Charlar con Abel Azcona (Madrid, 1988) es garantía de transitar por todo un corolario de sentimientos. La ternura hacia un hombre que a veces parece ser un niño extremadamente vulnerable, la empatía por el enfermo de una serie de trastornos mentales que han convertido su existencia en un "ahogo permanente" y la admiración por el artista que ha sabido hacer de sus fantasmas un ejercicio de denuncia, de memoria y de resistencia. Pero también el rechazo, el repudio e incluso la arcada biliosa en la garganta hacia un creador que parece sentir la necesidad de golpearte en lo más profundo de la condición humana con algunas piezas que traspasan los límites de lo permisible para un estómago común. A veces tengo el impulso de detener la conversación para gritar y reprenderlo, pero un instante después desearía poder darle un abrazo y susurrarle la mentira piadosa de que todo irá bien.
En 2014 fue considerado el mejor performer del mundo por el diario británico The Guardian. Ha desarrollado más de 500 piezas que ha llevado por los cinco continentes y es el artista contemporáneo más importante del país. Tiene odiadores que son medallas para cualquier persona decente: La Falange, Vox, Hazte Oír, la Asociación de Abogados Cristianos, la Iglesia Católica y Al Qaeda le han puesto en la diana, y sin embargo, Abel Azcona se refiere a sí mismo como un "desecho humano" que espera con ilusión el "regalo" de la muerte.
Durante más de una hora de conversación apenas titubea. No necesita hacer pausas para hilar un discurso que navega entre la lucidez y la oscuridad propia de una condición, la suya, que considera errática desde el instante mismo de su nacimiento. Habla con cercanía, sin aparataje, aunque sorprende la serenidad para relatar la brutalidad de una existencia marcada por los abusos y los malos tratos. Decía Jean Cocteau que ''el genio en el arte consiste en saber hasta dónde podemos caminar demasiado lejos'', y hace tiempo que Azcona parece haber transitado más allá del Rubicón.
¿Te gustaría estar muerto?
Yo considero que nací como objeto político y como algo muerto, que en mi vida ya hay una parte muerta, por mis ideas, por mi forma de vivir, por mi enfermedad y por mi situación actual. Hay un momento en que mi muerte física va a llegar realmente y creo que puede entenderse como parte de un proceso artístico, pero todavía tengo unos años por delante para realizar una serie de obras.
Tu muerte ya está planeada.
Sí, tengo una pieza diseñada con carga vital para dentro de un tiempo, y sí, será un proyecto artístico.
¿Qué pretendes con esto?
Es una forma de darle sentido a mi discurso sobre el derecho a no nacer y a la obligatoriedad que tuvo mi madre de parirme. Y también será un descanso, porque llega un momento en el que no me merece la pena vivir como vivo, con una enfermedad mental y una serie de taras. Me interesa más el descanso y saber que con esa pieza soy capaz de germinar algo que el habitar por habitar.
Dejar de existir para dejar de sufrir.
Claro, un descanso de mí mismo. Yo tengo una serie de hándicaps: abuso infantil, maltrato...Unas experiencias vitales complejas que me han hecho tener una vida difícil y una pelea continua. Mi forma de agarrarme a la vida ha sido a través del arte. El arte me ha hecho poder subsistir y avanzar un tiempo, pero sabiendo que en esa parte del camino está el regalo de poder descansar cuando quiera. Me obligaron a nacer, pero seré yo quien decida cuándo voy a morir.
Te calificas a ti mismo como un desecho humano, ¿tan insignificante crees que ha sido tu vida?
Me considero un desecho humano por las condiciones en las que nací. Creo que el aborto es una de las mayores medidas de protección de la infancia y en mi caso hubiera sido lo pertinente, porque no nazco como una persona sana, digna y que pueda vivir la vida con normalidad. ¿De no haber nacido no habría podido desarrollar mi arte? Bueno, yo me he agarrado al arte porque era mi forma de sobrevivir, de poder crear un hilo de vida desde un espíritu crítico, porque mi discurso personal y político era lo poco que tenía. Y así lo seguiré haciendo hasta que muera e incluso después, porque si yo entiendo la muerte como un proceso artístico habrá partes de mi discurso que tengan mucho más sentido con mi cuerpo no presente.
