Feria del Libro de Madrid, último fin de semana. Las casetas de las dos librerías LGTB+ de la capital, Berkana y Mary Read, se preparan para un día más de firmas y ventas. Una pareja de chicos muy jóvenes, no más de quince años, se acercan tímidos al mostrador de Berkana:
-"¿Tienes el de 'Heartstopper'?"
-"¿El uno, el dos…?" Responde Carlos Valdivia ya por inercia.
En los últimos meses, 'Heartstopper' ha arrasado los estantes de las librerías de todo el mundo. Su adaptación audiovisual está en el top 10 de las series más vistas de Netflix en España, número 2 en el Reino Unido, y miles de usuarios comentan la trama -y los libros- en las redes sociales a diario. Pero va más allá:
La historia de Nick y Charlie les es familiar. Dos chicos que se conocen, se hacen amigos y se enamoran mientras se hacen adultos y descubren su sexualidad. Lo que Alice Oseman narra en esta serie de libros es común, pero también singular: es la historia que no nos han contado durante siglos. Es trasladar a la ficción la realidad que se ha negado. Las parejas gays existen, se conocen, se enamoran, y también merecen visibilidad.
Las parejas gays existen, se conocen, se enamoran, y también merecen visibilidad
La joven pareja lee la contraportada del libro. Se miran con complicidad. Se llevan los tres primeros tomos. Serán dos de los muchos clientes que comprarán alguno de los libros de Alice Oseman ese día. Centenares durante la Feria. "Al salir la serie, se agotó la tirada de todo el mundo en horas", dice Óscar, de la librería Mary Read. Para los lectores más jóvenes, representa el mundo en el que viven, con una historia a la que aspiran o en la que se ven reflejados. Para los que ya somos mayores, es la vida que no pudimos vivir.
El colectivo LGTB+ empieza a conocer la paz de la adolescencia, pero aún recordamos los años de burlas, bullying, ataques homófobos que sufrimos en el colegio e instituto. Ahora que se abren espacios seguros en la sociedad en los que se pueden relacionar con naturalidad, estos libros favorecen la inclusión y acercan las historias cotidianas a quienes aún las miran con prejuicios. Por eso es necesario contarlas en los medios disponibles, para acercar al público general las vidas particulares que les rodean.
'Lightyear', la última polémica
La escena es tan habitual que da reparo tener que explicarla: un matrimonio se da un beso. Hasta ahí, una escena más del cine, una de esas de relleno que no aportan mucho a la trama pero que nos hacen caer en que los personajes tienen sentimientos y se quieren. La cercanía de una escena manida. Como diría Mecano, "el matiz viene después": Alisha, una exploradora casada con una mujer, le da un beso en la boca a su pareja. Intolerable.
La cinta se ha prohibido en países de Oriente Próximo como Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Indonesia, Egipto, Líbano, Malasia y así hasta completar una lista de 14. Disney pidió eliminar la escena. Centenares de empleados firmaron una carta en protesta, pidiendo a la compañía que fuesen firmes ante las leyes discriminatorias de Florida que prohíben enseñar en las escuelas cuestiones de género y homosexualidad. Y es que, aunque algunos se empeñen en negarlo, existen tendencias sexuales más allá de la heterosexualidad. Y los niños deben saberlo, porque se tropezarán parejas gays, bisexuales, y personas trans a lo largo de su vida. Si siguen consumiendo cultura en la que no se les muestran las realidades que les rodean el futuro que nos espera se parece demasiado al pasado que pretendemos dejar atrás para vivir en sociedad.
Galyn Susman, la productora de la película de Buzzlighyear, fue tajante en la alfombra roja del preestreno en Londres: "No vamos a eliminar nada. En especial, algo tan importante como la relación amorosa e inspiradora que le muestra a Buzz lo que se pierde por las decisiones que toma". En la película se muestra la diversidad de forma natural, no solo en lo respectivo a la sexualidad, también la racial y de edad, una adulta mayor, una joven negra, un hombre inseguro pero dispuesto a ayudar y hasta un gato robot de apoyo emocional. De todo ello, las protestas vienen por un beso. Y vienen de adultos, no de niños.
