Cuando Sara Santano enseña su identificación, la gente se asusta más que cuando un agente de policía saca su placa. Ella también es inspectora, pero de Hacienda. Y ante la tesitura de una posible inspección las personas a las que ha ido a requerir información le dan al instante lo que pide. Sin rechistar. ¿Ese miedo visceral y generalizado a estos funcionarios públicos significa que todos tenemos algo que ocultarle a la Agencia Tributaria? ¿Es España un país de defraudadores fiscales? Nuestro Estado pierde cada año aproximadamente 6.350 millones de euros por culpa de la evasión de impuestos, pero según un estudio de la Fundación La Caixa que compara el grado de fraude fiscal con el nivel de ingresos, el cumplimiento tributario es casi pleno en la mayoría de tramos poblacionales, hasta que llegamos a los más ricos de la población. Este informe elaborado por una entidad bancaria y por tanto poco sospechosa de discurso anticapitalista nos advierte de que el 0,1% más acaudalado alcanza el 23% de ingresos no declarados en el IRPF y que son las multinacionales y los multimillonarios quienes ocultan la mayor parte de impuestos no recaudados por el Estado: 4.500 millones de euros nos hacen perder al año las grandes empresas y unos 1.850 millones de euros los dueños de las grandes fortunas. La serie 'Celeste' recién estrenada por la plataforma Movistar+, dirigida por la cineasta Elena Trapé y escrita por Diego San José, coguionista de éxitos de taquilla como 'Ocho Apellidos Vascos', ha venido a recordarnos a la ciudadanía que tenemos poco que temer y mucho que ganar con respecto a los recaudadores de impuestos, pues gracias a ellos podemos disfrutar de servicios públicos imprescindibles como el sistema sanitario; y que es con aquellos magnates que tanto presumen de "generar riqueza y puestos de trabajo" con quienes debemos saldar cuentas pendientes.
El informe de la 'Fundación La Caixa' nos advierte de que el 0,1% más acaudalado alcanza el 23% de ingresos no declarados en el IRPF y que son las multinacionales y los multimillonarios quienes ocultan la mayor parte de impuestos no recaudados por el Estado: 4.500 millones de euros nos hacen perder al año las grandes empresas y unos 1.850 millones de euros los dueños de las grandes fortunas
A través de la en apariencia anecdótica historia de una ficticia cantante mexicana de nombre artístico Celeste que está manteniendo en secreto su residencia habitual en España para no tener que declarar aquí sus ingresos, y el encargo que le hacen cuando está a punto de jubilarse a la susodicha inspectora Santano para que consiga demostrar que en realidad vive más de seis meses al año en nuestro territorio y así poder cobrar los 20 millones de euros que debería a las arcas públicas, este serie reflexiona sobre la necesidad de un sistema tributario que sirva realmente para redistribuir la riqueza y sostener los derechos sociales y civiles de los contribuyentes. No es sólo una crítica a la hipocresía y cinismo de quienes acumulan millones a costa de racanear las prestaciones básicas de la mayoría trabajadora, como los colegios públicos o los hospitales, sino también el homenaje necesario a quienes tributan responsablemente a pesar de lo que les cuesta llegar a fin de mes y a los funcionarios que velan, valga la redundancia, por el funcionamiento de la tan denostada como imprescindible recaudación de impuestos. Estamos ante una trama que mezcla magistralmente los géneros narrativos, que es a veces comedia de enredo, otras thriller trepidante y unas cuantas melancólico drama familiar y que en ningún caso utiliza los códigos realistas y crudos del cine social; pero que precisamente por ello consigue transmitir de forma más efectiva un pertinente mensaje político en tiempos de privatización salvaje de los servicios públicos y de brecha de desigualdad entre ricos y pobres en máximos históricos.