El aborto es una de las mayores medidas de protección de la infancia y en mi caso hubiera sido lo pertinente
Te has convertido en uno de los artistas más importantes del mundo, ¿no crees, incluso ahora, que tu existencia merece la pena?
La vida está llena de matices, he tenido la oportunidad de hacer cosas que han sido satisfactorias, que me han provocado placer y que han funcionado como una catarsis, no solo personal sino también colectiva, pero todo sostenido en una vida que para mí es un ahogamiento continuo. Nunca he tenido la necesidad de alcanzar el éxito. He tenido la necesidad de que se escuchara un discurso, de que el arte fuera una herramienta de cambio y un arma política. Si después de eso viene el reconocimiento, desde luego, no ha sido el objetivo primordial.
¿Te sentirás decepcionado si el proceso artístico de tu muerte no tiene una gran repercusión?
No, porque para mí la muerte no es algo tan importante. Quiero experimentar ese momento en el que sabré que no voy a despertar más con esas taras.
¿Y no es una postura un tanto egoísta para la gente que está a tu lado y que te quiere?
Lo que me parece egoísta es haberme hecho vivir 32 años. La gente que me quiere, si me quiere bien, tiene que entender que este es mi proceso.
¿Cómo fue esa infancia tan traumática de la que hablas?
Una familia muy desestructurada, con una madre biológica en ejercicio de la prostitución y politoxicómana. Ya embarazada se marcha a Pamplona con un señor, que es quien se queda conmigo durante los primeros años, después de que mi madre me abandonara en la clínica al nacer. Crezco con episodios de maltrato y de abuso infantil hasta que a los 6 o 7 años me dan en adopción a una familia católica con la que tengo una mala relación, sobre todo en la adolescencia, por mis ideas políticas, por mis ideas sexuales y por mi forma de ver la vida. Me desvinculo de ellos a los 18 años y empiezo a realizar acciones. También viví 2 años en Madrid, en la calle, donde ejerzo la prostitución y consumo de drogas. Fue como una regresión a los orígenes de mi madre biológica.
A los 16 años tuviste un primer intento de suicidio.
Fue a los 14. Siempre he sido una persona muy autolesiva, desde que tengo uso de razón. Mi arte también lo es porque mi arte es coherente con quien soy, pero en mi casa no estoy desnudo, gritando y pegándome cortes. Las piezas más autolesivas son de 2011, 2012 y 2013, aunque el próximo año voy a realizar una donde me inyecto heroína en vivo. Aparte de esta, mis acciones ahora son más colectivas, más políticas.
Has dicho en alguna ocasión que tu intención es provocar rechazo, incluso repulsión, pero yo he sentido mucha ternura hacia ti, ¿Soy un mal espectador de tu obra?
No hay malos espectadores. La performance nació para establecer una relación directa entre el artista y el público, así que cada lectura puede ser válida más allá de la intencionalidad del artista. Mucha gente, cuando ve alguna de mis piezas, como por ejemplo 'Empatía y prostitución', observan una especie de regresión a un niño: ven infancia y ternura, proque creo que tengo una serie de vulnerabilidades que son latentes en mis piezas.
'Empatía y prostitución' es una performance en la que te tumbas desnudo sobre una cama y cualquiera que lo desee puede hacer con tu cuerpo lo que quiera durante 3 minutos. Hubo quienes optaron por el sexo, ¿lo consideras un abuso?
Es un tema complejo. Soy yo quien decide hacer esta pieza porque considero que tiene una carga artística. Desde ese prisma el abuso no existe. Otra cosa es valorar si lo que sucede tiene algo que ver con lo que yo tenía pensado inicialmente, y si entonces se pierde la barrera del respeto a mí mismo. Yo sabía que se iban a producir interacciones directas, aunque no imaginé episodios de abusos sexuales. Esta pieza es un proceso de empatía hacia mi madre, pero también interpela a mis propios abusos sexuales y a sus patrones de repetición. Una de las problemáticas de mi enfermedad mental es la repetición de los abusos. Desde que tenía 14 o 15 años voy a sitios donde sé que van a abusar sexualmente de mí y he utilizado esos patrones de repetición como una catarsis para la creación de mis piezas.
