"Cada africano que muere es una biblioteca que cierra", sentencia de forma inapelable Salama, funcionario del Ministerio de Sanidad Pública de los Campamentos de Refugiados del Sáhara, al preguntarle por el peso de un sistema de salud relativamente funcional, en el exilio y ante la abulia demagógicamente sistémica de occidente.
La fugaz y pactista huida española, de la que hasta el 75 sería la provincia 53 del Estado, representó, más allá del abandono, el inicio de la primacía por la supervivencia del pueblo saharaui. Tal fue así que, para la constitución del nuevo Estado, pivotante entre la guerra y el ostracismo, y previo y posterior a la proclamación de la RASD (República Árabe Saharaui Democrática) la preponderancia de la educación, la cultura y la atención sanitaria desarrollado como un bien público.
"Cada africano que muere es una biblioteca que cierra"… Tiene todo el sentido que la existencia sea precedida por la permanencia en un giro cartesiano, pienso porque perduro y sigo existiendo, como pueblo, frente a la invasión.
Esta labor, destacan de forma unánime, fue desempeñada principal y primigeniamente por mujeres, base y pilar de la organización y perpetuación saharaui.
INICIOS DE LA SANIDAD PÚBLICA SAHARAUI EN GUERRA
Pilar Corcoy, conocida como 'Benda', es de aquellas personas de sonrisa sencilla que entre pausa y palabra conservan lo marcado por la experiencia. 'Benda' fue una de las primeras activistas en llegar a los campamentos en octubre de 1975 una vez estallada la guerra.
"Para salir de España cruzamos la frontera de forma clandestina, porque yo estuve detenida previamente en mi época universitaria". Durante el franquismo 'Benda' fue militante del PCE (i), una escisión del PSUC surgida en el 67.
"Al llegar solamente había un campamento, que sirvió para la formación de responsables", recuerda. Habla de aquella época, 9 años, 18 meses en los Campamentos de Refugiados de la zona de Tindouf como enfermera y casi 8 en Argel, donde trabajó como profesora y después periodista en la cadena Internacional RTA (Radiodifusión y Televisión Argelinas). Lo cuenta con una intimidad melancólica que rememora, incluso, hasta el detalle íntimo.
"En aquel momento el Ministro de Sanidad era Chaid Bouela, que murió por enfermedad cerca de Um Draiga, el 24 de abril de 1976, y aunque por entonces no se tenía una gran formación se ponía mucha voluntad, se hacía muy buen trabajo".
Ella, precisamente, debía viajar a Um Draiga, pero, por entonces, "Marruecos entraba con total impunidad y atacaba ciudades. La gente corría despavorida en dirección al desierto, que presagiaba un destino de muerte casi asegurada. Por ello el Polisario tomó la determinación de llevar a la gente hacia lo que hoy en día son los campamentos”, recuerda.
Marruecos entraba con total impunidad y atacaba ciudades. La gente corría despavorida en dirección al desierto, que presagiaba un destino de muerte casi asegurada
El cambio drástico fue tangible. "Nuestro campamento pasó de tener 1.000 personas a 10.000 en una semana, lo que complicó considerablemente todo lo relativo a la logística".
"Yo tuve que dejar Medicina después de haber estudiado Historia, pero al haber estado trabajando de auxiliar en Vall d’Hebrón acabé como responsable del Hospital Central en aquel Campamento".
Tras la emigración forzada del pueblo saharaui, comenta, que uno de los primeros problemas "asociados al desierto" fueron la bronquitis y la desnutrición severa. "Días de una cantidad de trabajo impresionante".
Gritos y nerviosismo sobre un camión camino a Tindouf al que suben 'Benda', Anna Gaspar -otra sanitaria que llegaría posteriormente a la región- a ayudar a heridos por bombardeos con napalm. "¿Tú también eres de Barcelona?". Entre las personas heridas estaba Montse Aizcorbe, conocida como la enfermera del desierto 'Hurria'.
Montse terminó la carrera de enfermería y comenzó a trabajar en Canarias. Allí fue donde por primera vez tuvo contacto con el contexto saharaui, Chaid Bouela, quien sería Ministro de Sanidad, se enamoraron… Y comenzó la guerra…
"Una vez allí, en el Sáhara, me dediqué a seguir cuidando pacientes, que en su mayoría venían heridos. Después de un tiempo yo me vi envuelta en un bombardeo, caí herida y tras cinco días de viaje acabé dos meses ingresada", explica.
