¿Sería posible que el estado proveyese a todos sus ciudadanos de un sustento económico para sufragar las necesidades vitales? Julen Bollain (Eibar, 1990) cree que sí. Economista y doctor en Estudios sobre Desarrollo es autor del libro ‘Renta básica: una herramienta de futuro’ (Milenio, 2021), donde desgrana los beneficios de un modelo redistributivo de la riqueza que garantice una cobertura financiera a salvo de la inestabilidad laboral y los vaivenes de la macroeconomía.
Articula su discurso en base a una filosofía política que reclama nuevos modelos de relación con nuestro entorno, para acometer los desafíos inminentes de la alerta ecológica, y entre las personas, porque "nadie es realmente libre si su bienestar no está garantizado o depende de terceros".
Pregunta. ¿En qué consiste la renta básica universal?
Respuesta. La renta básica universal es un derecho de ciudadanía en forma de cuantía económica que se otorga a todas las personas por el mero hecho de serlo, entendiendo que los seres humanos deben tener unas necesidades básicas cubiertas para que ninguna persona tenga que depender de otra.
Entiendo, por tanto, que lo recibiría todo el mundo, desde el más rico hasta el más pobre.
Sí, pero eso no significa que todos salgan ganando. La renta básica, desde una perspectiva progresista, se financia mediante una reforma fiscal, es decir, materializandose en una redistribución de la riqueza. El 20 por ciento de la población más rica tendría que arrimar un poco más el hombro para que el 80 por ciento restante pueda mejorar su situación económica. Hay que huir de todas las propuestas de renta básica que no aboguen por una reforma fiscal, porque esto supondría financiarla en detrimento de los servicios públicos.
Y si no es así, ¿cómo se podría sufragar semejante nivel de gasto?
Se pueden tocar mecanismos como el IRPF, que no es muy progresivo en el estado español, o el impuesto de sociedades y los que afectan al patrimonio y la riqueza. Ahí tenemos mucho recorrido. La renta máxima también es una herramienta eficaz y no es una idea disparatada. De ello hablaba Roosevelt en 1942, al afirmar que ningún ciudadano estadounidense debería ganar más de 25.000 dólares después de pagar impuestos, unos 430.000 dólares actuales, porque al superar esa cantidad se hace un acopio de poder que puede ser peligroso para el interés público.
Pero Roosevelt hablaba en un contexto de economía de guerra.
Cierto, pero también es verdad que hasta la década de los 70, el tipo máximo de IRPF en los Estados Unidos era del 70 por ciento, y en el Reino Unido llegó al 98 por ciento. Aquí nos llevamos las manos a la cabeza cuando se propone una subida de 2 puntos, pero estudios económicos actuales aseguran que el óptimo máximo para el IRPF está en torno al 75 por ciento.
¿Y por qué no una renta básica solo para quién lo necesite?
En España llevamos 30 años con modelos de renta mínima y han sido incapaces de cumplir sus objetivos. El ejemplo más reciente es el ingreso mínimo vital, que apenas ha llegado al 8 por ciento de los que tenían que recibirlo. Este tipo de medidas no funcionan por errores de cobertura y además provocan una gran estigmatización entre los posibles beneficiarios. Divide a las personas entre los que dan y los que reciben, y sus mecanismos de control son muy invasivos. Desde el momento en que se solicita hay que demostrar mes a mes que cumples con los requisitos. Además, las rentas mínimas son incompatibles con las rentas del trabajo, con el salario, y esto empuja a mucha gente a trabajar en b para no perder la prestación. La renta básica, por contra, es un salvavidas que nadie puede quitarte.
En España llevamos 30 años con modelos de renta mínima y han sido incapaces de cumplir sus objetivos
Entonces, ¿es una mera cuestión administrativa? ¿Serías partidario de las rentas mínimas, en detrimento de la universal, si la gestión fuera más eficiente?