Pero un abuso sexual, aunque sea durante el desarrollo de una pieza artístia, continúa siendo un abuso.
Sí, hay una parte de mi que lo considera un abuso. Es complejo, porque yo como artista lo acepto, pero entiendo tu lectura e incluso puedo compartirla.
Cuando se producen estos abusos, ¿hay alguien entre el público que trata de impedirlo?
Sí, en esta pieza se creó una especie de blanco y negro. A la izquierda se ponía la gente buena y a la derecha la mala, y se iban colocando entre ellos. Hubo energías muy fuertes y se produjeron peleas. Algunos me hacían bien, otros me hacían mal, pero sí, hubo gente que participó para cuidarme. En 'La guerrra', otra pieza que hice en Valencia donde mi cuerpo estaba completamente inconsciente, no sucedió nada en este sentido. Nadie me violó, y sin embargo, las críticas de arte lo calificaron como un fracaso porque decían que no había conseguido activar al público. O sea, la gente decidió cuidarme, decidió cuidar de un cuerpo inconsciente, pero para la prensa fue una pena porque no me violaron. Parece que estas piezas solo funcionan si pasan muchas cosas, si hay muchos abusos. Todo lo contrario. Sería muy político si en 'Empatía y prostitución' estoy dos horas tumbado en una cama y no sucediera nada. Lo político no es que me violen mil veces, lo político es que me cuiden, que me saquen de la cama.
¿Pones algún tipo de límite en tus performance?
No, no hay límites. En Houston me dieron una paliza. Como yo entiendo la muerte como un proceso artístico no tendría sentido poner límites. No estoy aquí para limitar mis creaciones artísticas.
¿Cuál es tu postura con respecto a la prostitución? ¿Eres partidario de la abolición o crees que debería regularizarse?
Últimamente no suelo meterme mucho en este tema por lo reduccionista del mismo. He vivido la prostitución como hijo de una prostituta y como una persona que la ejerció cuando vivía en la calle. Mi postura siempre ha sido abolicionista con el sistema, pero en el momento actual, como hombre que soy y desde una posición de privilegio, no le voy a decir a una mujer lo que tiene que hacer, o si está alienada o no. Yo soy abolicionista del sistema de la prostitución y de la trata, pero ahora estoy en un momento donde intento hacer una lectura de todo esto desde mi privilegio.
Te has sometido varias veces a la privación de libertad. Estuviste 42 días encerrado en una habitación de 6 metros cuadrados, a oscuras, sin contacto alguno con el exterior y alimentándote con lo esencial. En otra pieza se permitió el acceso de algunas personas y también se produjeron encuentros sexuales.
La cultura del arte contemporáneo es muy escasa y hay una idea generalizada de que si haces una pieza sobre una temática concreta todo lo que hagas después tiene que ver con esa temática. A raiz de 'Empatía y prostitución' todo el mundo que acudía a otra pieza quería tener sexo. En Francia estuve metido en un contenedor de basura y la gente creía que mi idea era la de tener relaciones sexuales, pero no tenía nada que ver con eso. En esas piezas de privación de libertad, donde se permite el acceso de algunas personas, podría haber pasado que me cuidaran o me dieran de comer, pero en vez de eso van hacia lo sexual.
¿Qué tipo de personas suelen participar en los encuentros sexuales?
Cuando es en público participan más hombres que mujeres. En 'Empatía y prostitución', en Colombia, participó alguna mujer, pero para agredirme con un cinturón o quemarme con cera. En los procesos de encierro, cuando hay intimidad, suelen ser más las mujeres, pero también creo que ellas hacían la lectura de que entraban ahí y pensaban que eso era lo que tenían que hacer. Por sus gestos, por sus miradas, por su actitud parecía que estaban forzando la situación. Los hombres están más sueltos, incluso a algunos se les nota que son clientes de prostitución, pero tampoco quiero generalizar, hablo siempre desde mi experiencia personal.