"Del bombardeo recuerdo una sensación muy rara, porque yo estaba trabajando en una tienda, no eran construcciones, sino tiendas, donde comenzamos a atender a la gente. Algunas de estas tiendas eran de Media Luna Roja Internacional, y justo al lado había otra tienda blanca, hexagonal y las primeras bombas cayeron ahí, entiendo que por el color claro, como dicen mucho los palestinos”, continúa.
"Cayó la primera bomba y me levanté, fue cuando me alcanzó la metralla. A veces pienso en que hubiera pasado si no hubiese tenido esa reacción, tal vez estaría viva o muerta… No sé… Esto no se puede decir, ni saber, porque estábamos tres chicas más o menos juntas. A una, que estaba embarazada de 9 meses y que debía haberse ido el día anterior, le volaron la cabeza. En cambio, a la chica que tenía del otro lado no le pasó nada”.
"Nos llevaron a las montañas, donde había un viejo sanitario que nos estuvo haciendo las primeras curas y después tuvimos que montar en dos camiones que nos llevaron hacia los Campamentos, y luego a Tindouf… Cuatro operaciones… Después de cinco días no había forma de limpiar aquello".
La cooperación internacional -sobre todo sanitaria- fue decisiva en aquellos primeros años de carencias, que se materializó en la inestimable ayuda argelina, el voluntariado procedente de España -focalizado mayoritariamente en el movimiento comunista- y el inicio de la Brigada Médica de Cuba, que ha permanecido de manera ininterrumpida en los Campamentos de Refugiados desde 1976.
La cooperación internacional fue decisiva en aquellos primeros años de carencias, que se materializó en la inestimable ayuda argelina, el voluntariado procedente de España y el inicio de la Brigada Médica de Cuba
La importancia nada desdeñable al tratar sobre la gestión sanitaria, desde cualquier esfera y prisma, acuerdan en la ingente labor de la administración de los recursos que han tomado a semejanza del modelo cubano. Desde entonces, además, Cuba ha formado varios miles de estudiantes en el ámbito de la salud.
COOPERACIÓN MÉDICA CUBANA
"¿Cómo y por qué?" es la primera pregunta que me surge cuando interrogo a Noraida Bernal Perera, quien a mediados de los 80 fue una de las misioneras cubanas que estuvo trabajando en los Campamentos. En aquella época ella era la única estomatologa, además, la Secretaria de Colaboración, Presidenta de la Comisión de Disciplina y Organizadora de Actividades Cubano-Saharaui.
"Para los cubanos cumplir misión internacionalista, más que un deber, es un concepto de humanidad, máxime para los que trabajamos en salud o educación”, aclara de forma sencilla y tenaz.
"La misión de Cuba en los Campamentos es, en primer lugar, curar y salvar vidas, prevenir enfermedades y educar a la población, además de cooperar en todo lo que pudieran necesitar", añade.
“Cuando recibo el aviso de que iría con el Frente Polisario, realmente, no sabía hacia dónde me dirigía, pero estuvimos una semana en La Habana para recibir información al respecto, fue entonces que supe que iba al desierto del Sáhara. Tras el vuelo de Cuba a Madrid y de Madrid a Argel, hicimos estancia en una casa de tránsito por varios días, donde a través del Dr. Suárez, Jefe de Colaboración Médica, nos formaron completamente sobre lo referente a los Campamentos de Refugiados, su historia, sus costumbres, su religión y cuál sería nuestro trabajo y conducta a seguir, siempre basada en el respeto hacia ese pueblo y sus hábitos".
Tras esta concisa introducción Noraida y el resto que conformaban la misión pusieron rumbo a los Campamentos, "a la casa de colaboración de los cubanos, donde entre educadores y trabajadores de salud hacíamos un total de 70", específica.
"Eran tiempos difíciles, porque carecían de agua potable y, por tanto, mantener la higiene era algo difícil, además, la alimentación no era la más adecuada, ya que dependiendo de las donaciones variaban las condiciones de vida", pero delimita la destreza de la sociedad saharaui que "ha sabido educar y vivir en condiciones extremas por tantos años sin abandonar su anhelo de volver a su tierra".