La serie 'Celeste' no es sólo una crítica a la hipocresía y cinismo de quienes acumulan millones a costa de racanear las prestaciones básicas de la mayoría trabajadora, sino también el homenaje necesario a quienes tributan responsablemente a pesar de lo que les cuesta llegar a fin de mes
CRÍMENES LEGALES
Son muchos los factores que influyen en ese rechazo al sistema tributario de la sociedad española que retrata la serie 'Celeste' y por ende a sus mensajeros, los inspectores de Hacienda, hasta el punto de que no se atrevan a confesar a qué se dedican y que como ironiza Sara Santano, deban casarse entre ellos porque nadie desea compartir alcoba con alguien cuya profesión es airear los trapos sucios en forma de haberes y deberes contables. Quizá el más relevante tenga que ver con que, como señalaban desde el propio Sindicato de Técnicos del Ministerio de Hacienda en una reciente intervención en la Comisión de Presupuestos del Congreso de los Diputados, hasta ahora se haya concentrado el 80% de su esfuerzo y personal a investigar a autónomos, microempresas, pymes y asalariados en lugar de dedicarse más a perseguir el fraude de las grandes compañías y riquezas. Tampoco favorece la conciencia fiscal de los ciudadanos la falta de ejemplo de las élites políticas y económicas en relación al pago de impuestos, y sobre todo la sensación de impunidad que se lleva tanto tiempo transmitiendo con decisiones como la Amnistía Fiscal del año 2012 a la que se acogieron tantos involucrados en casos de corrupción o la propia regulación que hace de los delitos económicos el Código Penal, en el que las sanciones salen demasiado baratas e incluso rentables a quienes se ahorran tantos millones gracias a los delitos fiscales, y lo que es peor, a la legalidad sobre el papel de tantos trucos de "ingeniería fiscal". Los guionistas de 'Celeste' meten el dedo en la llaga de nuestro sistema económico al descubrirnos que existen despachos de abogados que se dedican a mover los grandes capitales a lugares como Panamá y que la mayoría de esas prácticas están permitidas por una legalidad diseñada para favorecer la trampa. No se trata de escándalos puntuales como el caso de Shakira sino de una cultura global de egoísmo que descansa sobre el pensamiento neoliberal dominante.
El estilo de investigación policial que 'Celeste' imprime a la inspección de Hacienda viene precisamente a hacernos ver a esos asesores fiscales, que en muchos casos conocen al dedillo el sistema tributario porque también han sido antes funcionarios públicos, y a sus superricos clientes como lo que son en realidad: criminales que han convertido en un negocio muy rentable la evasión fiscal a costa de aumentar la pobreza en todo el mundo. Esta serie viene a hacer también una necesaria y altruista labor de sensibilización y educación fiscal que desde el Estado se ha descuidado. Hoy más que nunca, en un país en el que la economía sumergida llega al 25% del PIB, sería una buena inversión de futuro incluir programas educativos relacionados con la fiscalidad en la formación escolar reglada desde edades tempranas. Sólo la educación puede forjar una alternativa a la propaganda capitalista que hace posible que tantos trabajadores jóvenes y no tan jóvenes que pierden tres partes de sus exiguos sueldos en pagar alquileres abusivos aspiren también a ser rentistas y acumular una fortuna que puedan llevarse a Andorra. Bienvenida toda ficción que como ‘Celeste’ presente batalla en esta guerra ideológica que lamentablemente van ganando por goleada los capos de la economía financiera y resto de especuladores y evasores fiscales.
Solo la educación puede forjar una alternativa a la propaganda capitalista que hace posible que tantos trabajadores jóvenes y no tan jóvenes que pierden tres partes de sus exiguos sueldos en pagar alquileres abusivos aspiren también a ser rentistas y acumular una fortuna que puedan llevarse a Andorra
'Celeste' se enmarca además en una tendencia en ascenso en la ficción española de feminización del thriller, de la que fueron pioneros Pepe y Jorge Coira con la creación de la rompedora serie 'Hierro' con Candela Peña como protagonista y que este año ha tenido exponentes muy interesantes en el cine como 'La Infiltrada' de Arantxa Echevarría o 'Justifica Artificial' de Simón Casal. Esta renovación del género no se limita a cambiar el sexo de agentes o fiscales. Sí, tenemos a juezas e inspectoras al frente de las investigaciones criminales, pero esa feminización va más allá y supone un cambio en la manera de contar estas historias de suspense que huye de seguir glamourizando el ejercicio de la violencia o justificando los abusos de poder. Las armas de las protagonistas son ante todo los buenos argumentos y una diligencia profesional y ética que pone en jaque las jerarquías establecidas en los poderes públicos y cuestiona la vulneración de los derechos y libertades civiles. Ojalá este tipo de obras de ficción contribuyan a que las niñas del futuro prefieran el verde musgo de los trajes de chaqueta y el negro de las togas al dorado y el rosa de los bodys de lentejuelas.
