando un imaginario de la prostitución en el que la figura de la puta lo ocupa por completo. Y, como sabemos, los imaginarios contribuyen a la formación de las definiciones sociales, así como también sabemos que no existe prostituta sin varón demandante".
El profesor y ensayista Enrique Javier Díez, manifiesta que “casi todas las investigaciones acerca de la prostitución eluden detenerse en aquellos que la consumen. Son estudios que, al tiempo que estudian el fenómeno y lo denuncian, tienden a proteger con un manto de inocencia a los usuarios”.
A finales del 2017, el dúo twittero Towanda Rebels formado por la periodista Teresa Lozano y la actriz Zúa Méndez lanzaron a través de su canal de YouTube la valerosa y plausible campaña ‘Hola, putero’, que dinamitó las redes sociales al expresarse sin tapujos en contra de la prostitución. Este soplo de aire fresco a favor de los derechos humanos en forma audiovisual llegó a alcanzar nada menos que 650.000 visionados en apenas tres semanas. Su éxito se culminó concediendo entrevistas a la mayoría de medios de comunicación del país. Desde ese momento, recibieron desde felicitaciones - desde el sector feminista radical sobre todo - a críticas y amenazas de todo tipo en Internet, precisamente por poner el foco en el putero como principal culpable de la prostitución y responsable directo que esta exista.
Esta iniciativa se podría catalogar como histórica en los foros mediáticos, pues se trata de una denuncia que nunca se había viralizado con tanto alcance; una denuncia que ya venían interponiendo desde tiempo atrás las más reconocidas pensadoras feministas, a través de artículos y publicaciones académicas.
A partir del revuelo organizado con el video #HolaPutero, empezaron a recibir muchas críticas. La audiencia reaccionó pidiéndoles insistentemente que contestaran al comentario hit más repetido: 'la prostitución es un trabajo como cualquier otro’. Debido a la expectación generada, acabaron respondiendo con la producción de tres sketch más, todos rebosantes de un refinado sarcasmo, humor ingenioso y una afilada crítica en grandes dosis. Tampoco carecen de elocuente pedagogía a la hora de transmitir el mensaje.
En dos de ellos, escenifican diferentes situaciones a las que una mujer se podría enfrentar a la hora de buscar trabajo, en el supuesto de que la prostitución fuera legalizada y tal como creen algunos, se pudiera considerar como una oferta de empleo más en el mercado laboral.
En el tercer sketch, representan una situación donde una chica le cuenta a su madre su plan de asignaturas de la "carrera" que está estudiando: la titulación en prostitución.
El tándem feminista continúa su labor a través de las redes sociales informando a la comunidad sobre los abusos del patriarcado. Uno de los aspectos más importantes de su lucha consiste en reivindicar la abolición de la prostitución, y lo hacen a través de las redes sociales, con una comunicación hábil y rigurosa.






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