En materia sanitaria la trascendencia de la cooperación cubana, más allá de la ayuda humanitaria, ha reflejado su singularidad didáctica y educativa.
"Hablando con ustedes, anteriormente, yo quería estudiar periodismo, pero después de que mis dos hermanos fallecieran por enfermedades curables, que se podrían evitar, cambié drásticamente de ideas y entré en este mundo para empezar a luchar contra la muerte de los míos, pero no de una forma egoísta, sino para intentar aliviar el sufrimiento", confiesa Hassan Sbai, doctor 'cubarahui'.
"Nos llaman los saharauis cubanos o los 'cubarahuis' porque somos aquellos que terminamos estudiando en Cuba para regresar y seguir levantando esta sociedad", aclara.
"¿Por qué Cuba?", le pregunto sinuosamente y queriendo contrastar otro punto de vista desde la vertiente saharaui. "Los cubanos son la gente que te abre la puerta sin preguntarte qué hay detrás de ti, ni tu historia de refugio, ni desgracia, son gente que te enseña e inculca también lo que es la solidaridad y el humanismo de José Martí".
"Dice un dicho que donde hay sanidad hay humanidad", enfatiza, y yo añadiría que la afirmación se sustenta incluso en la 'hammada', el desierto de los desiertos, donde no hay nada, pero se lucha por la humanidad.
La dádiva cubana ha concretado en los Campamentos de Refugiados del Sáhara tres niveles de estructuración sanitaria que se sustentan sobre la base de la atención primaria. En cada 'daira' -que representamos como barrio, pero que administrativamente es más que un municipio- hay un dispensario. Tras estos, la red hospitalaria se complementa entre Hospitales Regionales, uno por 'wilaya', y los Hospitales Centrales, donde -no siempre- se llevan a cabo las intervenciones quirúrgicas y de mayor complicación.
Siempre queda una última baza, un último recurso que resulta genérico ante la fatalidad y cuando arrecia la escasez, el traslado del paciente al hospital de Tindouf, en Argelia, o aún más allá del extranjero.
LA ACTUALIDAD DEL HOSPITAL NACIONAL DE RABOUNI
Tras cruzar el control del Hospital de Rabouni me recibe Hafdalla Saleh Brahim, presidente del Colegio de Médicos Saharauis y Director de Asistencia Médica Saharaui, quien será nuestro guía por la actualidad de la salud pública de los Campamentos de Refugiados.
No puede ser de otro modo que comenzar hablando de lo que abruma, lo carente, que ya no son tanto faltas formativas, pues en los últimos años se han desarrollado las comunicaciones y nexos de aprendizaje continuado, sino más bien técnicas y materiales.
"A veces, debemos atender a un paciente y si no es de suma gravedad le tenemos que decir que vuelva otro día porque no tenemos las herramientas o medicinas para llevar a cabo la intervención y ya, si la cosa se complica, hay que derivarlos a Argelia. Esto entristece y desgasta al mismo tiempo…".
A pesar de la cooperación y ayuda internacional que llega a los Campamentos lo inhóspito y árido del lugar imposibilita la participación de la población en actividades productivas
A pesar de la cooperación y ayuda internacional que llega a los Campamentos lo inhóspito y árido del lugar imposibilita la participación de la población en actividades productivas. Esto repercute en la capacidad adquisitiva a nivel internacional en un marco mercantil globalizado.
"Este es el quirófano, ahora se encuentra cerrado porque en este momento no hay ninguna delegación médica, que cuando vienen son mayoritariamente las que se dedican a llevar estas operaciones de mayor dificultad", dice Hafdalla bajando la mirada, aunque nunca abandona la fuerza y tesón que transmite.
Un comunicado de la OMC destacó que en los Campamentos de Refugiados la escasez de equipamiento, mantenimiento y dificultades económicas ha afectado sensiblemente al bienestar psicológico del personal sanitario.
"Yo sigo aquí porque alguien tiene que quedarse, hay que continuar luchando hasta la independencia, pero a veces tengo ganas de bajar los brazos yo también", me confiesa Hafdalla.
Uno de los problemas si se ahonda en este asunto reside en que esta falta de recursos conlleva una deriva en la que muchos, de forma legítima, terminan buscando un futuro más seguro y estable lejos de unas fronteras que no les pertenecen.