DONAR SALE RENTABLE
No es casualidad que la cantante Celeste anuncie en un programa de televisión que va a donar novedosas máquinas de "protonterapia" dirigidas a las unidades de oncología infantil de hospitales públicos a la vez que fija oficialmente su domicilio en España. Cuando hablamos de una donación solemos olvidarnos de los beneficios fiscales que conlleva. Los famosos no eligen al azar el objeto de su donación. Buscan distraer la atención de sus auténticas motivaciones despertando compasión o miedo. Por eso siempre suelen estar relacionadas con enfermedades como el cáncer infantil. La imagen de una criatura con una enfermedad mortal vale más que los millones que se ahorran en impuestos. Nuestra normativa tributaria permite desgravar el 35% de las aportaciones empresariales en el IRPF y el 40% del Impuesto de Sociedades a las fundaciones que realizan donaciones. Como nos recuerda Sara Santano, Celeste no lo hace por la infancia, sino porque podrá desgravar. Al final, una buena parte de ese dinero supuestamente regalado lo pone la Administración a través del beneficio fiscal, que no deja de ser un gasto público, es decir, lo paga la ciudadanía en su conjunto.
Nuestra normativa tributaria permite desgravar el 35% de las aportaciones empresariales en el IRPF y el 40% del Impuesto de Sociedades a las fundaciones que realizan donaciones
A todas luces aceptar este tipo de donaciones es un procedimiento antidemocrático, porque normaliza que los servicios públicos como el sistema sanitario dependan para su funcionamiento del capricho aleatorio de determinadas celebridades o grandes empresarios como Amancio Ortega, en lugar de que los recursos salgan de los impuestos y que estos se inviertan en el equipamiento que sea prioritario según criterios objetivos y exclusivamente relacionados con las necesidades de personal sanitario y pacientes. No se trata de impedir que si alguien quiere dar dinero a los servicios públicos pueda hacerlo, pero debería ser siempre requisito que se haga de forma anónima y sobre todo que no pueda imponer condiciones de gasto, simplemente hacérselo llegar a los responsables de administrarlo para que ellos lo gestionen en función de razones de salud pública. Es inaceptable y anticonstitucional que alguien ajeno a la Administración Pública decida cuánto y dónde se invierte. Esas donaciones les salen muy rentables no sólo por lo que se ahorran en tributos, sino por convertirlas en una provechosa campaña de marketing, mucho más barata y sobre todo efectiva que comprar espacio publicitario en medios de comunicación, pues es una acción que el público percibe como ayuda en lugar de como la estrategia publicitaria y el fructífero negocio que realmente es.
Ese giro del guión de Diego San José nos da una idea de su valentía y voluntad de denuncia social. No busca ensañarse o hacer mofa de un personaje concreto como podría ser Shakira. La artista es simplemente un mcguffin de una trama que introduce dilemas morales y políticos mucho más ambiciosos siguiendo la tradición berlanguiana de partir de una anécdota graciosa para abordar los grandes dramas universales. Las campañas de bondad empresarial o de compasión de los ricos no son novedosas, son una táctica habitual en regímenes autoritarios como la famosa "siente a un pobre a su mesa" del franquismo o en momentos de crisis, como hemos podido comprobar recientemente con la pandemia de coronavirus o la DANA que acaba de asolar Valencia. La trama de 'Celeste' consigue lo mismo que el maestro de la sátira sociopolítica Luis García Berlanga consiguió con 'Plácido', hacernos reflexionar sobre la diferencia entre caridad y justicia, sobre si preferimos depender de limosnas o ver nuestros derechos civiles y humanos garantizados. Nos obliga a preguntarnos por el tipo de sociedad que queremos, una que siga encumbrando a quien se jacta de estar por encima o aprovecharse de ella o una que cuide de lo colectivo como se cuida de lo propio.
La caridad es un instrumento muy útil en momentos en que los explotados y oprimidos empiezan a darse cuenta de que los explotadores y opresores son los responsables de su miseria. En un contexto de eterna recesión económica en el que es imposible que el pueblo no relacione lo elevado de los precios de la vivienda y los productos básicos de la cesta de la compra con lo irrisorio de sus salarios, la caridad funciona como un arma más de dominación ideológica y moral del sistema establecido. 'Celeste' deja al desnudo la hipocresía de los emperadores del capitalismo, desde los antiguos reyes a los últimos influencers y youtubers de moda. Esos que son los que más hablan de patriotismo mientras cometen la ‘alta traición’ de esconder enormes fortunas a la Hacienda de su queridísimo país.
"ANÓNIMO" NO SOMOS TODOS
Sara Santano se dice a sí misma y a los demás que a ella la mueve la defensa del interés general de todos los contribuyentes. El sentido del deber. Pero en su interior acepta la inspección sobre Celeste movida por la idea de "salir por la puerta grande". Es su oportunidad de demostrar que ella era la mejor inspectora de Hacienda a pesar de haber quedado segunda en su promoción. La meritocracia es lo que ha dado sentido a toda su vida, a su esfuerzo de hormiguita y su obediencia de soldado. Pero su palmada en el hombro nunca ha terminado de llegar. Si es reconocida por algo es por haber fallado en demostrar que una estrella del Real Madrid estaba cometiendo fraude fiscal. Quiere llevarse todo el mérito por una vez y resarcirse. Sara cree en su fuero interno que lo que debe pagar Celeste es la deuda que ella misma tiene con sus renuncias del pasado.