¿Crees que este tipo de performance son más violentas si las realiza una mujer? A Marina Abramović casi la matan
Bueno, yo he hablado con Marina sobre este tema y no es exacto decir que casi la matan. Había una pistola, pero no era de verdad. Es cierto que ella está en una posición vulnerable y la gente le interviene el cuerpo y le clavan una rosa. En piezas tan extremas como 'Empatía y prostitución', si la realizase una mujer, habría que tener mucho cuidado con los participantes, porque puede que intentara colarse algún animal que no tenga ningún interés artístico.
Ahora que eres un artista reconocido y de proyección internacional, ¿has valorado la posibilidad de utilizar tu obra para ayudar a personas que han vivido experiencias traumáticas similares a las tuyas?
Yo creo que el 90% de mis obras responden a esto. Son espacios de empatía, de empoderamiento y de resiliencia. A raíz de mi obra 'La Sombra' (donde Azcona denuncia decenas de casos de abusos infantiles) hubo gente del caso de los Maristas que se atrevió a hablar. Que luego yo decida hacer de mi muerte una pieza artística es porque para mí la muerte, como ya te he dicho, es un regalo.
En 'La muerte de un artista' invitaste a diferentes colectivos que son enemigos de tu obra para que te disparasen.
El arma era de verdad, una 9 milímetros. Fue algo...no te puedo decir simbólico, porque podría haber sucedido que me disparasen, pero yo sabía que no iban a aceptar la invitación. Tuvimos suerte porque hubo un grupo de chavales que estuvieron manipulando el arma y sacando las balas. Después llegó un señor con una pinta un poco rara, como de seminarista, que cogió la pistola. Ahí hubo un momento de tensión.
Pero hay gente que te quiere matar. Estás amenazado por el terrorismo islamista, por la ultraderecha...
He recibido amenazas de muerte de Falange Española, de Norberto Pico, de Al Qaeda y diariamente me sucede en las redes sociales. He tenido querellas criminales de la Fundación Francisco Franco, de Abogados Cristianos, de una Delegación de Gobierno controlada por el PP, de Vox, de Hazte Oír y de la Iglesia Católica, que fue la primera vez en la historia que demandó directamente a alguien.
Lo mejor de cada casa.
Lo que yo llamo el bando nacional.
Formaste parte de un colectivo internacional de artistas amenazados donde había figuras como Charb, el dibujante de Charlie Hebdo asesinado en 2015, o el escritor Salman Rushdie.
Sí, contactaron conmigo desde Copenhague y acudí a 3 eventos en favor de la libertad de expresión. Luego me desvinculé, porque a pesar de que se trata de un colectivo de artistas con ideologías varias, el tipo de público que acudía a las conferencias no me gustaba un pelo. Había mucho islamófobo y mucho ultraderechista. Es curioso que la gente que me aplaudió hasta que le sangraron las manos cuando hice la pieza de 'Eating a Koran' eran los mismos que me querían matar por 'Amén o La Pederastia'. Así que la radicalidad está muy repartida.
¿Por qué ese empeño en cargar contra las religiones?
Yo he sufrido la religión en primera persona y creo que son una de las mayores lacras que existen. El artista contemporáneo debe ser crítico, debe ser político y tiene que denunciar este tipo de cosas, pero tampoco tengo tantas piezas sobre las religiones, apenas 6 de 500. Lo que sucede es que son obras que tienen mucha repercusión mediática.
Creo que las religiones son una de las mayores lacras que existen
Supongo que eras consciente de lo que podía suceder cuando en 'Eating a Koran' te comes literalmente las hojas de un Corán.
Sí, pero yo lo entiendo como parte de mi proceso artístico y si como consecuencia de ello me pegan un tiro, le otorgan a la pieza un valor increíble.
¿Pero eres un ser humano o una pieza artística?