En los Campamentos, pese a todos estos años, existen contrariedades que resultan incluso endémicas y que han deambulado por el paso del tiempo. Estas son las derivadas de la higiene o la alimentación. Se estima que la tasa de anemia entre mujeres lactantes supera el 73% y la malnutrición en niños menores de 5 años es del 25%, así como también existe un alto porcentaje de diabéticos y con problemas de presión arterial.
Cruzando un pasillo damos de frente con el ala Covid -19. En aquel momento se encontraba vacía. La cerrazón prácticamente completa durante el tiempo álgido de la pandemia parecía haber sorteado tan magnánimo escollo, aunque en las últimas jornadas se han reportado diversos fallecidos y un pequeño foco de contagio.
Hafdalla destaca que el ala desértica se encuentra totalmente equipada con respiradores y material cedido por Argelia, al igual que las vacunas, que han llegado y se han comenzado a suministrar en campañas llevadas a cabo desde los dispensarios de cada 'daira'.
Continuamos y desde la profundidad de una sala polivalente se oyen los consejos de Carme Campoy, fisioterapeuta y antropóloga, actualmente vicedecana de la Universitat de Lleida, desde donde a partir de 2020 iniciaron un proyecto de cooperación para formar fisioterapeutas en los Campamentos.
"Me siento muy orgullosa porque puedo decir que ahora, al poderlos volver a ver tras dos años, ya no son aprendices. Este proyecto se llevó a cabo con la idea de establecer un ratio de fisioterapeuta por habitante suficiente para dar respuesta a las necesidades asistenciales de la población saharaui. Ahora, el siguiente paso que tengo en mente es apoyar y transmitir también el programa de neurología y rehabilitación infantil".
El crecimiento y desarrollo, ante la dificultad excelsa y el ninguneo de las altas esferas occidentales, también, suele promoverse por la iniciativa y empeño individual y colectivo, que se refrenda en lo cooperativo y social.
Hafdalla trabaja en el hospital como dentista y su consulta se encuentra colindante al veterinario. El exceso de fluoruro, nitratos y yodo del agua desalada extraída de las profundidades produce enfermedades dentales que resaltan a la vista en sonrisas de dientes enmarronados.
"Pásame la aguja que necesito suturar", pide otra doctora, que se encuentra realizando un voluntariado. El tamaño de esta me recuerda a mi abuela tricotando y la doctora debe correr a rebuscar entre el material que trajo de la clínica donde trabaja en Galicia.
"CADA AFRICANO QUE MUERE ES UNA BIBLIOTECA QUE CIERRA"
La prolongación de la crisis y conflicto del Sáhara ha atenuado la idea de emergencia respecto a los derechos más básicos que se reitera en aquello que perturba la normalidad. Nada ha regresado al apaciguamiento, pero se ha enquistado como una protuberancia que perdura, pero no escandaliza. En 2015 Intermón Oxfam explicaba en un informe al respecto que "existen los mismos elementos de alerta, pero con la diferencia de que ahora se respira un desgaste en la percepción del problema por parte de los actores humanitarios y políticos".
En la última década, por ejemplo, las ayudas que llegan desde España, principal donante en el rango social, han ido descendiendo hasta reducirse incluso a más de un 50%. Este paulatino olvido consumado de la ayuda humanitaria destinada a la región repercute de forma directa en el sistema sanitario de los Campamentos de Refugiados del Sáhara.
En la última década, las ayudas que llegan desde España, principal donante en el rango social, han ido descendiendo hasta reducirse incluso a más de un 50%
La carrera de fondo también ha hecho estragos en la persistencia de los profesionales del sector y se puede comprobar que a día de hoy hay poco más de 20 médicos saharauis fijos para una población que rebasa los 100.000 habitantes.
A la ristra de carencias no puede obviarse la falta de medicinas esenciales, antibióticos o vacunas. Entre otros, el porcentaje de niños con una pauta de vacunaciones completa no supera el 80%, representando así un plausible epicentro epidémico.
"Cada africano que muere es una biblioteca que cierra", pero por dejación de funciones o la no actuación interesadamente política reproduce, de forma metafórica, una catástrofe como la destrucción de la Biblioteca de Alejandría, reducida a ceniza, a polvo, a arena, a la nada…
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