El camino que recorre Sara descubriendo la intimidad de Celeste a través de sus facturas, fotos y titulares de prensa es un itinerario que la lleva a deshacer lo andado en su vida, a salirse del sendero marcado y cuestionarse todo lo que daba por sentado. Sobre sí misma y sobre la propia cantante. Celeste está más sola de lo que ella pensaba, a pesar de ser un fenómeno de masas, y ella está también más acompañada de lo que creía, a pesar de haberse quedado viuda de un marido que no era tan noble como ella pensaba, y también a pesar de haberse convencido a sí misma de que siempre ha preferido trabajar sola y de que no necesita ayuda. Aprenderá a confiar en los demás y a trabajar en equipo. Descubrirá el placer inesperado de la amistad desinteresada aunque las relaciones que inicia con su compañera de oficina Daniela o con el fotógrafo que vigila a Celeste fuesen en un principio utilitarias. Dejará de verles como instrumentos para su fin y acabará "comiéndoles la cara" literal o metafóricamente, sintiendo auténtico cariño por ellos, atreviéndose a sentir algo más que miedo a sufrir.
Este homenaje a los vínculos y al trabajo colectivo también encuentra su reflejo en las interpretaciones, porque aunque el peso principal recae en otra lección magistral de Carmen Machi, su rol está muy equilibrado por las notables actuaciones del resto del reparto, destacando entre ellas las de Clara Sans y Manolo Solo. Son ellos, los hombros en los que la autosuficiente inspectora se permite apoyarse por una vez, los que nos descubren su parte más vulnerable e interesante. Cuando la Santano baja la guardia y conocemos a Sara, surge la magia. Y es que una de las mayores virtudes de este guión es la humanización de ese funcionariado en la sombra al que vemos como meras piezas de una pesada maquinaria burocrática y que no terminamos de considerar personas iguales a nosotros. Paradójicamente la sociedad española tiende a identificarse antes con un futbolista de élite multimillonario o una estrella del pop cuyas fortunas, hechas a base de sobreprecios de entradas y merchandising entre otras formas de especulación, se llevan por entero a paraísos fiscales sin que veamos ningún retorno económico; que con cualquier servidor público que se haya dejado la piel preparando oposiciones. 'Celeste' retrata a la perfección esa cultura popular que idolatra a las celebrities y considera parásitos a los funcionarios sin cometer el error de intentar santificarles o subirles a un pedestal. Huye de todo servilismo e idealización presentando a Sara como lo que es, un ser humano como otro cualquiera, que hace lo que puede con lo que tiene, que también acaba tarareando las canciones malas que suenan la radio y mintiendo para encajar y obtener la aprobación ajena.
Paradójicamente la sociedad española tiende a identificarse antes con un futbolista de élite multimillonario o una estrella del pop cuyas fortunas, hechas a base de sobreprecios de entradas y merchandising entre otras formas de especulación, se llevan por entero a paraísos fiscales sin que veamos ningún retorno económico; que con cualquier servidor público que se haya dejado la piel preparando oposiciones
Sara Santano acabará descubriendo el valor de hacer el bien sin buscar el sobresaliente, el premio o la fama. Igual que esta serie nos señala la importancia de pagar impuestos como un contribuyente más en lugar de presumir con una mano de donar máquinas para la lucha contra el cáncer infantil como forma de lavado de imagen mientras con la otra se ocultan millones de euros, que nos enseña que la salud de la gente no necesita ser salvada por ningún autoproclamado héroe sino ser sostenida y cuidada de forma colectiva y cotidiana; Sara comprueba lo satisfactorio que puede resultar cumplir su parte sin pensar en el mérito. Lo valioso del anonimato, de darlo todo sin obtener nada a cambio. Si se puede considerar "nada" la solidaridad y la cooperación cuando todo lo que tenemos depende de ellas. La meritocracia somos todos, nadie logra nada sin el apoyo del resto, sin la base social anónima que hace posibles las condiciones mínimas necesarias, sea para triunfar o simplemente para sobrevivir. Es sin los demás cuando somos nadie. El simbólico final de 'Celeste' nos reconcilia con el auténtico significado del tan vilipendiado lema "Hacienda somos todos", el verdadero sentido de comunidad.
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