Los niños lo llevan día a día. Entonces chapoteaban entre las baldosas inestables del campamento mientras todavía garuaba tras el paso de la tormenta. Cristian Ramos, de 36 años, un carnicero y electricista de Maracaibo, Venezuela, esbozaba una sonrisa. Sus hijos de 7 y 10 se la devolvieron antes de saltar a buscar a su primo mayor, de 12, también a cargo de Cristian, para seguir jugando bajo la lluvia.
Cristian los miró hacer apenas unos metros con atención. No podían ir demasiado lejos, no en un campamento migrante que ya está bajo control del cártel. Los dos meses de viaje le habían enseñado que no podría relajarse.
En años recientes, se ha registrado un aumento en el número de personas que han cruzado las fronteras mexicanas de forma irregular. Aunque el 2020 trajo consigo una pausa debido a las restricciones sanitarias que se extendieron por todo el mundo, el 2021 marcó el inicio de un nuevo capítulo. En parte, como consecuencia de los cambios de política pública en Estados Unidos. A partir de ese año, las cifras comenzaron a ascender y el 2023 cerró con máximos históricos relacionados con migración en México. Como evidencia de esto, están los poco más de 778.000 eventos registrados de migrantes en situación irregular en México, lo que representó un aumento del 76% con respecto al 2022.

Cristian Ramos es un seudónimo para este hombre que a mediados de septiembre hablaba en voz baja en el campamento del Parque de la Soledad, donde una pequeña ciudadela de carpas y lonas alberga hace meses a miles de migrantes esperando en México para seguir su ruta a los Estados Unidos.
En medio de este contexto de saturación, el Parque de la Soledad se convirtió en un sitio aislado y sórdido en el corazón de la Ciudad de México, cerca del Palacio de Gobierno y la Cámara de Diputados. Sin embargo, al hablar sobre él luego, del otro lado, nadie parece conocerlo a excepción de los periodistas y activistas en migración. Es un "no lugar", como tantos otros espacios donde los migrantes esperan.
Ahí estaba Cristian a mediados de septiembre cuando lo encontré. Su sobrino es el hijo de su hermano, asesinado en Venezuela. Como la mayoría de las personas esperando su turno para ir a la frontera con la aplicación del gobierno de Estados Unidos, CBP One App, Cristian perdía su paciencia. El campamento de migrantes en el que estaban con su mujer y sus niños les había permitido tener una carpa de 3 x 2 metros con una cama, una mesa para cocinar y algún precario espacio de guardado.

Este pequeño rincón de vida es un espejo de un fenómeno cada vez más común: el creciente número de familias que deciden migrar hacia Estados Unidos, la señal de esto es el incremento en la presencia de mujeres y menores de edad entre los migrantes irregulares en México. Para entender la magnitud de esta situación, en 2021 las autoridades mexicanas registraron 77.000 casos de adolescentes e infantes en tránsito. Aunque este número experimentó una ligera disminución a 71.000 en 2022, para finales de 2023, se contabilizaron poco más de 113.000 casos; esto representa un aumento del 59% en comparación con el año anterior.
A pesar de tener un lugar en el campamento, la vida allí comenzaba a tornarse cada vez más inhóspita. La presencia del cártel la Unión Tepito, que controla la zona, se convertía en una preocupación creciente. "Los niños ya se quieren ir de acá también", dijo. "Aquí hay que pagar todo al cártel: electricidad, agua, baños". Sus gastos fijos estaban, por ese entonces, en 700 pesos mexicanos por mes (aproximadamente 35 dólares), pero sus ingresos eran casi nulos. Su hermana desde Estados Unidos le enviaba el dinero que podía, y él agarraba trabajos informales cada vez que aparecían. El último había sido en la construcción de una línea de cablebús en la Ciudad de México, para el que cumplió jornadas de más de 48 horas. Por ese trabajo sin descanso le pagaron 3500 mexicanos a la semana, unos 185 dólares.
A pesar de tener un lugar en el campamento, la vida allí comenzaba a tornarse cada vez más inhóspita. La presencia del cártel la Unión Tepito, que controla la zona, se convertía en una preocupación creciente
Sus cuentas venían en rojo, con las extorsiones que habían tenido que pagar para llegar hasta la Ciudad de México cruzando Centroamérica -algunas, contaba, involucraban a autoridades migratorias y miembros de cárteles en fronteras entre estados, llegando a los 400 dólares solo para pasar- y sostener el lugar que ahora habitaba con su familia.
"Como somos inmigrantes decimos que sí a trabajar, nos dan cena y almuerzo pero no dormimos", dijo. La línea de cablebús se apuró para que entrara en los últimos días de la presidencia de Andrés Manuel López Obrador: se inauguró el 24 de septiembre. Para ello, Cristian dijo que él y sus compañeros trabajaron sin descanso.
Aunque intenta no pensar en eso todo el tiempo, Cristian no puede frenar la ansiedad de ver su turno para cruzar en la aplicación de CBP One App, implementada en 2023 para "organizar" la migración legal hacia los Estados Unidos. Conocida comúnmente como CBP, la aplicación solicita que las personas -o los grupos- llenen un formulario con su información personal y el puerto fronterizo donde desean presentar su documentación para migrar a los Estados Unidos. Este procedimiento es particularmente relevante para los migrantes no mexicanos, quienes pueden solicitar citas desde el norte y centro de México. Además, desde finales de agosto de 2024, esta opción se extendió a los estados de Chiapas y Tabasco al sur de México.