La doble importancia de la visibilidad
Por muy metida en la ficción que esté una historia, para enganchar necesita que identifiquemos algo de nuestra vida en ella. Un hombre perdido en una galaxia lejana se parece más a nuestro vecino si es un padre que echa de menos a su hija. Un grupo de superhéroes capaces de levantar un tanque con un dedo son más humanos si el sentimiento de amistad es el que les une. Que el Jedi que debía traer el equilibrio a la fuerza se convierta en su reverso tenebroso tiene sentido si pierde a su mujer y le invade la ira. Para el joven preadolescente que empieza a descubrir que se ha enamorado de su mejor amigo, es indispensable leer que no es el primero al que le pasa. Para el niño que va a clase con otro, hijo de dos madres, es necesario entender que hay más modelos de familia que la tradicional.
Para el joven preadolescente que empieza a descubrir que se ha enamorado de su mejor amigo, es indispensable leer que no es el primero al que le pasa. Para el niño que va a clase con otro, hijo de dos madres, es necesario entender que hay más modelos de familia que la tradicional
Los referentes que se nos han negado a lo largo de la historia, que se han caricaturizado y manipulado a menudo, ahora se incluyen de manera liviana en la ficción, al mismo rango que cualquier otro tipo de relación o existencia. Y eso es una justicia histórica, le pese a quien le pese. La sexualización de las lesbianas, el ataque patriarcal a la falta de masculinidad tóxica de los gays, el encasillamiento de las personas trans en papeles de prostitutas, la escenografía de promiscuidad de los personajes bisexuales, todo eso debe quedar en una época oscura y olvidada por el bien de la construcción de una sociedad plural y tolerante, empezando por los niños, para evitar los casos de acoso escolar.
Y es que en España, según datos del Observatorio Español contra la LGTBIfobia, se suicidan cada año 50 jóvenes del colectivo, con 950 intentos más. Una tasa de tres a cinco veces mayor que entre los jóvenes en general. StopLGBTfobia apunta a "la falta de apoyo en el entorno familiar y escolar, el bullying o el acoso escolar", además de los conflictos de "autoaceptación y autoconfianza" como principales motivos de esta lacra silenciosa.
Aparte de la educación afectivo-sexual en el ámbito escolar y los centros educativos que fomente el respeto y la tolerancia a la diversidad, necesitamos referentes en los que se puedan fijar tanto las víctimas como su círculo social, familiar, escolar y de amigos. Y esto, desde la narrativa cultural, se puede enfocar creando productos en los que aparezcan las vidas que no se nos contaron, o incluyéndolas en una historia general de forma natural.
Los referentes reales
El pasado año, en Kamchatka, hablábamos de cómo combatir los estereotipos desde el deporte, en especial desde el fútbol, donde el fútbol femenino ha dado una lección al mundo de visibilidad y respeto. A día de hoy, la situación no ha hecho más que mejorar. Ivana Andrés, capitana del Real Madrid, fue la última futbolista española en anunciar su matrimonio con otra mujer. Irene Paredes y Lucía Ybarra muestran a su hijo Mateo con orgullo en redes sociales. Su compañera de equipo, Mel Serrano, hace lo propio con sus hijas Itzel y Natura, fruto de su relación con su esposa Lara Salmerón. Y esa naturalidad de la escena familiar en las celebraciones que tan asimilada tenemos en el fútbol masculino, ha roto una barrera ideológica y social que refrenda al fútbol femenino como un espacio seguro al que debe aspirar el masculino, para que futbolistas como el anónimo jugador de la Premier League que dio una entrevista el pasado mes de octubre al diario The Sun para hablar de sus miedos y las consecuencias que tendría salir del armario, puedan vivir en libertad.
De vuelta al cine, Wentworth Miller, conocido por su papel como protagonista en Prison Break, renunció en 2020 a interpretar más papeles heterosexuales, incluído el de Michael Scoffield si volviera a rodarse la serie. "Simplemente no quiero interpretar personajes heterosexuales. Sus historias han sido contadas una y otra vez". Su activismo ya se había manifestado durante el Festival de Cine de San Petersburgo, al que rechazó ir para mostrar apoyo al colectivo y en protesta por la ley antigays de Rusia. "Me haría feliz volver a visitar Rusia, pero como hombre gay que soy, debo declinar la invitación", respondió a Maria Averbakh, directora del festival.
Del mismo modo que Miller rechazó volver a interpretar a personajes heterosexuales, actores como Darren Criss ('Glee', 'American Crime Story', 'El Asesinato de Gianni Versace') y Lucas Grabeel ('High School Musical') también se posicionaron en este movimiento por la visibilidad del colectivo. "Quiero asegurarme de que no seré un chico hetero más quitándole el papel a un hombre gay", dijo Criss entonces en 2019 un comunicado de prensa. Y es que en Hollywood empieza a nacer una corriente en la que los actores son conscientes de que su heterosexualidad les da ventaja competitiva frente a los compañeros gays, algo que se empezó a hacer presente en 2008 tras el rodaje de 'Mi nombre es Harvey Milk', película dedicada a contar la historia de uno de los mayores activistas por los derechos gays y en la que el elenco era heterosexual, con Sean Penn -y su segundo Oscar- a la cabeza.
