'Maison de la Gare' es una oenegé que brinda protección, educación y esperanza a miles de talibés, niños de corta edad que estudian en escuelas coránicas de Senegal y que son obligados a mendigar a cambio de recibir techo y comida. En las grandes ciudades, las familias con una difícil situación económica siguen confiando la educación y el cuidado de sus hijos a los marabús o tutores religiosos. Indirectamente, esto ha provocado que las calles Saint Louis o Dakar se llenen de niños mendigando dinero y comida. Para Issa Kouyaté, director de 'Maison de la Gare', se trata de "una cuestión cultural. Si bien muchos marabús no obligan a los niños a mendigar, otros siguen abusando y atentando contra sus derechos. No conseguiremos erradicar esta situación mientras que desde las instituciones no se actúe con firmeza".
'Maison de la Gare' fue fundada en 2007 por un grupo de diez senegaleses impulsados por el deseo de mejorar las condiciones de vida de los niños talibés en Senegal. "Vivía en Dakar y vine a Saint Louis para trabajar durante 2 meses. Cuando vi la realidad de los niños aquí, decidí quedarme y ayudar a revertir la situación de estos jóvenes en situación de calle". Issa lleva más de 18 años atendiendo a los pequeños y explica que "nuestra intención es ayudar a los talibés a integrarse en la vida, personal y socialmente, brindándoles un acceso a la educación, a la formación profesional y a la vida cultural senegalesa".
Según Issa "es muy importante que los niños conciban el centro como su propia casa. Aquí siempre van a tener nuestra ayuda y vamos a desvivirnos por mejor sus condiciones de vida". Las daaras (escuelas coránicas) donde viven los niños talibés, distan mucho de ser un lugar limpio y seguro. Muchos de estos centros están alojados en edificios sin terminar, sin agua, saneamiento y electricidad, lo que expone a los niños a riesgos para su salud y seguridad. En algunas de estas daaras los pequeños viven hacinados, sin unas mínimas condiciones de higiene y en medio de una gran pobreza que les condena a la mendicidad.
Aunque las cifras oficiales son muy difíciles de cuantificar, en recientes estudios de 'Human Rights Watch' se estima que más de 150.000 niños talibés en Senegal son obligados a mendigar diariamente por sus maestros coránicos. Senegal cuenta con sólidas leyes nacionales que prohíben el abuso infantil, la puesta en peligro de la vida de los niños y la trata de personas, pero se han tomado escasas medidas para proteger a los talibés y procesar a sus abusadores.
"El centro de Saint Louis dispone de 3 espacios donde impartimos diferentes asignaturas a los niños. Se dan clases de español, francés e inglés e intentamos que conozcan las nociones básicas de cálculo y geometría. Junto a la educación, también les ofrecemos comida, ayuda sanitaria y psicológica. Se trata de salvar a los niños de la calle y por otro lado prepararlos para un futuro lejos de las calles y las drogas", cuenta El Hadj Abdou Sy.
A pesar de las fuertes leyes nacionales que prohíben el abuso infantil, el abandono, la puesta en peligro y la trata de personas, éstas rara vez se aplican contra los maestros coránicos que se aprovechan de los menores. A pesar del compromiso del gobierno en mejorar las daara y sacar a los niños de las calles, la erradicación total de la mendicidad forzada y el abuso a los niños talibés sigue lejos de alcanzarse.
Muchos maestros coránicos continúan estableciendo cuotas diarias de mendicidad, con la amenaza de no dormir en la daara o recibir una paliza, por no llegar a sus objetivos diarios. "Ayer, recogimos a dos niños de las calles de Saint Louis porque el maestro coránico no les había dejado dormir en la daara. Los talibés tienen una cuota de 0,50 € a 2,50 € según su edad y tienen la obligación de llegar a la cuota para poder acceder a un techo para dormir", cuenta Issa.
"En Senegal, los maestros coránicos que se lucran con los talibés tienen una gran aceptación social. Esto provoca que niños de otros países acaben llegando hasta aquí para pedir en las calles, porque en países como Gambia o Guinea Bissau está prohibida la mendicidad infantil", explica Issa.
"Con 5 años, mis padres me enviaron con un maestro coránico. Procedía de una familia muy pobre de Mamboukou y entré en una daara en la que ya estaba mi hermano. Éramos entre 40 y 50 niños. Nos levantábamos a las 5 de la madrugada para estudiar, a las 11 parábamos para descansar y a las 2 del mediodía empezábamos a mendigar. Así estuve hasta el año 2018, cuando Issa y la 'Maison de la Gare' salvaron mi vida. Hoy me encargo del taller de costura de la ONG en el que reciclo y confecciono prendas de ropa para los niños y para el personal de la asociación. Conservo muchos amigos de aquella daara. La mayoría de ellos salieron hacia Europa y muy pocos siguen aquí en Senegal", relata Calidou.
"Tenemos 20 puntos de búsqueda en toda la ciudad. Salimos entre las 12 de la noche y las 4 de la madrugada para rescatar a los niños que están durmiendo en la calle. Últimamente hemos acogido a niños que han salido por voluntad propia de su núcleo familiar. Tenemos el caso de un niño que salió de Bambilor y llegó hasta Dakar (40 km) sin que nadie preguntara por él. Estamos hablando con la familia para que decidan si el niño vuelve o renuncian a él y se queda bajo la tutela la AEMO (Acción Educativa en Espacio Abierto, una institución dependiente del Gobierno). Es muy triste pero no podemos hacer más de lo que nos permite la ley”, explica, resignado, Mamadou.
"Los marabús saben a quien escogen. Muchos de ellos viajan hasta las zonas rurales en busca de familias sin recursos. Una vez consiguen la confianza de la familia, le ofrecen comida y dinero a cambio de llevarse al hijo a la gran ciudad. Una vez convencidos y con el niño en propiedad del maestro, vuelve a visitar la aldea en varias ocasiones para convencer al resto de familias de la importancia de ceder a sus hijos y labrarse un "futuro mejor" lejos de su casa. Esa es la manera implacable que tienen algunos marabús de reclutar decenas de niños para sus daaras", explica Issa. Cada año, miles de niños talibés migran a las principales ciudades para asistir a las daaras en Senegal y son víctimas de la trata de personas, que según la legislación senegalesa incluye el acto de explotar a niños para obtener dinero mediante la mendicidad forzada, así como el reclutamiento o transporte para este fin.
"Es muy importante darle visibilidad a la realidad que estamos viviendo en Senegal. Miles de niños son víctimas de una explotación infantil cruda y salvaje. La sociedad necesita cambiar su escala de valores para ayudar a los Talibés, debemos ser mucho más sensibles ante el problema y el gobierno tiene que ser implacable con los maestros coránicos que actúan sin piedad contra los niños. No podemos permitir que en una sociedad que quiere mirar a un futuro más prometedor, se esté maltratando a los que tienen que construir los cimientos de nuestro pueblo en los próximos años", concluye Issa Kouyaté.
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