Cada día, la aplicación ofrece 1450 citas, pero la ansiedad de Cristian, y de miles como él, se siente cada día más justificada. "Trump dijo que va a deportar a todos". En el campamento corren rumores de que la frontera se cierra el 6 de noviembre, el día después de la elección, aunque el gobierno no vaya a cambiar hasta el 21 de enero del año que viene. Si bien las promesas del candidato son inverosímiles o inconstitucionales, como lo es deportar a 11 millones de personas tal como dijo, sus declaraciones extremas tienen un impacto simbólico.
Aunque podrían ser meramente retóricas políticas, la realidad es que este clima de incertidumbre se refleja en el aumento de casos de migrantes irregulares que han llegado a México durante 2024. En tan solo los primeros siete meses, el número de registros ha eclipsado el total del año anterior, alcanzando la cifra de 828 mil registros. Esencialmente, cada mes ha establecido nuevos récords desde que comenzó esta escalada.

"Las poblaciones más vulnerables a estas promesas son los migrantes en tránsito y aquellos en situación irregular en los EE.UU., especialmente los venezolanos, centroamericanos y haitianos, muchos de los cuales ya enfrentan procesos de deportación acelerada o mayores restricciones de movilidad", dijo Diego Cháves, del Migration Policy Institute, un think tank independiente. "Pero lo que es más preocupante es que el endurecimiento del discurso migratorio alimenta la retórica antiinmigrante".
Al norte de la frontera, la campaña presidencial en los Estados Unidos enfrentó a dos candidatos con perfiles muy diferentes pero con una fijación sobre la idea de que hay una crisis migratoria que está provocando un ingreso desmedido de personas que, independientemente de su contexto y origen, deben dejar de cruzar.
Tanto así que mientras Kamala Harris se postuló como una ex-fiscal con agallas para perseguir a los criminales que cruzan la frontera, Donald Trump llegó a decir que los haitianos en Ohio se están comiendo a las mascotas de los residentes norteamericanos. El piso de debate es bajo: la política de Joe Biden, si bien introdujo cambios a los procesos para cruzar, fue esencialmente una continuidad del gobierno de Donald Trump, que endureció la política fronteriza hasta el punto en el que, para desincentivar la migración, separó a padres y madres de sus niños en la frontera.
Mientras que Kamala Harris se postula como una ex-fiscal con agallas para perseguir a los criminales que cruzan la frontera, Donald Trump llegó a decir que los haitianos en Ohio se están comiendo a las mascotas de los residentes norteamericanos
Lo que sí consolidó el gobierno de Joe Biden, y pareciera indicar que continuaría en un posible gobierno de Kamala Harris, fue la externalización de la frontera en México. En esencia, esto significa que migrantes como Cristian y los miles que comparten en su campamento deben aguardar en México. Este territorio se convierte en un destino forzado -el país sigue sin superar el 1% de población extranjera- por la dificultad de cruzar, o porque el proceso legal requiere que esperen su turno y la resolución de su caso migratorio al sur de la frontera.
Guillermo Yrizar Barbosa, investigador en la Universidad Iberoamericana Puebla, lo describió como un juego de serpientes y escaleras. Las serpientes son los agentes migratorios de México -en particular, el Instituto Nacional de Migración (INM)- y las escaleras los recursos de los migrantes: sus perfiles, si pueden pagar las extorsiones, si pueden hacer frente a los embates del crimen organizado en el camino. Pero en México, dice Yrizar Barbosa, falta política migratoria: se ha convertido en un proveedor de estructura para la exigencia de la política migratoria de los Estados Unidos, lejos de capitalizar la opción de legalizar a migrantes, comunidades con grandes capacidades.
Así, las personas quedan atrapadas entre una mala opción y otra. Los peligros de México versus los desafíos del cruce a los Estados Unidos, donde la vida es más estable y segura pero la integración y precarización laboral tienen hostilidades crecientes.
"NOS TRATABAN DEMASIADO BIEN"