Y esto no solo atañe a los actores y actrices homosexuales. La invisibilidad del colectivo transexual es mayor aún, sus papeles son marginales y apenas se aceptan personas trans en los grandes castings. Cuando Scarlett Johansson aceptó su papel para interpretar a un hombre transexual -Dante “Tex” Gill- en 'Rub & Tug', se encendió la mecha de esta polémica. Terminó renunciando al papel tras las críticas sobre cómo afecta a actores y actrices transexuales el hecho de que ni siquiera esos papeles les sean asignados. La actriz Trace Lysette llegó a tuitear: "Entonces, ¿tú puedes interpretarnos pero nosotros no podemos interpretaros a vosotros?". Scarlett Johansson emitió un comunicado aclarando los rumores ante su renuncia: "Nuestra comprensión cultural de las personas transgénero continúa avanzando, he aprendido mucho de la comunidad desde que hice la primera declaración sobre mi participación y me di cuenta de que no estaba siendo sensible. Tengo una gran admiración y amor por la comunidad trans y estoy agradecida de que la conversación sobre la inclusión en Hollywood continúe. De acuerdo con GLAAD, los personajes LGBTQ+ cayeron un 40% en 2017 respecto al año anterior, sin tener representación de personajes trans en ningún lanzamiento de gran estudio. Aunque me hubiera encantado tener la oportunidad de contar la historia y el viaje vital de Dante, entiendo por qué muchos sienten que debería ser retratado por una persona transgénero, y estoy agradecida de que este debate, aunque controvertido, haya desencadenado una conversación más amplia sobre diversidad y representación en el cine. Creo que todos los artistas deben ser tratados con igual y justicia. Mi productora, These Pictures, persigue activamente proyectos que entretengan y traspasen los límites. Esperamos con interés trabajar con todas las comunidades para llevar estas historias tan conmovedoras e importantes al público de todo el mundo".
La invisibilidad del colectivo transexual es mayor aún, sus papeles son marginales y apenas se aceptan personas trans en los grandes castings
Mostrar la realidad
La sociedad es plural. A lo largo de los años, tus hijos conocerán muchas historias que se parecerán más o menos a las suyas. Nuestro deber como padres no es taparles los ojos ante el mundo que existe a su alrededor. Tampoco señalarles como incorrectas las vidas de los demás en base a nuestras creencias religiosas o políticas. Nuestra responsabilidad es enseñarles a ser buenos ciudadanos, a admitir y comprender al resto, y a evitarles conflictos innecesarios. Adoctrinar no es mostrarles el mundo como es, sino limitar ese mundo a lo que históricamente se ha dicho que está bien y lo que está mal.
El aumento de los delitos de odio es una preocupación del colectivo. Hace apenas unos días, en Idaho, fueron detenidos 31 terroristas que se dirigían a atentar contra una manifestación por los derechos LGTB+. Un vecino alertó a la policía sobre un "pequeño ejército" que se estaba organizando cerca de su casa. En el momento de su arresto, estaban todos ellos en el interior de una furgoneta, vestidos con pantalones militares, camisas azules y pasamontañas blancos para cubrirse el rostro. La policía también encontró chalecos tácticos, una bomba de humo y simbología neonazi.
Sin duda, la conquista de espacios públicos y visibilidad por parte del colectivo trae consigo la reacción contraria por parte de quienes siguen negando su existencia y condenándolos al ostracismo. La presencia en el ámbito público repercute en la violencia que estamos sufriendo. Cuanto más crece la libertad, más se afana la ultraderecha en mostrar al colectivo como un enemigo, y no como un conviviente más. De ahí la necesidad de que, incluso en la ficción, se combata este crecimiento. Porque enseñar que se puede querer o ser más allá de como te han enseñado, importa.
Ayúdanos a resistir
En Kamchatka rechazamos frontalmente los discursos de odio que colisionan con los derechos intrínsecos a cualquier ser humano. No todos las ideas son válidas cuando se utilizan como un arma arrojadiza contra la convivencia y la igualdad. Aquí solo encontrarás opiniones en consonancia con los principios básicos de una sociedad libre y democrática. Apoya el pensamiento crítico desde 5 euros al mes.
Deja un comentario
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.