No lo sé, dímelo tú. Soy un ser humano con mis taras y mis complicaciones y me posiciono desde mi nacimiento como un objeto político, artísticamente hablando.
¿Un ser humano puede ser un objeto político en sí mismo?
Por ejemplo, podemos considerar la guerra como un objeto político. Pues en mi caso, mi guerra es la de ser el hijo de una mujer prostituta, politoxicómana, que sabía que no debía tener a ese niño y que intentó abortar 3 veces en una clínica en Pamplona, pero no se lo permitieron. De todo este escenario, que es una mezcla de muchas situaciones políticas, nace un objeto político que soy yo. Y resulta que todo ese ambiente heteropatriarcal y ultraconservodaor que impidió mi aborto es el mismo que ahora me quiere matar.
Participaste en un cara a cara en televisión con Polonia Castellanos, representante de la Asociación de Abogados Cristianos y tuve la sensación de que lo disfrutaste. ¿Encuentras algo placentero en enervar a esta caterva?
Ese día iba de cocaína hasta el culo porque venía de un cumpleaños y no había dormido. Esta gente me hace gracia porque yo los he vivido al criarme en una familia muy conservadora. Creo que hacen performance mucho mejores que las mías, cuando van a rezar a la puerta de mi casa o a tirarme agua bendita. Está bien que hablen y se pongan en evidencia, pero no tiene sentido debatir con gente cuyo argumento es que hay un señor con una barba blanca en una nube.
Te has tatuado en el ano la frase ''Make America Great Again''.
Esa pieza no se entiende porque no está terminada. Por calificarlo de alguna forma se trata de un ensayo alrededor del gilipollismo autóctono americano. Son 8 piezas pequeñas, 8 microacciones. En una de ellas me comí 50 hamburguesas de McDonald 's hasta que vomité y en otra pusimos a 50 niños paseando con armas por una galería, pero nos la cerraron.
¿Hay alguna pieza de la que te arrepientas? En la Bienal de Arte de Asia, en Daca, pusiste a unos niños en situación de desamparo sentados en unas sillas y la organización decidió cancelarlo.
No, no me arrepiento. Puede que haya piezas que estén más allá de mi ética personal, pero creo que un artista tiene que bordear esos límites. Y lo que haga como creador no siempre me representa a nivel personal.
Tu madre está muy presente en tu obra. ¿Sientes la necesidad de ajustar cuentas con ella?
Todo lo contrario. Mi obra es un empoderamiento de su figura. No tengo nada contra mi madre, ni una mala palabra. Ella intentó hacer lo que debía, interrumpir el embarazo. Yo trato de adquirir su discurso, desde mis posibilidades, para que lo que ella siente o piense esté latente en mis piezas.
¿Has tratado de encontrarte con ella?
La vi una vez, con un mediador, pero no hablamos directamente. Ahora no sé si sigue viva. En aquella ocasión ya estaba en una situación muy precaria y ahora no me siento mentalmente preparado para buscarla y encontrarla muerta.
Además del recuerdo de tu madre también tienes piezas dedicadas a las víctimas del franquismo ¿Qué importancia tiene la memoria en tu obra artística?
Mi obra son muchas cosas y una de ellas es la exploración de la memoria, de mi propia memoria y de mis experiencias personales. En España tenemos una herencia católica, una herencia de miedo, de terror y de silencios. Eso provoca que haya muchos tabúes y mi obra es todo lo contrario. Mi obra es hablar, es contar, es pecar, es dejar salir, es expresarse. Y mi obra es también una memoria colectiva de un país donde todavía no hay una condena en firme del franquismo y donde las víctimas no han sido reparadas. Creo que puedo colaborar para destapar los silencios, desde mi postura ideológica y con piezas colectivas. En su día me llevaron a un colegio en el norte de España donde todos los niños habían tenido que exiliarse por el sur de Francia. Vinieron para participar en una acción que consistió en enterrarlos con la tierra de un huerto donde se habían producido fusilamientos. Fue un acto catártico muy emotivo. Una mujer de 94 años que tuvo que presenciar cómo violaban y mataban a su hermana, tras finalizar este proceso de enterramiento me dijo: "Acabo de enterrar a mi hermana". Siempre hago estas piezas desde la máxima humildad y respeto, porque ellos son los protagonistas.