De Escuintla, Guatemala, a Ciudad de México hay 1200 kilómetros. Google Maps dice que se podrían caminar en 12 días. Pero a Ronny y su pareja les llevó meses: en el camino fueron devueltos en la carretera, los intentaron secuestrar, vieron a sus compañeros de ruta asesinados por miembros de cárteles, tuvieron que pagar cientos de dólares en extorsiones, pasaron noches enteras escondidos entre arbustos, temiendo ser coptados por la violenta policía migratoria de las carreteras mexicanas.

El 14 de octubre, finalmente, pudieron cruzar legalmente a Estados Unidos a través de la aplicación CBP One App. Un final casi milagroso para un camino mortífero, pero Ronny sabía que no había forma de volver. En su lugar de origen, él y su pareja fueron atados por ser una pareja queer -ella es una chica trans- y les destruyeron sus vehículos, además de amenazarlos de muerte y golpearlos brutalmente. No miraron hacia atrás. Son pareja hace 8 años, pero en su ciudad nunca pudieron caminar de la mano.
En Casa Frida, el refugio para personas LGBT al que llegaron, los ayudaron a tener la calma que necesitaban para decidir qué hacer luego. "Era muy sospechoso, nos trataban demasiado bien", ríe Ronny recordando la llegada. Durante su estadía en el refugio los invitaron al teatro, los ayudaron a conseguir trabajo. "Disfruté", dice: una idea sintética que es difícil de escuchar en personas en tránsito en México. Las oportunidades y recursos de los refugios dependen de su propia capacidad, y Casa Frida, ubicado en el sur de la Ciudad de México, es una excepción.
Ronny y su novia ya estaban iniciando su trámite de refugio en Ciudad de México cuando les llegó la cita de CBP One, apenas cuatro días después de haber completado su registro. Ambos trabajaban en una cremería, en turnos largos y mal pagos. Cuando le llegó la notificación, Ronny estaba cargando maples de huevo. La app decía que debía verificar su rostro. Dejó los huevos donde estaban y salió corriendo al refugio para confirmar su cita. Hoy, Ronny y su novia se encuentran en Portland, Oregon, con una solicitud de asilo en proceso. Sin embargo, su historia es más una excepción que la norma, ya que no todos los casos son así de veloces.
A partir de la pandemia, en Casa Frida se comenzó a volver cada vez más común dar acompañamiento a migrantes que buscan regular su estatus migratorio en México. Este camino los lleva a hacer una solicitud ante la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados, conocida como COMAR.
Estas solicitudes también se han visto rebasadas en años recientes. Para visualizar esto, en 2023 se alcanzó un récord histórico de más de 140.000 solicitudes. Esto representó un 18% más que las presentadas el año previo. Este aumento también se ha plasmado en la variedad de países de origen de quienes pidieron asilo en México, ya que en 2023 se presentaron solicitantes de asilo provenientes de 110 países distintos. De acuerdo a Reyna Angélica Hernández Guzmán, parte del equipo de Casa frida, hoy en día "se pueden tardar más de seis meses en dar la resolución".
En Casa Tochan, un refugio migratorio en el centro de la ciudad, las largas mesas de la terraza suelen estar ocupadas cada mañana por migrantes que actualizan una y otra vez su registro, perdiendo la paciencia tras meses de espera. Allí, hombres de Afganistán, Venezuela, Sudán, Colombia, y países de Centroamérica curten su paciencia hasta obtener la fecha, la hora y el puerto de entrada en el que pueden presentar sus papeles para ingresar a los Estados Unidos.
Muchos, con los rumores de que cerrará la frontera si gana Trump, deciden probar suerte cruzando ilegalmente. Pero las zonas fronterizas son cada vez más peligrosas para los migrantes, vulnerables ante las violencias de crimen organizado que encontró en sus comunidades un negocio.
A mediados de septiembre, Tochan estaba superando su capacidad: con lugar para 50, había casi 80 personas durmiendo en el refugio. Muzamel, un joven afgano de 23 años que sirvió para el gobierno de los Estados Unidos antes de la retirada de sus tropas y la llegada de los talibanes, vive con optimismo y cansancio. Es administrador de empresas. Salió de Afganistán rumbo a Irán en diciembre 2023, cruzó los Emiratos Árabes, Brasil, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Panamá, Costa Rica, Honduras, Nicaragua y Guatemala hasta llegar a la Ciudad de México. Pero para ese momento ya llevaba más de tres meses esperando su turno, viendo como muchos de sus compañeros de la casa lo recibían en días y se encaminaban a la frontera.