Mucha gente, entre los que me incluyo, llegamos a la renta básica por cuestiones instrumentales, pero la perspectiva cambia cuando indagas en la filosofía política que hay detrás, en ese concepto republicano de libertad donde nadie es realmente libre mientras su bienestar dependa de terceras personas. Y esto solo se consigue mediante una cuantía monetaria que cubra nuestras necesidades vitales. No siempre ha sido así. Esta corriente filosófica tiene 2400 años de antigüedad. En el siglo XVIII, por ejemplo, la renta básica se materializaba a través de la concesión de un terreno para cultivar tus propios alimentos.
¿Y quién iría a trabajar si el estado le proporciona una cuantía suficiente para vivir?
En primer lugar hay un error de concepto. Interpretamos el empleo como un sinónimo de trabajo, pero el empleo tiene una remuneración salarial, mientras que el trabajo es un término mucho más amplio que incluye los cuidados, las labores domésticas o el voluntariado. Respecto a tu pregunta, la evidencia ha demostrado que una renta básica no crearía un ejército de vagos. Lo dicen las encuestas, donde apenas el 3 por ciento asegura que dejaría su puesto de trabajo si recibiera una renta básica, y lo que es más significativo, lo dicen los programas piloto que se han puesto en marcha en los últimos años. Como el de Finlandia, donde los receptores de una renta básica trabajaron una media de 6 días más al año que los beneficiarios de un subsidio.
En España llevamos 30 años con modelos de renta mínima y han sido incapaces de cumplir sus objetivos
Pero los programas piloto se han realizado con muestreos muy pequeños, de 1000 o 2000 personas. ¿Crees que las conclusiones son extrapolables a un contexto general?
Por supuesto que no. Y no hay que glorificar los proyectos piloto porque tienen muchas limitaciones, peró haríamos bien en aprovechar los aspectos positivos. Uno de los más importantes es la trascendencia que tienen en la opinión pública. Gracias a estos muestreos, los medios de comunicación más importantes del mundo están hablando de la renta básica universal.
Parece que todo son beneficios, pero en la actualidad ningún país ofrece una renta básica.
En Alaska se dan unos 2.500 dólares anuales, que es una cifra insuficiente, pero gracias a ello han pasado de tener una de las brechas de desigualdad más grandes de los Estados Unidos a ser uno de los territorios más igualitarios del país. Es cierto que en la actualidad ningún país ha adoptado el modelo de renta básica mediante una redistribución de la riqueza, pero creo firmemente que el primero que lo haga ganará una ventaja competitiva muy importante.
Los detractores de la renta básica aseguran que un aumento artificial del poder adquisitivo repercutirá en un aumento de la inflación.
Pero no se trata de un incremento artificial. Podría darse una inflación si aplicásemos la renta básica con la impresión de dinero, pero lo que proponemos es una redistribución de la riqueza, no un aumento de la masa monetaria. Podría darse un incremento del precio en algunos alimentos básicos, pero en todo caso estaría por debajo del aumento del poder adquisitivo. Además, la renta básica se actualizaría cada año en función del umbral de la pobreza.
Uno de los aspectos más interesantes de la renta básica es su aplicación en un contexto de crisis ecológica, donde estamos abocados a un modelo decreciente.
Tenemos que producir menos y consumir menos porque los recursos son finitos, pero si la economía no crece estarán en riesgo puestos de trabajo. Aquí es donde la renta básica puede actuar como un mecanismo para la garantía de la paz social, porque la gente dispondrá de un sustento para vivir. La renta básica propone un nuevo modelo respetuoso entre las personas y también con su entorno.
Los receptores de una renta básica trabajaron una media de 6 días más al año que los beneficiarios de un subsidio
En tu libro también hablas de los beneficios para la estabilidad emocional y la salud mental de los ciudadanos.
Yo no soy experto en salud mental, pero se están recetando fármacos cuando lo que realmente necesitamos es algo de dinero y un poco de estabilidad. Lo que sabemos gracias a los proyectos piloto es que la renta básica mejora la salud mental de los receptores e incluso reduce las hospitalizaciones. La seguridad financiera te permite llenar la nevera y poner la calefacción. En definitiva: ser una persona libre.
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