Otra de tus piezas se titula 'España os pide perdón'. ¿En qué consiste?
Ahora hay mucha gente que se empodera como muy española, con la bandera y el himno, y que dicen ser España. Pues venga, yo también puedo ser España. Me parece interesante probar ese relativismo que utiliza la ultraderecha para apropiarse del país, y como ellos me consideran un etarra y un antiespañol, me parece aún más interesante utilizarlo para pedir perdón por el colonialismo. Esta pieza tiene dos objetivos. El primero es meramente provocativo, que yo asumo sin problema porque es algo que está presente en toda mi obra. Y el segundo tiene que ver con América Latina, donde tenemos a gente por todo el continente participando en esta acción que ha provocado que se abra un debate con todo tipo de reacciones. He recibido mensajes de un señor mayor que vive en un pueblo cerca de Rosario y que me cuenta que se ha sentido muy emocionado al verlo.
¿Estás explorando la concordia entre los pueblos?
Busco la confrontación con esa España nacional, pero también la concordia con América Latina. Yo creo tanto en el perdón que se lo concedería, si me lo pidiera, a la persona que abusó de mí cuando tenía 3 años. El perdón es una palabra curativa y da igual que sucediera hace 500 años. ¿Dónde está el límite temporal? Por esa regla de tres tampoco se debería explorar lo que sucedió hace 50 años o hace 15. Los delitos de abusos sexuales prescriben a los 15 años, pero no se olvidan.
¿Crees que se pueden juzgar una serie de hechos que sucedieron hace más de 5 siglos con los prismas del presente?
Por supuesto, porque no se está juzgando, se está haciendo un acto de reparación. La reparación siempre es positiva y será buena para todos, aquí y allá. Es un acto simbólico, ¿qué problema hay? Si quieren voy yo, país por país, pidiendo perdón. Además, en España se sigue celebrando el 12 de octubre. Cada año hacen una conmemoración del genocidio, así que no me digan que es algo del pasado.
También quieres llevar esta obra a Cataluña.
La quieren llevar ellos. Yo les dije que si lo consideran pertinente, adelante. Tristemente, un cartel de 'España os pide perdón' se puede colocar en muchos sitios del mundo. Por ejemplo, en pueblos de Euskal Herria donde yo he vivido.
Dices que Picasso no te interesa porque fue un abusador y un maltratador.
Puedo valorar las piezas de Picasso desde un punto de vista artístico, pero es cierto que en su vida hay episodios de abusos sexuales y malos tratos. Creo que a un artista también hay que valorarlo como persona y Picasso era deplorable. Más aún cuando tenía un perfil de un artista políticamente comprometido y resultó ser un miserable.
A un artista también hay que valorarlo como persona y Picasso era deplorable
¿No hay que separar al artista de su obra?
Creo que hay un profundo debate, ¿tú qué crees?
¿Te gustan las películas de Polanski?
Sí, hay alguna que me gusta, las antiguas, cuando no tenía esa lectura de él. Yo ahora no vería nada de Polanski
Rimbaud es uno de los mejores poetas de la historia y fue un tratante de esclavos.
Y Neruda tiene un texto donde describe como viola a una niña. Yo no sacaría los cuadros de Picasso de los museos, pero creo que hay que tener en cuenta todo el contexto de un artista, también el personal.
Podría pasarte a ti dentro de 100 años.
Si en mi vida no he sido coherente con mi obra, ojalá me pase.
Tienes un tatuaje en el pecho con la palabra ''Enjoy''. ¿De qué eres capaz de disfrutar?
Ese tatuaje ya no está, desapareció entre muchos otros. Tengo mis pequeños placeres, aunque ahora llevo dos meses en rehabilitación para dejar la cocaína, pero disfruto del cine, de la lectura, de la arquitectura e incluso del sexo, que me ha costado muchos años poder hacerlo por el tema de los abusos.
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