"Lo chequeo todos los días", dice. Quiere ir a los Estados Unidos para hacer un MBA en la Universidad de Arizona, tiene todo planeado. Le gusta la matemática, pero perdió su capacidad de concentrarse cuando empezó su vida como migrante. Desde 2021, cuando los talibanes tomaron Kabul, su ciudad, solo tuvo una cosa en mente: llegar a Estados Unidos, poder estudiar y trabajar, y dejar la violencia atrás.
Al momento de publicación de esta nota, Muzamel todavía no recibió su turno para emigrar al país que aprovechó su capacidad en Afganistán pero luego lo dejó a su suerte cuando retiró las tropas del territorio. Para él, quedarse en México no es una opción.
Esta diversidad en los países de origen de los migrantes también se ha intensificado recientemente. Si bien, el continente americano continúa siendo la región de donde provienen la mayoría de los migrantes, otras regiones han experimentado un crecimiento. La principal ha sido el continente africano, seguido del asiático. Cada vez más migrantes, como Muzamel, encuentran en México una nueva ruta para llegar a los Estados Unidos. "Estamos lejos de una acogida, de una integración", dice Barbosa Yrizar. "Creo que México debería tener una alternativa de política distinta a lo que Estados Unidos, por sus elecciones, nos está imponiendo".

Hace apenas unos días dejó de llover en Ciudad de México, como si se hubiera apagado de un día al otro una larga temporada de tormentas. El campamento está seco mientras llega el frío.
Los niños también se fueron: la esposa de Cristian decidió entregarse con ellos en la embajada y solicitar su deportación a Venezuela. Ya no quieren seguir. Cristian sí, tomando trabajos informales mientras completa -otra vez- su registro de CBP One App, esta vez para cruzar solo. A ver si esta vez sí se da, antes de que avancen las amenazas que lee sobre lo que pasa del otro lado, a ver si cruza justo antes de que el portal se cierre.
*Este reportaje ha sido realizado con el apoyo de Leica Camera México
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